Jesús Alberto Castillo: El periodista frente a la noticia

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En los recientes días varios vídeos relacionados con la actuación de dos conocidos periodistas venezolanos se han viralizados por las redes sociales. Uno tiene que ver con las verdades expuestas por el Saer Contreras frente a un desconocido diputado chavista, de apellido Magallanes, lo que significó su salida de Globovisión. El otro versa sobre las preguntas incómodas de Mónica Jiménez hechas a María Corina Machado en rueda de prensa durante su gira a Margarita y que significó que la tildaran de “periodista chavista”.

Son dos caras de una misma moneda. Dos hechos que involucran el quehacer periodístico frente a un proceso de polarización política. Sin embargo, para quienes desconocen los criterios del exigente ejercicio periodístico lanzarán dardos o serpentinas a determinados profesionales de la comunicación, dependiendo del bando político donde se coloquen.

En verdad, resulta incómodo plasmar algunas aclaratorias en medio de sectores fanatizados por la contienda electoral. Pero, nuestra responsabilidad como periodista nos obliga a hacer algunas precisiones sobre el comportamiento de este profesional frente al hecho noticioso.

Los periodistas venezolanos nos regimos por la Ley de Ejercicio del Periodismo, reformada por el Congreso de la República el 6 de diciembre de 1994 y refrendada por el Presidente Rafael Caldera el 22 de ese mismo mes y año. En su artículo 34 se establecen los deberes de todo periodista, vale decir, “ajustar su actuación a los principios de la ética profesional, al respeto y a la defensa de los derechos humanos, de la paz entre los pueblos, de la libertad de expresión al servicio de la verdad y la pluralidad de las informaciones”.

De manera que se le está prohibido incurrir en la falsedad de los hechos, adulterar intencionalmente las declaraciones y opiniones de sus entrevistados y negarse a rectificar oportunamente cuando haya cometido errores en su información, tergiversar intencionalmente los hechos para causar daño moral a terceros, así como estimular o amparar el ejercicio ilegal de su profesión.

Además, la referida ley, en su artículo 1, ordena a los periodistas a someterse al Código de Ética, a los Reglamentos Internos y a las Resoluciones dictadas por su respectivo colegio. Para ello, los tribunales de ética y disciplina quedan a cargo de hacer efectivas las normas del mencionado código, a través de procesos justos y adecuada aplicación de sanciones conformes con la Ley de Ejercicio del Periodismo.

Establece el Código de Ética del Periodista Venezolano, en su artículo 2, que dicho profesional tiene su origen en la libertad de expresión y el derecho a la información. Por tanto, debe luchar por esos principios consagrados en nuestra Constitución y en los convenios internacionales. Está obligado a impedir la aplicación de decisiones que disminuyan o anulen el ejercicio de la libertad de expresión y el libre acceso a las fuentes y medios de información (Art. 3).

El periodista se debe a la verdad como norma irrenunciable y procurar que este principio esté al alcance de todos, sea compartido y aceptado. De allí que no deberá falsear u omitir deliberadamente ningún hecho (Art. 4). Igualmente, podrá informar de la vida privada aquello que sea de importancia para los intereses de la comunidad y dar tratamiento ajustado a la dignidad, discreción y veracidad que merece la vida privada de cualquier ciudadano (Art. 5).

A partir de estas consideraciones éticas, el periodista tiene una responsabilidad con   la sociedad. Debe mantenerla informada de forma veraz, oportuna e imparcial. No debe ampararse en el anonimato, ni mucho menos usar técnicas amarillistas, sensacionalista o convertirse en “vedette” para llamar la atención de la opinión pública. Debe tener presente que él es un buscador del hecho noticioso, no protagonista de la noticia. Debe marcar distancia como moderador y no dejarse llevar por sus impulsos personales.

En cumplimiento de su deber ético con la verdad debe ser lo más audaz para preguntar y sacar a flote verdades que permanecen ocultas. Aunque sus preguntas resulten incómodas, no debe perder el brillo de la interpelación acuciosa. Debe evitar convertirse en el centro de atención durante una entrevista o rueda de prensa. No debe confundir su verdadero papel como profesional de la noticia. El espectáculo debe dejárselo a otros actores. En fin, él se debe a la verdad de los hechos y al público ávido de información.

Miembro del Tribunal de Ética y Disciplina del CNP-Seccional Sucre

 

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