Begoña Quesada con líneas de fuga

Compartir

 

La periodista Begoña Quesada narra las aventuras de los hermanos Mann en la convulsa Europa de los (tan cercanos) años treinta.

Líneas de fuga no es un libro, es una lasaña. Un plato de gustos y texturas cambiantes, un yacimiento de muchas capas, donde cuesta discernir el sabor más poderoso. Su autora es Begoña Quesada, una periodista asturiana, doctora en relaciones internacionales, con experiencia profesional en medios de prensa y diplomáticos y residencia desde hace años en Alemania. Si en el 2021 publicó Nacidos después de muertos (Editorial Rasmia), novela inspirada en la vida de Elisabeth Nietzsche, hermana del filósofo Friedrich Nietzsche, ahora junta los destinos de otras dos mujeres excepcionales, la periodista (y piloto de coches y aventurera) Erika Mann, además hija del premio Nobel de literatura Thomas Mann, y la filósofa Hannah Arendt.

No consta que ambas mujeres llegaran a conocerse, pese a la retahíla de circunstancias que podrían haberlo provocado. Quesada emplea esa hipotética cercanía entre las dos como columnas o partes de una historia que –sin spoilers- en algún momento convergen. Convergen las historias, no ellas: “ Usted y yo –le dirá la filósofa a la periodista– partimos con escasos grados de separación: mujeres, educadas, alemanas, divorciadas, escribimos, tenemos la misma edad, desposeídas. El problema es la divergencia: al igual que Scott y Amundsen, un par de grados iniciales se convierten en miles de kilómetros”.

La novela tiene una aspiración de escaparate de unos personajes y unas ideas que quedan atropelladas por la época

Porque Líneas de fuga narra las peripecias de Erika y su hermano Klaus en la Europa de los años 30, en plena emergencia del nazismo, de manera que es aliño principal de la novela (mayormente es una ficción) el contexto histórico, intelectual y sobre todo ideológico que hizo de los hijos de Thomas Mann algo más que los hijos de Thomas Mann. Se aventuraron por la España en guerra como lo había hecho Ernest Hemingway, que no solo aparece como personaje sino como musa de Quesada. Algunas de las aventuras de los hermanos en el frente del Ebro recuerdan, en tono, drama y nivel literario a los de Por quién doblan las campanas.

Además de los Mann, Hemingway o Arendt, por Líneas de fuga discurren buena parte de los más brillantes artistas, intelectuales o músicos de la época: Walter Benjamin, Salvador Dalí, Gerda Taro, Charles Chaplin , Luis Buñuel, una joven Susan Sontag, John Dos Passos, Albert Einstein… Porque la novela tiene una aspiración de escaparate, de muestrario de unos personajes y unas ideas que quedan atropelladas por la época. Por la guerra. Por el nazismo. En ese sentido es o parece ser un grito de alerta. No sólo es necesario que las ideas circulen, es necesario que el pueblo sea consciente de los riesgos que acarrea la desidia ideológica. “ Un pueblo que elige un presidente como Hindenburg, que no ha leído un libro en su vida, acaba quemándolos”, alerta un amigo de los Mann.

En un momento dado, Klaus describe al “ señor Hitler” como alguien “ vulgar. Éste no va a ser el dictador de Alemania, estoy convencido”. Es un tipo, añade, “ descolorido, con la frente estrecha, ese bigote que parece pegado… En cinco años, no nos acordaremos de él…”. Si se descuida…

Hay un personaje de madera. Se trata del escritorio del premio Nobel en el que están ocultos parte de los diarios de Thomas Mann (los oculta a los nazis) y que los hijos intentan poner a salvo enviándolo a Estados Unidos. El pupitre se pasa buena parte de la novela (ahí es casi un western) crujiendo, quejándose, perseguido por la barbarie. ¿Será pasto del fuego, del hundimiento de un buque, de la avaricia de un anticuario?

Líneas de fuga describe a los hermanos –ambos homosexuales– como dos buscadores de emociones, aún con intenciones elevadas. Si van a la guerra civil española (“el volcán español”), explica Klaus en uno de sus diálogos, es “¡porque no queremos que haya un volcán alemán! Quizá podamos prevenirlo contando lo que pasa en España”. Quesada arma el texto en el intercambio verbal entre personajes, pese a que su prosa es de una eficacia, precisión y belleza fabulosas: “Klaus se había empeñado en pararse en una curva desde la que se podía fotografiar la entrada de los aviones sobre una Barcelona descabezada. Las cúpulas de los hoteles Ritz y Colón, con sus cubiertas bombardeadas, parecían estirar los brazos en aullidos hacia el cielo”.

Begoña Quesada Líneas de fuga Edhasa 328 páginas 17,10 euros

La Vanguardia de España

 

Traducción »