Enrique González: Precios del café una alineación de interés público y privado

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Fedeagro, la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela, asoma por medio de su portal Web institucional la necesidad de analizar alternativas “a la forma de establecer el precio del café”. El director ejecutivo de Fedeagro señaló que es necesario pensar de manera distinta a lo ya conocido para poder establecer un precio en el rubro café.

Adicionalmente, el máximo oficial ejecutivo de dicho gremio, que representa los productores primarios, aseguró que en la actualidad existiría una nueva política por parte de los supermercados de incrementar su ganancia hasta un 50% sobre el precio de fábrica.

Finalmente, Fedeagro asegura que “dentro de la cadena de valor, el mayor problema que existe es que el 95% de la comercialización del café verde es a través de los intermediarios, eso no ocurre en ningún país del mundo”.

De lo precisado por Fedeagro se desprenden dos temas que aun cuando obviamente relacionados tienen implicaciones diferentes. El primer tema está relacionado con la “regla” de reparto o la repartición del valor a lo largo de la cadena de valor. El segundo referido al nivel del precio final del producto hacia el consumidor final.

Si bien asomamos estos dos temas como “separados” por razones didácticas, obviamente no son independientes, porque básicamente en los casos donde exista algún actor con poder de mercado o con un poder de negociación superior al resto de los actores a lo largo de la cadena de valor, éste podría incidir -total o parcialmente- sobre el porcentaje que captura del valor, así como sobre el nivel del precio final del producto.

El gremio del sector primario parece estar asomando que, cuando menos, existirían dos estadios de la cadena de valor con cierto poder de mercado y/o negociación: por un lado, los supermercados -fijando, supuestamente, un 50% de márgenes sobre el precio final- y por el otro lado -cuando menos colectivamente- los intermediarios –que “se quedan con una utilidad importante del negocio y no dan valor agregado a la actividad”-.

Cuando Fedeagro asoma que el sector de supermercados -haciendo alusión eventualmente a la totalidad del sector- ha logrado incrementar –“unilateralmente”- su margen de ganancia hasta un 50% sobre el precio, puede estar llamando la atención sobre un indicio de poder de mercado. Una empresa cuando incrementa su precio debería estar motivada a hacerlo por el hecho de que el “efecto precio o descreme” sobre la demanda que sigue comprando el producto al precio incrementado supera al “efecto volumen” referido a la pérdida de ingresos asociada a los consumidores que dejan de comprar el producto a un precio superior. Adicionalmente, el hecho que el precio del producto complementario entre con signo negativo en la Curva de Reacción o de Mejor Respuesta del otro componente o del estadio complementario en la cadena de valor puede hacer pensar que una empresa que poseyendo una ventaja competitiva como First Mover, contaría con los incentivos para aumentar su precio sabiendo que la otra empresa se verá forzada a moderar el precio que solicitará por su componente o por su estadio de la cadena de valor.

Asimismo, la forma en la cual Fedeagro destaca el peso relativo de los intermediarios en la adquisición intermedia del producto, parece señalar que constituiría un estadio con incidencia en la acumulación de márgenes a lo largo de la cadena de valor a través de la cual se va configurando precios y costos intermedios hasta llegar al precio final al consumidor final.

En tal sentido, en la medida que se presente más de un estadio de la cadena de valor donde existan operadores con poder de mercado, se podría estar generando un fenómeno conocido como Doble-marginalización. Si en más de un estadio de la cadena de valor existe oferentes con el poder de mercado como para incrementar sus márgenes, se estarán acumulando éstos -de forma sucesiva y compuesta- a lo largo de la cadena de formación del precio final. Dicho fenómeno termina por arrojar un precio final “muy elevado” -considerando el Bienestar Social-, generándose Ineficiencia Asignativa o demandantes no atendidos aun cuando cuentan con disponibilidades de pago superiores a los costos de proveerles el producto.

Este es un tema que podría afectar a toda la cadena de valor porque podría existir una mejora paretiana, es decir, un arreglo entre las partes que permita que todos los oferentes aumenten sus beneficios o cuando menos que ninguno vea disminuir el suyo, incluso aumentando la demanda atendida, así como el excedente de los consumidores. Es decir, que en términos de todos los stakeholder del mercado, incluyendo a los consumidores finales, se podría encontrar una solución a dicho fenómeno de Doble-marginalización.

Lo anterior no sólo es ampliamente reconocido por la teoría económica de las “Restricciones Verticales” sino que cuenta con una vasta evidencia empírica de arreglos a los cuales se ha podido llegar en sectores económicos donde existe una conciencia de que dicho fenómeno hace que todos los oferentes de dicho sector -agregadamente- terminan sacrificando ganancia y “dejando dinero sobre la mesa”.

En sectores económicos donde existe una comprensión de la complementariedad de cada uno de los estadios de la cadena de valor entre sí, suele existir una internalización o conciencia -cuando menos parcial- de que el fenómeno de márgenes sucesivos termina arrojando una demanda atendida muy baja.

Un ejemplo de un sector económico donde se han diseñado acuerdos y/o contratos para evitar dicho problema es el aeronáutico. En dicho sector, la Boeing y GE como oferentes de componentes complementarios de las aeronaves firmaron un contrato por medio del cual realizar una oferta centralizada y cobrar un porcentaje sobre un beneficio superior que al caso de la solución descentralizada donde se presentaría el problema de Doble-marginalización.

Dicho de otra manera, aun cuando existan empresas con poder de negociación a lo largo de la cadena de valor, éstas pueden poseer lo que se conoce en teoría de juegos como un “Valor de Amenaza o de Repliegue” a partir del cual un contrato que evite problemas de Doble-marginalización como el señalado anteriormente les permitiría capturar mayor valor del mercado.

En este caso, Fedeagro tiene un punto sólido para iniciar una conversación ganar-ganar a lo largo del sector café.

El otro tema identificado es el referido al nivel del precio final del producto, que termina estando incidido por lo descrito hasta ahora, es decir por los eventuales márgenes sucesivos a lo largo de la cadena de valor. Al resolver el problema de Doble-marginalizaciónceteris paribus– el precio final del producto podría ser inferior y aun así ganarían todos los oferentes mayores beneficios, así como el consumidor final mayor excedente. Los consumidores finales pagarían menos y una mayor cantidad de consumidores finales resultarían atendidos. En este sentido, tanto el interés privado como el interés público estarían alineados en una respuesta a dicho dilema.

Aun cuando lo anterior suena racional y rentable para los oferentes que forman parte de mercados que adolecen de problemas de Doble-marginalización, el hecho que existan muchos oferentes o estadios de la cadena de valor atomizados eleva los costos transaccionales, dificultando perfeccionar acuerdos y contratos. Asimismo, aun cuando exista conciencia de los beneficios de ciertos acuerdos, pueden presentarse “sesgos cognitivos” que dificulten firmar contratos cuando el valor incremental del acuerdo no termina siendo asignado de forma equitativa. Estas son dos razones que la teoría económica identifica como barreras al perfeccionamiento de acuerdos por más que resulten mejoras paretianas donde, potencialmente, todos puedan ganar.

Economista UCV. Profesor de Estrategia Competitiva, Universidad Torcuato Di Tella. Profesor de Economía Digital, UCAB. Profesor de Derecho de la Competencia, UMA.

 

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