Enrique Meléndez: Maduro en China

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Ese viaje de Nicolás Maduro por China me hace recordar un apodo, que le puso Hugo Chávez a George W. Bush, con ocasión de una tragedia, que ocurrió en los EEUU, y que lo sorprendió en plenas vacaciones; como ocurre en los países occidentales; donde los presidentes se dan unos días de descanso; tragedia que ameritaba su presencia; lo que llevó a Chávez a calificarlo como “el rey de las vacaciones”. El sentido común del venezolano le dice que Maduro no tiene nada que ofrecer por el momento, salvo ron, tabaco, café, frutas y chocolate, que es lo único que se registra como exportaciones no tradicionales; pero eso en mínimas proporciones, pues en lo que se refiere a petróleo, lo único que se está produciendo es con la ayuda de la Chevron; que hasta la presta servicios industriales a Pdvsa. Pero, además, se trata de un país donde se cayó el consumo. Según las calificadoras de riesgo, un profesional hoy en día no está en capacidad de adquirir un apartamento; dado que el nivel de sus ingresos no le alcanza, en ese sentido, producto de una inflación devoradora, y es por eso que se ha producido esa diáspora tan inmensa de nuestros compatriotas por el mundo entero; pues en este país han desaparecido las oportunidades de vida. A ese respecto, uno dice que, si un profesional asalariado no está en capacidad de comprar un apartamento, mucho menos lo está para adquirir un vehículo. Así que hay un país donde, no sólo se acabó su parque industrial y su producción agrícola, sino que no hay consumo; que es en lo que pudiera beneficiarse China, sobre todo, en la comercialización de vehículos; que ha sido uno de sus logros a nivel mundial.

Por otra parte, se trata de un país donde no hay garantías económicas y jurídicas; lo que aleja a los posibles inversionistas, a pesar de que el gobierno ha creado las famosas zonas económicas especiales; donde, al parecer, todo se permite; el hecho es que cuando se trata de un régimen tumultuario, como el que nos rige, lo que priva es la voluntad del caudillo, quien es el que pone y dispone de acuerdo a sus caprichos. Fue patético aquel Chávez en la plaza Bolívar de Caracas, apuntando con el dedo hacia la casa que hace esquina en las famosas Gradillas, que perteneció al Libertador, como parte de su fortuna, y, luego de señalar tal potestad, sentenciar:

-¡Exprópiese!- Sin fórmula de juicio alguno. Luego, el tercio no sabía el daño, que le hacía a la economía, en términos de confianza, y de esa sentencia hasta el infinito: que sería aquel señor Juan Carlos Loyo, entonces ministro de Tierras, quien con revolver en cinto repetía la misma frase en fincas en plena producción, donde se posesionaba; con el cuento de que ocupaban tierras ociosas, y así que comenzó a aparecer por todo el país carteles que decían: “Tierra recuperada por la revolución”, y que no traía consigo sino a hordas de los llamados “sin techo”, y que, al final, terminaban construyendo barracas; suertes de barrios marginales, que es uno de los productos, por excelencia, de la revolución bolivariana; además de tramas de corruptos, que se han sucedido una y otra vez a lo largo de estos 24 años.

En efecto, fue atendido por el gran patriarca Xi Jiping, y Maduro anunció la firma de una serie de acuerdos bilaterales, para intercambio de alimentos y tecnología; en donde estaría de por medio una presencia más acentuada de los chinos en Pdvsa y en la CVG, y que es lo peligroso de este asunto, y que llena de malicia a la opinión pública. Primero, le permitieron que se diera sus vueltecitas por la geografía del país; calificada de gigantesca, y donde disfrutó de lo lindo, por supuesto: una montaña sagrada donde realizó un ritual budista, en su itinerario, los mejores restaurantes, suites presidenciales en hoteles cinco estrellas; luego, fue atendido por el caudillo chino y, en ese sentido, se habló de la firma de unos 31 convenios. ¿Un lunático en China? Uno diría que lo más tragicómico de este viaje de placer de nuestro mandatario, fue el anuncio que hizo, de que en el futuro más inmediato un venezolano viajará a la luna. ¿Acaso será rifado entre la ciudadanía este privilegio? Pudiera ser en todo caso Nicolás Maduro Guerra, que también andaba como primer chicharrón entre la comitiva; además de la infaltable Cilia Flores y la eficiente Delcy Eloina. Aunque donde no dejó de estar presente también la cursilería, como se vio en el caso de unas lucecitas, producidas por unos drones en el cielo nocturno de una de las ciudades, que visitó Maduro, en señal de bienvenida; que después se supo, que había sido una iniciativa de la recién susodicha, y no de las autoridades de la región, como se quiso hacer ver.

En esos 31 convenios hay proyectos de desarrollo, exclusivamente chinos, que se ubicarían en las llamadas zonas económicas especiales; donde se permite, según se interpretó de la ley, que dio lugar a dichas zonas, el ejercicio del trabajo esclavo; lo cual es algo que se le ha criticado mucho a la China; pues por ahí partió ese desarrollo económico, que mantuvo por espacio de unos diez años de 10% del PIB; razón, además, por la que en un principio no fue aceptado el país en la Organización Mundial del Comercio. Por lo demás, China no está en capacidad de reconstruir nuestra industria petrolera; que sería lo prioritario en aras de la recuperación de la economía, y lo que se observa de este relanzamiento de las relaciones entre ambos Estados; que Maduro definió como de Asociación Estratégica, rumbo a un “nuevo orden mundial”, es que detrás de las intenciones de Xi Jiping están sus ansias de expansión geopolíticas; sobre todo, en un momento en que la India ya le ladra en la cueva también, en tanto que potencia mundial.

 

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