Muy difícil la labor que tienen por delante las autoridades recientemente electas de la Universidad Central de Venezuela, y no me refiero sólo a las rectorales, sino a los decanos, quienes tienen a las distintas facultades bajo su conducción. Se trata del pésimo estado en que la institución se encuentra, luego de 15 años de restricciones financieras asfixiantes, de hostigamiento gubernamental siniestro, de desmantelamiento de aulas, laboratorios, bibliotecas y edificaciones en general, auspiciados desde el alto gobierno y ejecutados impunemente por delincuentes a sus servicios que se hacen llamar cínicamente “colectivos”. Escenario dantesco al que se añade el empobrecimiento generalizado de profesores y trabajadores, quienes vieron desaparecer sus sueldos, su seguridad social, la protección de su salud y todos los beneficios logrados en años de luchas, en las que participaron algunos de quienes hoy, convertidos en verdugos, los niegan en un ejercicio perverso del poder.
Y no excuso a quienes contribuyeron como autoridades al deterioro existente, al participar en los despojos o actuar en forma acomodaticia y negligente al no enfrentar debidamente las agresiones. Pero, sin duda, es el empobrecimiento generalizado de los académicos el mayor, más difícil y limitante problema a enfrentar, razón más que suficiente para que esté entre los primeros a considerar e ir resolviendo por la gestión entrante. Y ello nos lleva directamente al problema del financiamiento universitario, el cual algunos quieren despachar de la forma más fácil y ridícula con el cobro de matrícula, tal y como lo intentaron en el pasado, sin nunca poder demostrar cómo éste resolvería el gigantesco problema de una institución que no sólo da clases, sino que debe producir conocimientos en todas las áreas de las ciencias. Y ésta es su fortaleza, pues el gobierno y la nación deberían estar interesados en comprar en el país todo el conocimiento que se necesita para su desarrollo y bienestar.
El entendimiento con el gobierno es lógico y necesario, aunque a algunos totalmente extraviados les parezca una traición. La UCV no va a negociar su derecho a actuar con autonomía en lo político, es decir, en efectuar análisis científicos de la realidad nacional e internacional, hacer las críticas objetivas que se requiera, a nuestro gobierno y a cualquier otro, y efectuar propuestas ante los distintos retos y problemas del país y del mundo, teniendo muy claro que no se estará inmiscuyendo en la política. Es decir, que no participará en la lucha por la toma del poder político, pues ésta no es ni ha sido nunca una función universitaria. Los profesores, estudiantes y egresados, tienen derecho de participar como como ciudadanos, en la lucha política venezolana, pero como miembros de la comunidad universitaria deben evitar la tentación de poner a la universidad en el campo de lucha por la toma del poder.
El rector Rago, a quien conozco desde hace muchos años y por quién voté, tiene los conocimientos, la experiencia y las aptitudes, para crear un equipo plural y multidisciplinario, que sea capaz de enfrentar este difícil reto con firmeza, sensatez, perseverancia y eficacia. Que incorpore a los mejores valores de la institución y que sepa que deberá enfrentar dificultades externas, las más grandes, e internas, quizás las más peligrosas. Deben ser audaces en la obtención de los recursos financieros y en los acuerdos que en este sentido deban realizarse con los organismos, oficiales o privados, nacionales o extranjeros, que soporten el financiamiento institucional que se requiere, sin menoscabar ni comprometer las funciones esenciales de la academia, que no pueden obedecer sino a la búsqueda sin cortapisas del conocimiento.
En momentos de extrema dificultad, y el actual es uno de ésos, la transparencia es una cualidad indispensable para seguir avanzando con la menor resistencia posible. Por esta razón, es necesario que se establezca una comunicación cotidiana con la comunidad universitaria y nacional, que nos mantenga informados de propuestas, programas y políticas, pero que no se confunda ni convierta en una simple actividad de carácter propagandístico. El Consejo Universitario debe dar un ejemplo de la imprescindible unidad institucional, que se debe alcanzar para obtener los mejores resultados posibles. A todos les expreso mis mejores deseos porque tengan el mayor de los éxitos, por el bien de los más elevados intereses ucevistas, universitarios y nacionales.