Mojar, por lo menos desde la perspectiva coloquial, no es exactamente igual que empapar. Pese en el diccionario aparece como si fuese lo mismo. En verdad mojar, moja pero empapar significa promover un cambio más sustantivo en diferentes sentidos.
En mi pueblo, particularmente en mi barrio “Río Viejo” de Cumaná, en aquellos tiempos cuando no nos cansábamos de divertirnos jugando carnaval con agua, era frecuente decir, tratándose de algún amigo, “no lo vamos a mojar solamente, vamos a empaparlo”. Eso significaba, no lanzarle un pote de agua desde lejos, sino agarrarlo entre dos o tres, casi maniatarlo y dejarle caer desde la cabeza, tres y cuatro perolas, de aquellas de manteca “Los tres cochinitos”, hasta los pies. Era una manera, no de mojarlo por el sólo hecho de querer hacerlo, sino la de impulsarlo a involucrarse en el juego.
El sólo salpicar moja, más no empapa. Escuchar a alguien opinar no significa que uno haya sido empapado, pero pudiera por lo menos ser mojado y hasta quedado en verdad seco o vacío. Hay música muy tronante que golpea los oídos, aunque haya a quien le provoque bailar con entusiasmo, pero aquella “Obertura de 1812” de Tchaikovsky, los oídos la perciben con placer y sus destellos fuertes entran con suavidad en quien la escucha; es decir empapa. A uno llama a grandes cosas.
Es cierto que, salvo casos muy específicos, como aquello de las Leyes de Inversiones Extranjeras y Zonas Económicas Especiales, Luis Britto se muestra muy cuidadoso y en veces, en otros casos, hasta evasivo, con respecto al proceder del gobierno.
Yo le entiendo y hasta comparto en buena medida su actitud. No se trata de “un don nadie”, cuya palabra es irrelevante. Es un hombre de amplia y profunda cultura, como un empapado, cuya opinión por la tanta lucidez que tiene, de pecar de imprudente, pudiera producir en determinados momentos, efectos no deseados.
Le percibo como un hombre bien enterado que la lucha contra el imperialismo mundial, particularmente para quienes nacimos y vivimos en los países de la periferia, no es competencia de un solo universo por muy grande que sea o se crea serlo. En esta lucha tienen cabida muchos más de los que parecen y dicen estarlo, pues en veces sólo podría tratarse de un discurso o disfraz.
Además, es valedero decir aquella manida frase, “no estamos siempre todos los que son”. Casi todos esos que se fueron y se seguirán yendo a escondidas en busca de protección en el extranjero por haber estafado o robado al país, no dudaban en gritar “patria, socialismo” y algo más. Eran de los disfrazados y el pozo ese empapa.
Britto, por ese su empapamiento, está consciente que el universo de patriotas, antiimperialistas es más grande de lo que algunos creen. Sabe que de ellos hay en el gobierno, de quienes suelen aparecer en actitud crítica como Valdez, Tony Boza y Pascualina Curcio, también de quienes callan, porque valoran es importante ser discreto, pues en veces no serlo hace daño y sobre abundan quienes son demasiado distraídos o ilusos. Y hay muchos que se fueron del gobierno y de quienes, con él, nunca estuvieron.
No dudo ni un momento que, en el seno del Psuv, hay fuerzas antiimperialistas y contrarias al modelo capitalista; eso significa que sé y hasta lo palpo por mis sentidos, abundan opuestos al monetarismo y las políticas anti obreras.
Voy a repetir un viejo cuento. Uno de los peores errores políticos cometidos en Venezuela, tanto como los cometidos por Leopoldo López, Capriles y María Corina Machado, por sólo nombrar esos, pues la lista es demasiado larga, fue aquel en el cual yo participé, sólo que era un joven de unos 18 ò 19 años, de salirnos de AD para fundar al MIR. Cuando las circunstancias recomendaban otra cosa, en lo que respectaba enfrentar la política servil de Betancourt al capital externo. Las posibilidades de éxito en eso, las tiramos por la borda y optamos por una opción de la cual mal nos empaparon hasta con densa sustancia, que se correspondía con intereses ajenos.
Y voy a recordar a mis amigos de “Marea Socialista”, como en una oportunidad, por este mismo medio, les recomendé no desertaran del PSUV porque la lucha había que seguirla dando adentro, donde estaba la gente sensible a nuestro discurso, en las bases y no ir a donde no teníamos a nadie.
Hoy recuerdo a aquel joven con quien llegué a tener amistad por las redes, Nícmer Evans, a quien hice la misma recomendación, no obstante terminó yéndose sólo y quizás por esa misma soledad, por un sentimiento gregario, terminó asociándose a un sector radicalmente opuesto a lo que antes motivaba sus luchas y empapado en un discurso de odio. Le pasó algo así como “agarrando aunque sea fallo”.
Luis Britto, ha puesto empeño o, quizás sería mejor decir, ha sido por demás cuidadoso y delicado en el manejo de sus relaciones con todo el universo que cree debiera estar unido en la lucha contra el capital y el imperialismo. Su visión es muy amplia, como para creer que los soldados de esa causa están en un lado y en este todos y más allá no hay nadie. Él “no se come ese cuento”, no se empapa con esa narrativa convencional.
Por eso sus críticas suelen ser muy cuidadosas, tanto que procura en lo posible no hacer mención de nadie y hasta de los asuntos específicos mismos, de manera que nadie se sienta aludido o señalado por él.
Eso sí, sus opiniones e informaciones, siempre tienen la misión de alertar, para que los aludidos, en estilo aparentemente inaudible e impersonal, las capten y las tomen en cuenta y sepan de su intención y buena fe de ayudar.
Su labor es orientar al universo que cree propicio; a quienes sabe militan en las filas del antiimperialismo sin importar en cual espacio se hallan, con la intención que entiendan que hay caminos de encuentro y la tarea principal, por ahora, es alumbrarlos, marcar las señales y no echar leña al juego.
En su más reciente artículo, publicado originalmente en “Últimas Noticias”, reproducido en Aporrea, bajo el título “El dogma liberal y las crisis económicas”, https://www.aporrea.org/actualidad/a324122.html, termina de la manera siguiente. En resumen, nunca se ha salido de una crisis económica aplicando medidas liberales o neoliberales de extrema restricción del gasto público, disminución del circulante y pauperización radical de los trabajadores mediante salarios inferiores al nivel de la subsistencia que paralicen o clausuren la demanda de bienes y servicios.
No hace falta decirlo, pues hacerlo pudiera herir la sensibilidad del lector, pero me siento tentado a hacerlo. A lo largo de todo el trabajo, referido a la historia, conceptos, principios y artilugios de las diferentes teorías económicas del capitalismo, Luis Britto está enviando a todos sus lectores, incluyendo el amplio universo de la izquierda, su visión de lo que ahora acontece en Venezuela. Particularmente, con ese texto que he colocado antes, está haciendo una seria advertencia al gobierno, de manera delicada y hasta sutil, para que no se le perciba como un personaje pugnaz ni enemigo sino de alguien que se siente obligado a ayudar.
Y la gente del gobierno debe entender que hay motivos para eso, dado los peligros que corre de dejarse llevar de manera definitiva, por conformarse con mantener su barco a flote y llegar saludable aunque sea a puerto ajeno.
Una vez más mis excusas a Britto, por tomarle como referencia pues hay muchos motivos para eso. Su palabra y visión tienen mucho valor y yo, este humilde maestro de escuela, me siento frente a él en mi pupitre y me dejo empapar, porque ando en la misma senda, la misma por donde antes hemos transitado.