Franklin Virgüez es un hombre que siempre ha hablado sin tapujos. Lo ha hecho como artista y como ciudadano a la hora de denunciar la crisis del país, posición que, afirma, le ha obligado a decidir no venir a Venezuela, pues teme terminar en la cárcel o muerto.
Participó en telenovelas icónicas como Pobre negro, Por estas calles o Cosita rica, en producciones importantes de la filmografía nacional como Cangrejo, La casa del agua o Domingo de resurrección. Pero fue en julio cuando el intérprete de 70 años de edad ganó su primer premio en el séptimo arte: el de Mejor Actor de Reparto del Festival del Cine Venezolano por su caracterización del coronel Lugo, el militar que en pocos minutos logra infundir terror en Simón, la ganadora del certamen que acaba de estrenarse en los cines nacionales. Actualmente el actor, férreo crítico de la revolución bolivariana, trabaja en proyectos como una autobiografía y un programa para EVTV Miami. Considera que las circunstancias del país han llevado a mucha gente a callar por miedo. “No lo llamaría cobardía. Simplemente creo que están resguardándose porque en Venezuela quienes están en el poder no son democráticos”
No voy porque si yo piso Venezuela a mí me joden. Porque yo he sido extremadamente radical en mi posición contra la tiranía. A lo mejor me matan, me meten preso. Yo he dicho en reiteradas ocasiones que no piso Venezuela mientras la tiranía esté en el poder, expresó el actor que vive en Miami, Estados Unidos, donde trabaja en proyectos como un libro autobiográfico y un programa para EVTV Miami del que no puede dar detalles.
Intérprete en telenovelas icónicas como Pobre negro, Por estas calles o Cosita rica, así como en películas como Cangrejo, Domingo de resurrección o La casa del agua, Virgüez ganó en julio su primer premio en el séptimo arte: el de Mejor Actor de Reparto del Festival del Cine Venezolano por su caracterización del coronel Lugo en el filme Simón, dirigido por Diego Vicentini.
La cinta, que se llevó la mayoría de los galardones principales del certamen y representará a Venezuela en los Premios Goya, se estrenó esta semana en las salas de cine nacionales. Cuenta la historia del joven estudiante Simón (Christian McGaffney), un líder de la resistencia que migra a Miami huyendo de la persecución del régimen y se debate entre regresar al país o pedir asilo mientras lo persigue el fantasma de la represión y la tortura que vivió en la cárcel.
El coronel Lugo tiene pocas escenas en Simón, las suficientes para infundir miedo y convertirse en una representación de la tortura y la represión. Virgüez no lo define como una persona chavista u opositora, para él no es más que un asesino frío y calculador.
“Hice un personaje que no es chavista, no es escuálido, para utilizar un término de ellos. Ese personaje es absolutamente apolítico. Es un asesino y está preparado para matar. Si hoy mata escuálidos, por decirte algo, mañana mata chavistas, dependiendo de quién esté en el poder. Simplemente es un asesino”, explicó el actor, que llegó a la películas luego de realizar un casting.
“Aquí se hace casting para todo. No es como en Venezuela que teníamos un contrato para toda la vida, contratos exclusivos para un canal de televisión. He hecho casting en México, Colombia, en todos lados. Me llamaron para hacer casting y lo hice”, recordó.
Confesó que desea volver a respirar El Ávila y caminar en su natal Barquisimeto, que considera la ciudad más bella del mundo. “Me muero, pero seguirán diariamente en mis recuerdos, en mis querencias”.
Del libro que está escribiendo, explicó que está contando su vida poniéndola en contexto con lo que ocurría en el país en ese momento. “El año en que nací inauguraron, por ejemplo, el Pasaje Zingg, Pérez Jiménez estaba lanzando la primera pelota en el Universitario para los primeros Juegos Centroamericanos…”.
Espera tener el manuscrito listo dentro de dos meses. Lleva 70 páginas y le faltan al menos 70 más. “Anoche escribí hasta las 3:00 am”, aseguró.
—¿Cómo fue la caracterización del coronel Lugo? Aterroriza en el poco tiempo que aparece en pantalla.
—Porque la rabia y el odio que como ciudadano venezolano exiliado siento los trasladé al personaje. Yo me di cuenta, mientras filmábamos, de que este personaje es un asesino que está preparado para matar en silencio. No tiene que subir la voz. Es un tipo silencioso porque tiene el poder de matar. Sabe que tu vida depende de él, no de ti, ni de Dios. Aparte es ateo, es un personaje que no cree en Dios, en nada. Cree en el poder de matar.
—¿Qué tal fue su relación con el director?
—Me llama la atención la juventud de ese muchacho. Lo intelectual que es. Muy preparado. Sabes que hay directores que pegan gritos: “Action!”. Este carajo no. Diego es (susurra): “Acción”. De vaina lo escuchaba yo. Es un director silencioso porque está claro, sabe lo que quiere. Y bueno tú le das lo que pide. Comenzamos temprano en la tarde y terminamos como a las 5:00 am. Es un galán, vale. Diego prácticamente podría ser protagonista de una telenovela. Un galán. Pero un muchacho preparado y rodeado de gente de cine.
—¿Qué percepción tiene de las nuevas generaciones de cineastas venezolanos?
—No conozco mucho. Soy de la generación de César Bolívar, Román Chalbaud, me quedé ahí. Salí del país hace 23 años, entonces me quedé en esa generación de directores. Pero ahora resulta que hay una cantidad de nombres que no conozco, gente joven, no solamente en el cine sino en la televisión y en el teatro. En Estados Unidos, México. En México hay una cantidad de jóvenes directores que están haciendo televisión y haciendo cine. Incluso están haciendo radio. Yo estoy metido en un proyecto de una radionovela para las redes. Es totalmente distinto al concepto que nosotros conocemos. Ya grabé varios capítulos de esa radionovela que están haciendo para las redes sociales.
—En redes sociales ha tenido confrontaciones abiertas con figuras por motivos políticos. El caso más reciente es el de Roberto Messuti. ¿Cree que habrá algún día una reconciliación entre venezolanos?
—En este momento, lo que siento a distancia, lo que he podido percibir conversando con gente que va y viene, es que la decepción que produjo la caída política de Juan Guaidó fue tan grande y dolorosa para muchos que en el país lo que hay es un acomodo, sobre todo en la gente joven. Tú me hablas de estos directores y artistas, que en un momento determinado fijaron una posición contra la tiranía, pero en este momento percibo es un acomodo. No es que estén a favor de la tiranía, sino que sencillamente callan. Incluso jóvenes empresarios que ahora están enfocados en sus negocios y si tienen que negociar con algún sector de la tiranía para sobrevivir lo hacen. Siento que en Venezuela ocurre eso. Hay una luz de nuevo que origina la señora María Corina Machado, pero hay precaución en la gente. Gente que tiene que ver con los medios. Simplemente están esperando a ver qué va a ocurrir. Percibo que hay que sobrevivir, y si hay que guardar silencio y convivir con esta gente para sobrevivir, se convive. Eso es lo que percibo a distancia de mucha gente en este momento.
—Recientemente se anunció la realización de una telenovela producida por Venevisión e Hispanomedios, con actrices de peso involucradas como Elba Escobar o Tania Sarabia. ¿Tiene una posición al respecto?
—Todo eso tiene que ver con la resignación. La gente asume una posición y, bueno, tienen familia allá, tienen miedo, el temor generado por la tiranía que te mata, te siembran drogas o te clavan aquello de la Ley del Odio y te meten preso. Hay casos de periodistas, como Roland Carreño, que está preso y no sabes por qué. Ellos le endilgaron unos cargos, pero es que es así, te endilgan cargos y te meten preso. La gente tiene miedo y, bueno, van y hacen un trabajo porque es su país, pero recuerdo que muchos artistas en el pasado formaron parte de las filas del MAS en la época de Teodoro (Petkoff), por ejemplo. Era gente que estuvo en la centroizquierda, porque te voy a decir algo: la señora Amanda Gutiérrez merece todo el reconocimiento que le podamos dar. Esa señora pateó calle. La agredieron. Estuvo allí. Igual que Javier Vidal, Julie Restifo, Carlota Sosa, Héctor Manrique. ¡Héctor Manrique merece un reconocimiento al valor! Están allá, y esta gente no juega carritos a la hora de asesinar. Lo hacen y punto. Cada vez que leo un tuit que de vez en cuando publica Héctor a mí me preocupa. No es cuento. Que hagan o no hagan cosas allá: bueno, que las hagan, ellos pueden, tienen el derecho.
—¿Y alguna productora se ha comunicado con usted para que participe en este tipo de trabajos?
—Ninguna. No lo van a hacer porque tienen miedo. Aquí en Miami hay empresas que antes me patrocinaban una obra de teatro y ya no lo hacen. ¿Por qué? Porque tienen subsidiarias allá en Venezuela y tienen miedo de que la Guardia Nacional, la tiranía en sí, les tumbe sus empresas allá, se las expropie. Son muchos los vericuetos. Yo entiendo lo de los artistas, lo comprendo perfectamente. No lo llamaría cobardía. Simplemente creo que están resguardándose porque en Venezuela quienes están en el poder no son democráticos, son asesinos.
—En Caracas se presentó hace poco la obra de teatro Un vestido para Doris Wells, que tiene como contexto la época dorada de la televisión venezolana. ¿Siente nostalgia por esa época?
—Siento mucha nostalgia. Porque en Venezuela nosotros llegamos a ser los número uno en el mundo con nuestras producciones. Yo llegué a viajar en representación de Radio Caracas Televisión a Estados Unidos. Me mandaban a hacer giras con Telemundo porque nuestras telenovelas estaban en horario prime time en Estados Unidos; también en Centroamérica y Suramérica. Hacíamos trabajos de calidad. Yo participé en eso que (José Ignacio) Cabrujas llamaba la televisión inteligente, la televisión culta. En todo aquel ciclo de Rómulo Gallegos y Arturo Uslar Pietri participé. Hice muchas series relacionadas con esa televisión y telenovelas muy importantes. Pobre negro, por ejemplo, fue una tremenda producción de RCTV. La última gran telenovela que se hizo en Venezuela, la última gran producción inteligente en Venezuela, la hizo Venevisión. Se llamaba Voltea pa’ que te enamores. Yo hacía Gabito, un personaje sumamente hermoso, inteligente, que desafortunadamente tuvieron que matar para que yo pudiera salir de Venezuela, porque las amenazas contra mí fueron muy fuertes. Eso ocurrió durante el cierre de RCTV. Yo me presenté en Globovisión. Me arrodillé, le pedí a (Hugo) Chávez que no cerrara el canal, llorando, y bueno, bastó eso para que se me atacara y amenazara. El canal decidió que me tenía que ir. Entonces, nada, mataron al personaje.
—¿Se arrepiente del gesto que hizo?
—De repente me arrepiento de la arrodillada. Pero no me arrepiento de lo que hice. Porque lo hice por RCTV. Ya yo no estaba en el canal. Estaba aquí en Estados Unidos trabajando con Venevisión Productions, pero entonces fui para allá a hacer esa novela. Lo hice por RCTV, donde estuve 27 años. No es cualquier cosa.
—¿Tiene esperanza de que haya una época similar a esa época dorada de la televisión?
—Creo que van a venir cosas mejores a futuro. Esa televisión ya quedó atrás porque la tecnología es otra. La telenovela desapareció. La telenovela como género ya no se hace, no es comercial. Cuesta mucho dinero y no hay quien te la compre. Ahora el mundo vive en una velocidad distinta. Los decibeles cambiaron. Ahora se producen series más cortas y más dinámicas. Tienen que tener la misma estructura. Debe haber una historia de amor y un desamor, un sí y un no. Pero la grabación, la manera de hacer, cambió totalmente. Se puede seguir haciendo televisión inteligente como en el pasado, pero los conceptos han cambiado muchísimo. Las redes sociales son determinantes en todo. Los grandes canales que tenían esos views de 100 millones ahora tienen 15 o 20 millones, porque las redes sociales le han quitado views a la pantalla.
—¿No tiene complejos con la tecnología?
—No puedes tener problemas porque si los tienes, chao. Vete a un ancianato. Tengo 70 años y me siento y me veo como un carajito de 20. Trato de aplicarme a lo que puedo. Aquí tengo un televisior gigantesco, una pantalla de cine, y abajo tengo una computadora, y al lado una impresora, tengo todo. Tengo mi trípode para hacer mis lives. En fin, me aplico.
—¿Y le gustaría actuar en una serie de algún servicio de streaming?
—Sí, he hecho casting para todo eso. Estuve en México haciendo El señor de los cielos, temporadas tres y cuatro. Estuve en Televisa haciendo dos o tres series. Hice otras cosas por ahí. He hecho y he estado. Incluso he hecho casting en los que no he quedado, pero hago casting, hago cosas. Hay que estar, debes estar. La televisión que vendrá después de este oscurantismo sociopolítico en Venezuela es una televisión que tendrá que ser inteligente. RCTV tiene un view millonario en este momento. Cuando RCTV vuelva al aire tendrá el share más alto asegurado, pero si los nuevos directivos, cuando el oscurantismo se acabe y la luz del sol vuelva a Venezuela, no se adaptan a lo que es la comunicación actual ese share va a desaparecer. No pueden volver al pasado. Tienen que reestructurarse y adaptarse al presente.
—¿Tiene más proyectos de stand up?
—Tengo uno que se llama Freud y mi bella genio, que le voy a cambiar el nombre porque, aunque no lo creas, en Europa mucha gente me preguntó quién es Freud. Es un stand up que tiene que ver con la historia de nuestra televisión. Un homenaje a la industria de la televisión, a los artistas que hicieron la televisión venezolana y a las series con las que nos educamos. Yo decidí ser actor cuando tenía 9 o 10 años. A esa edad vi por primera vez en Barquisimeto un televisor que compró un vecino y, a través de la ventana, veía Hechizada, Mi bella genio… Tras ver esa serie decidí que quería estar ahí.
—Como hombre de cine y televisión, ¿se siente amenazado por la inteligencia artificial?
—Esto lo vi venir hace tiempo. Aquí antes, cuando pasabas por la autopista, tenías que detenerte en el toll (peaje), darle el dinero a un señor que estaba allí y luego pasar. Después pusieron una cestica, tú tirabas el dinero y seguías. De repente desaparecieron los tolls y los señores que trabajaban ahí. Ahora simplemente compras un sticker, lo pones en el vidrio del carro, pasas, la computadora te registra y pagas. Ya desapareció esa fuente de trabajo. ¿Estamos amenazados? Coye, pana. Grabas un video y abajo tienes el color y el maquillaje que quieras. Sales bello o bella, porque todo te lo hace la computadora. Es increíble. Ahora bien, es una cuestión de estilo y criterio. Las películas hay que dirigirlas, actuarlas. Hay que emitir sentimientos. Dificulto que una inteligencia artificial pueda hacer el coronel que yo hice, a lo mejor lo hace ser más bonito, más perfecto y físicamente más atractivo. Pero, ¡la pinga!, ahí hay un corazón, una mente, una vaina emocional.
—¿Qué ha sido lo más complicado que le ha tocado vivir?
—El exilio. Salir de mi país sin esperanza de regresar. Quizás eso es lo que más envidio de los actores que recogieron su posición política pública para poder regresar a Venezuela, no ver hacia los lados. Yo no dejo de ver. De sentir que en Venezuela las mujeres paren en las calles, los niños mueren por desnutrición, que no hay medicinas, que los abuelitos no tienen su pensión, que las enfermeras, los profesores y los maestros no tienen su dinero, no cobran, que tienen que trabajar en otras labores para comprar algo de comida, que los pensionados se mueren porque no tienen medicinas, que la gente que se dializa no se puede dializar y muere, que el Hospital de Niños es un lugar en el que diariamente mueren niños por falta de atención médica, falta de medicinas, por falta de atención de todo tipo; que en el interior del país las industrias como las de Guayana las quebraron, que Pdvsa ha sido la caja chica de estos delincuentes, que la televisión desapareció, las producciones ya no se hacen… Yo no puedo. Pero no critico a quienes guardan silencio porque tienen sus necesidades y aman el país tanto como yo, y porque tienen familia allá y quieren regresar.
—¿Tiene intención de votar en las primarias?
—Me inscribí. Y te digo ya: voy a votar por María Corina Machado, con todo y que la tienen inhabilitada, pero es la opción que tengo. Si esa es la opción la asumo con responsabilidad, así como asumí lo de Guaidó, que fue una tremenda decepción, así como asumí lo de Capriles, que fue otra gran decepción. Seguimos asumiendo y vamos de decepción en decepción. Yo apuesto a que en algún momento vamos a salir de la tiranía.
Isaac González Mendoza – El Nacional