Astrud Gilberto canta con Stan Getz (a la izquierda, con el saxo) en 1964
Con el álbum ‘Getz/Gilberto’ y la canción ‘The girl from Ipanema’, hace sesenta años el jazz se sumergía en el ritmo brasileño y su idílico imaginario
Érase una vez el saxofón musculoso de Stan Getz, el piano delicado de Tom Jobim y la guitarra y voz sosegada de Joao Gilberto. Sesenta años de la grabación del álbum Getz/Gilberto (Verve Records), el disco que proyectaría la bossa nova como fenómeno musical en todo el mundo, abanderado por la canción Garota de Ipanema interpretada por una entonces desconocida Astrud Gilberto.
Unos meses antes, en noviembre de 1962, un grupo de músicos brasileños se había presentado en el Carnegie Hall de Nueva York; entre ellos, Joao Gilberto, Tom Jobim, Sergio Mendes y Agostinho dos Santos –la voz de la película Orfeo negro que ha popularizado la canción Manha do carnaval– , en una velada musical que se anuncia como Bossa Nova (New Brazilian Jazz). Músicos de jazz como Gerry Mulligan, Coleman Hawkins o el propio Stan Getz, que ha publicado el álbum Jazz Samba junto con Charlie Byrd, apadrinan el nuevo ritmo carioca hermanado con el jazz.
Joao Gilberto (guitarra), Tom Jobim (piano) y Stan Getz (saxo) en una imagen recogida en la contraportada del disco
Con su riqueza rítmica, bellas armonías y conjugado con una modernidad sofisticada, el ritmo brasileño ha fascinado a los músicos americanos que dan la bienvenida a este pariente tropical del jazz. Después de la edad de oro que han supuesto nombres como Charles Mingus, Miles Davis, Thelonius Monk o John Coltrane, el jazz encuentra un nuevo territorio experimental para su renovación y, sin duda, para una mayor proyección popular. La bossa nova puede presumir de su sencillez para llegar al oido del público al tiempo que de virtuosismo musical.
Cuatro años atrás, la canción Chega da saudade, compuesta por el tándem Vinicius de Moraes y Tom Jobim y cantada por Joao Gilberto, ha supuesto la revelación, el inicio de lo que se conocerá como bossa nova. Como señala el crítico y musicólogo Zuza Homem de Mello en su biografía de Joao Gilberto, “con su capacidad de síntesis, como quien busca la esencia de cada canción, Joao entrega en sus interpretaciones una fluidez rítmica y melódica que nadie concebía que existiera. (…) Chega da saudade tuvo la capacidad de cambiar casi todo lo que se consideraba inquebrantable en la música brasileña. Unos todavía adolescentes Caetano Veloso y Chico Buarque no pueden sustraerse al hechizo de la canción y a la voz de Gilberto que marcará sus carreras. La bossa nova nos arrebató, escribe Veloso en su libro de memorias Verdad tropical. “Mi inteligencia se deleitaba con el seguimiento de aquel proceso radical de cambio en la cultura.
Con su riqueza rítmica, bellas armonías y una modernidad sofisticada, el ritmo brasileño fascinó a los músicos americanos
Entre las virtudes de la bossa nova estaba su capacidad de reinterpretar otros estilos, melodías de Cole Porter o Gershwin, que con el nuevo ritmo no perdían su identidad y volvían a renacer como baladas contemporáneas. Músicos y productores discográficos se ven arrastrados por la fiebre carioca. Entre los productores que mejor saben ver la originalidad del fenómeno está Creed Taylor del sello Verve Records. Solo un año antes había conseguido vender un millón de discos con la bossa nova Desafinado, ejecutada por Stan Getz. Taylor hablará a propósito de la grabación del álbum Getz/Gilberto de momento mágico con el encuentro en el estudio de Joao Gilberto y Tom Jobim. Stan, como siempre, hizo una toma para cada tema, Jobim lo mismo, fue todo fácil, salvo el esfuerzo que se requería para conseguir que Joao Gilberto viniese. Se quedaba encerrado en la habitación del hotel.
Carátula del disco Getz/Gilberto, grabado en 1963 y publicado en 1964. La portada es obra de la artista portorriqueña Olga Albizu
A pesar de las desavenencias entre Getz y Gilberto durante la grabación –los dos músicos no tocarán juntos en el estudio–, el resultado final es un álbum luminoso, una entrada de aire fresco en el territorio jazzístico con su sonido depurado, sereno. La voz íntima de Joao Gilberto actua de contrapunto a las improvisaciones del saxo de Getz interpretando los temas de Jobim o viejas sambas de Dorival Caymmi y Ary Barroso. A la grabación acaba uniéndose Astrud Gilberto, esposa de Joao Gilberto y que a pesar de su poca experiencia musical interpreta en un estilo juvenil y cercano a su marido la canción Garota de Ipanema, ahora convertida en The girl from Ipanema. El éxito de la canción terminará representando en el imaginario un Brasil idílico, un paraíso tropical, el verano eterno donde pasea esa chica por la playa de Rio de Janeiro. Para el nuevo gobierno dictatorial que se instaura en 1964, sin duda una excelente banda sonora.
La Vanguardia de España