La situación de María Corina no es nada fácil. La inhabilitación es un verdadero problema; es una piedra en el camino difícil de superar. Vemos, sin embargo, cómo le ha dado un poder de convocatoria mucho mayor, pues la mano arbitraria del gobierno ha quedado, de nuevo, en evidencia.
Si saldrá en el tarjetón, si el gobierno lo aceptará, si los demás líderes de la oposición querrán arriesgarse a que el gobierno elimine las primarias porque ella está desafiando al alto régimen: todo movimiento viene precedido por un “si” condicional, porque todo está sujeto a la voluntad del gobierno.
Si gana, está inhabilitada y algunos proponen hacer una lista para saber quién le sigue de ganador en las elecciones para que la supla, lo cual, a mi parecer, es injusto. Pero, unirnos como un fuerte bloque para defenderla, ¿tendrá éxito? Lo que le pase a María Corina nos pasará a nosotros también. Ella es un espejo de lo que pase con nosotros, pues por más unidos que estemos, ¿qué pasará si nos bloquean porque ella está inhabilitada? ¿Bastará con nuestra unión para reclamar por nuestros derechos? Dios quiera que sí; que esta circunstancia nos una en torno a un ideal que nos trasciende, pues si no es así, ¿hasta cuando seguiremos con un gobierno como este?
Esta inhabilitación pretende entristecernos, pretende hundirnos en la desesperanza; en la creencia de que nunca saldremos de este régimen. Por eso es tan importante este momento, pues unirnos en torno al mensaje radical de María Corina nos vuelve esperanzados de nuevo y nos lleva a creer que sí podemos cambiar pese a la arbitrariedad del gobierno.
Hay que pensar seriamente qué hacer si María Corina gana las primarias, pues no reclamar el voto, supuesta la inhabilitación, nos sumiría en la tristeza y haría que viéramos el panorama muy oscuro. Vivimos tiempos importantes. Dios quiera que sepamos enfrentarlos.