Se van reuniendo los operadores, los intereses por bloques diferentes.
Se van juntando alrededor de candidaturas encubiertas, en reserva, financiadas, que se venden como aclamadas, redentoras de la paz, la reconciliación, la concordia, las enterradoras de la diatriba que ya no es soportada por los venezolanos, es decir, los muchachos buenos de la película.
Allí habrá una, que no ganará las primarias porque no participará en ellas, tampoco las presidenciales del 2024, porque esa no es su tarea, sino dividir, llevar el mensaje, las notas del discurso para aromatizar el ambiente fétido del teatro de operaciones del régimen, aplanando crímenes, silenciando voces, denuncias , y narrativas que expresen lo que realmente ocurre.
Está otra que saldrá, del 22 de octubre, si se hace, y aunque no sea la más favorecida por el favor ciudadano, encabezará el bloque de los habilitados, de los partidos del estatus quo imperante.
Ambas se disputarán el favor, el financiamiento, el arreglo, el apoyo del aparato institucional del régimen, decisiones a conveniencia sobre siglas, contratos, viajes, y placeres.
Serán ellos, contra los venezolanos.
Y está la que el país anhela, la de la agenda que la Venezuela siente, y quiere.
Puede salir de las primarias, si va al encuentro y articulación de los afines; la unión que aún no existe, que todavía no ocurre, el encuentro con el resto de las voluntades, pequeñas, medianas, grandes, obreras, religiosas, militares, sindicales, intelectuales, con la calle, y la verdadera estrategia de ser libres.
Esta última de las primarias no depende, pero si fueran suspendidas, saboteadas; finalmente abortadas por las jugadas del régimen, reforzarán su alcance y carácter.
