Jesús Alberto Castillo: Comprender las circunstancias políticas

Compartir

 

El que ama o práctica la política debe reconocer que en ella no siempre se gana, también se pierde. Incluso, algunas derrotas sirven para avanzar. Hay que tener sentido de responsabilidad para entender los hechos y resultados que se desprenden de esa compleja actividad. No aceptar esa realidad puede llevar a más de uno a un cuadro de animadversión y, peor aún, frustración generalizada.

Hay un dicho popular que reza “en la política como en la guerra todo se vale”. Aunque no nos parezca ético, esa frase tiene un carácter lógico al reconocer que los deseos muchas veces no son los esperados. Es la realidad de los hechos que termina imponiéndose como una regla inclemente en el quehacer político. Pues, hay implícito un juego de intereses y correlación de poder.

Nicolás Maquiavelo tuvo el agudo olfato para comprender y plasmar todo ese complejo mundo de avaricias, anhelos, desencantos en el campo político durante el renacimiento de su Florencia natal. Redactó “El príncipe”, una de las más célebres obras que es referencia obligada por gobernantes y políticos de oficio. Grandes verdades se develan sobre la condición humana y su incesante peregrinaje por la obtención del poder mediante la astucia y el combate permanente. “Razón de Estado” prefirió llamarlo el famoso florentino.

Al ubicarnos en el contexto venezolano, tenemos que ser sensatos para comprender que la realidad de los hechos es la que vale en política y no lo que verdaderamente deseamos. Tenemos frente a nuestros ojos a un régimen que juega rudo y de forma perversa. Cuando cree oportuno, rompe las reglas para preservar el poder del Estado. Provoca, arremete con fuerza, doblega la dignidad humana, compra favores, incita a la abstención, manipula a sus anchas, corrompe a propios y extraños, divide a sus oponentes y se da el tupé de hablar en nombre del alicaído pueblo para seguir cometiendo fechorías. Lo cierto del caso es que está vivito y coleando porque ha sido acertado en su estrategia frente al adversario, más allá del carácter abominable de sus prácticas políticas.

La puesta en marcha de “divide y reinarás” le ha permitido al régimen salir ileso de diversas amenazas. Hoy, cuando tiene la soga al cuello, saca una carta debajo de la manga. Inhabilita a sus principales contendores, violando la propia Constitución, y amenaza con adelantar las elecciones presidenciales. Juego de estrategia para bajar la moral del inmenso universo opositor que está decidido a votar para acabar con esta terrible pesadilla.

Es allí donde la dirigencia opositora debe actuar con las neuronas y poner los pies sobre la tierra. Hay circunstancias que lo ameritan y estamos frente a ellas. Aquí no se trata de personalismo sino de salvar a Venezuela. Quien esté inhabilitado, sea injusta e inconstitucionalmente, debe tener la entereza de darle paso a otro y ayudar a salir de este oprobioso cuadro. Ha de apostar a la unidad para derrotar al régimen y garantizar una transición política. Es un acto de comprensión y grandeza frente al terrible monstruo que tenemos al frente. Debe dejar las emociones y centrarse en el futuro inmediato, el cual le será provechoso. Es sentido común, responsabilidad y liderazgo ante las circunstancias apremiantes.

Al respecto, Immanuel Kant en “La metafísica de las costumbres” nos ilustra frente a los hechos políticos. En esa obra resalta: “Lo primero que debe decretarse, si el hombre no quiere renunciar a todas sus nociones de derecho, es este principio: Es menester salir del estado natural, en el que cada cual obra a su antojo y convenir con todos los demás en someterse a una limitación exterior, públicamente acordada”. En pocas palabras, no es el capricho personal que debe imperar en un proyecto común sino en el bienestar de la nación donde se resguarden los derechos individuales, colectivos y difusos, como solemos decir en el ámbito jurídico.

Politólogo y profesor universitario.

 

Traducción »