El pasado fin de semana, a la orilla de una hermosa playa en nuestro estado La Guaira, y con el vaivén de las olas del mar, reflexionaba -una vez más- sobre la necesidad de dejar atrás las diatribas estériles entre los venezolanos. Tomé mi celular y consulté en mi cuenta oficial de X el tema y la respuesta de mis seguidores no fue otra distinta a “O nos unimos, o nos hundimos”.
Este es un tema que nos ha dividido como sociedad por años. El ataque constante y el amedrentamiento permanente, en el caso de quienes ejercen el poder; y los insultos y diferencias públicas que tanto daño nos hacen, en la otra acera.
El país no quiere, ni necesita (más importante aún) mantener esta política de confrontación. Así lo revelan los más importantes estudios de opinión. Voy más allá, a mi humilde entender, esto es lo que ha distanciado -nuevamente- a la gente de la discusión política permanente.
Los venezolanos, en lugar del tiroteo, reclaman soluciones; en lugar del conflicto, necesitan paz. No, no soy una romántica, ni come flor; escucho a la ciudadanía constantemente, mi oído no se despega de la gente y es por ello que estoy convencida que debemos remar, todos, desde estos lodos que hoy vivimos y buscar avanzar a las aguas menos turbulentas de la vía electoral.
Griselda Reyes: @griseldareyesq
En mi catarsis de “ex-Twitter”, la gente una y otra vez coincidió en que “es necesario, para avanzar, la consolidación de una estrategia electoral que nos conduzca hacia una Venezuela libre”. Yo coincido plenamente con ellos y es que debemos ser sagaces para no perder el tren del año 2024.
En Venezuela urge que toda la clase política se entienda, más allá de un acuerdo común por 3.000 millones de dólares que se deben descongelar. Aquí debe haber muestras reales de desprendimiento de todos los sectores de la vida pública nacional.
Es dejar la diatriba y entender, por ejemplo, que las sanciones en nada nos ayudan a salir a frenar la caída libre en que vive nuestro país. Del otro lado, es dejar la saña contra quienes piensan diferente, como son los presos y perseguidos políticos.
Creo que el país valoraría enormemente que se supere de una vez por toda la polarización y se avance en los esfuerzos por generar las condiciones de vida que un día tuvimos y que merecemos. Entiendo que la crisis macro que vivimos no se soluciona de la noche a la mañana, pero entre plomo cerrado debe haber alguien que enarbole las banderas de la paz. ¡Hagámoslo por Venezuela!
Pero también puede salir del estómago, del intelecto, de la indignación de Venezuela, expresándola totalmente, aprovechando las brechas que la conciencia nacional ofrece, que el anhelo de libertad permite.