Primera fase: toyotismo modelo de gestión empresarial del Japón. Mecanismo para evadir los controles legislativos sobre flexibilidad laboral y del recurso de contratación y medio de doblegar conciencia de la masa laboral. Surge de la crisis del petróleo de 1973. Mientras, reemplazan al fordismo, como modelo de producción en cadena.
Extrae leyes del modelo neoliberal y su dogma del “equilibrio general”. Norma para justificar la función de la economía del “libre mercado”, con base en precios: ilusión de oferta y demanda.
Segunda fase: en el 2000, los toyotistas descubren que la realidad económica no puede controlar el discutido concepto del equilibrio. Sobre todo, las corporaciones que manejan el negocio de la neuroinformación. Ellas deciden transacciones sin respetar el equilibrio general y fijan precios por fuera de todas las normas de la economía. Así, convierten a los consumidores en agentes de su modelo de negocios. Imponen la oferta, sin considerar ningún proceso productivo.
Lo metafísico del esquema: desarticular políticamente la clase obrera y los partidos de vanguardia. Para imponer medidas de austeridad y sanciones con el fin de reducir el Estado. Controlar la estructura social e imponer los precios con presión del poder de la neuroinformación y las redes sociales, -que capitalizan con nuestros datos-. Crean fenómenos económicos incompatibles con el idílico equilibrio general y regresan a la idea de la economía política. No solo usan idea monopólica de convenios de mercado. Sino algo más profundo. Buscan crear un sistema, por el cual las corporaciones dejan de producir bienes y servicios, y, al mismo tiempo, se dediquen a producir patrones de neurocomportamiento que permitan administrar la demanda a su voluntad.
La tercera fase empieza con la creación de su franquicia de la información y profunda masificación del uso de redes sociales, incremento de las capacidades de conexión a internet, explotación de la inteligencia artificial. Más abaratamiento y fácil acceso de los dispositivos tecnológicos, los teléfonos inteligentes, entre otros, que hoy permiten la conversión de la subjetividad humana que impone el imperio comunicacional para administrar la demanda a su antojo. Síntesis: las corporaciones se centran en administrar las preferencias del consumidor a voluntad, y producen patrones de comportamiento, para controlarla. Incluida, la política electoral. Ej Trump, Bolsonaro y los opositores y su eterno viaje a la nada.