Las elecciones constituyentes del pasado 7 de mayo en Chile se saldaron con la victoria de la extrema derecha: el Partido Republicano encabezado por José Antonio Kast alcanzó el 35,5% de los votos (23 escaños sobre los 50 que se disputaban); los comicios tenían como fin la elección de los miembros del Consejo Constitucional encargado de redactar la propuesta de una nueva Constitución (la vigente fue aprobada en 1980, durante la dictadura militar de Pinochet).
En segunda posición -y a una distancia considerable (28,3% de los sufragios)- quedó la coalición Unidad para Chile (Convergencia Social que respalda al presidente Boric; el Partido Comunista y el Partido Socialista, entre otros).
Unos meses después del resultado electoral, el pasado 25 de agosto, el Gobierno de Estados Unidos hizo públicos dos documentos relacionados con Chile, del 8 y 11 de septiembre de 1973, dirigidos al entonces presidente norteamericano, Richard Nixon.
El primero destaca cómo “se han recibido varios informes de Chile que indican la posibilidad de un golpe de Estado militar (…); el movimiento de extrema derecha Patria y Libertad ha estado bloqueando carreteras y provocando enfrentamientos con la Policía Nacional, aumentando la tensión causada por las continuas huelgas y movimientos políticos de oposición” (al Gobierno de la Unidad Popular).
En cuanto al informe desclasificado del 11 de septiembre –fecha del ataque al Palacio de la Moneda-, incluye el parágrafo siguiente: “Los planes de los oficiales de la Marina para desencadenar una acción militar contra el Gobierno de Allende cuentan con el apoyo de algunas unidades clave del ejército; también (la Marina) cuenta con la ayuda de la fuerza aérea y la Policía Nacional”.
Además el 22 de agosto, la Corte Suprema condenó a penas -de entre 10 y 15 años de cárcel- a seis militares chilenos (en situación de retiro) por el asesinato del diplomático español Carmelo Soria; los seis penados -que ejercían como oficiales de la DINA, policía secreta de Pinochet- torturaron previamente al fallecido; el crimen se perpetró en julio de 1976; Carmelo Soria estaba refugiado en Chile, donde trabajaba como funcionario de Naciones Unidas.
Tal vez pueda situarse un precedente en la ratificación de la condena, por parte de la Corte Suprema en 1995, a dos integrantes de la cúpula de la DINA –el general en retiro Manuel Contreras y el brigadier Pedro Espinoza-, como autores intelectuales del asesinato del embajador y exmiembro del ejecutivo de la Unidad Popular, Orlando Letelier; fueron condenados a seis y siete años de prisión.
El asesinato de Orlando Letelier se produjo el 21 de septiembre de 1976 en Washington, mediante la instalación de una bomba en el automóvil de la víctima (también falleció la ayudante de Letelier, Ronnie Karpen Moffitt, de nacionalidad estadounidense).
El caso más reciente es el del cantautor Víctor Jara y el director General de Prisiones con la Unidad Popular y militante del Partido Comunista de Chile, Litrré Quiroga; la Corte Suprema condenó el 28 de agosto a los siete militares en retiro que terminaron con la vida del músico y el político; se trata de Raúl Jofré, Edwin Dimter, Nelson Haase, Ernesto Bethke, Juan Jara y Hernán Cachón.
La pena se concreta en 15 años de cárcel para cada uno de los militares citados –por los dos homicidios- y otros diez años de prisión también por el secuestro de Víctor Jara y Littré Quiroga. A estas condenas se agrega la del exfiscal militar Rolando Melo Silva: ocho años de cárcel por el encubrimiento de los delitos.
Víctor Jara fue torturado y asesinado por disparos de bala en el Estadio Chile, emplazado en Santiago y reconvertido en campo de concentración; sus restos mortales fueron hallados el 16 de septiembre de 1973 cerca del Cementerio Metropolitano. La muerte de Littré Quiroga se produjo en circunstancias similares.
Una aproximación de interés al miembro de la nueva canción chilena es el libro del periodista e historiador, Mario Amorós, La vida es eterna. Biografía de Víctor Jara, de 404 páginas y publicado en mayo por Ediciones B.
La reseña editorial destaca, entre otros puntos, cómo Víctor Jara “profundiza en su actividad como solista, que alcanzó su etapa más fértil cuando apoyó a la Unidad Popular y al presidente Salvador Allende como militante comunista”; entre los temas más conocidos del cantautor y director teatral figuran Te recuerdo Amanda, El derecho de vivir en paz; La vida es eterna en cinco minutos; Duerme, duerme negrito; Ni chicha ni limoná o El arado.
Víctor Lidio Jara Martínez creó las canciones “instintivamente, sin haber estudiado música, sin saber escribir las partituras; las interpretó con su guitarra con un estilo que evocaba el de la provincia de Ñuble, donde vivió sus primeros años”, resalta Mario Amorós; el compositor chileno nació en 1932, pasó una parte de la infancia en el mundo rural donde su madre, Amanda Martínez, le enseñó a apreciar la música folclórica.
El texto de Mario Amorós subraya asimismo la condición de director de teatro, principalmente en los años 60 del siglo pasado; así, Víctor Jara dirigió obras como Parecido a la felicidad, Ánimas de día claro o La Remolienda, las tres escritas por el dramaturgo Alejandro Sieveking.
El artista se desplazó por Argentina y Uruguay, además de Cuba, donde en 1960 conoció al revolucionario Ernesto Guevara (unos años después le dedicó una canción, El Aparecido).
Asimismo, “junto con Patricio Manns, Isabel y Ángel Parra, y Rolando Alarcón, (Víctor Jara) fue protagonista del nacimiento y desarrollo de la Nueva Canción Chilena y, entre 1966 y 1969, dirigió el conjunto Quilapayún”, subraya La vida es eterna. Biografía de Víctor Jara.
Otro aspecto relevante es cómo, en la campaña para las elecciones presidenciales de 1970, en las que resultó vencedor Salvador Allende y la Unidad Popular (36,3% de los votos), Víctor Lidio Jara no se centró tanto en la dirección teatral como en la guitarra y las canciones (militaba en las Juventudes Comunistas).
Además de los fallos judiciales, se han producido otros avances; el presidente de la República, Gabriel Boric, presentó el 30 de agosto el Plan Nacional de Búsqueda, Verdad y Justicia, con el fin de hallar a 1.162 personas víctimas de la desaparición forzada.
Entre los ejes de la iniciativa figuran aclarar las circunstancias de la desaparición y/o muerte; garantizar el acceso a la información y participación de los familiares; y llevar a término medidas de reparación y garantías de no repetición.