El joven Rómulo Betancourt identificó muy temprano la importancia que tendría el petróleo en el devenir del siglo XX venezolano. En su primer exilio en Curazao comenzó a leer – en inglés – los importantes libros que sobre el tema publicaban las editoriales más importantes del mundo. A la luz de la luna, y de los faroles de alguna de las plazas de la isla inició sus lecturas diccionario en mano: we – nosotros, oil – petróleo, well – pozo, pipeline – oleoducto. Así el joven Rómulo fue “traduciendo” el primer libro. El segundo sería más fácil que el primero y el tercero más fácil que el segundo y así sucesivamente – comentaría años después cuando ya era una referencia política latinoamericana.
En su monumental “Venezuela, política y petróleo”, Betancourt plantea entre otros aspectos la muy injusta la relación de los venezolanos con su petróleo en los años del gomecismo. En el capítulo “La danza de las concesiones”, describe cómo se entregaban estas a los amigos del régimen para que se enriquecieran otorgándoselas a las transnacionales petroleras, a veces en tiempo récord. Por cierto, la primera CVP venezolana fue la de Juan Vicente Gómez, una compañía que repartía las concesiones entre los amigos y familiares del dictador.
También comentó Betancourt en ese libro, cómo la primera Ley de Hidrocarburos (1920) fue cambiada dos veces a petición de las transnacionales, y el desparpajo de Juan Vicente Gómez cuando les dijo a los representantes de estas, la vergonzosa frase: “hagan ustedes las leyes porque ustedes son los que saben de petróleo”. Y cómo botaron del cargo al padre de esa primera Ley, el digno ministro de Fomento Gumersindo Torres. También muestra Betancourt los bajos impuestos petroleros de Venezuela, mucho menores que por ejemplo los de México.
Betancourt estaba consciente que el dictador Juan Vicente Gómez se había sostenido en el poder durante tantos años, debido a su actitud entreguista y complaciente con los monopolios petroleros.
En sus documentos iniciales “En las huellas de la pezuña” y el “Plan de Barranquilla”, Betancourt asomaba la necesidad de incrementar la participación de Venezuela en el negocio petrolero y de utilizar esta riqueza para beneficiar al país. En este sentido iba en línea con el deseo colectivo que magistralmente supo acuñar Arturo Uslar Pietri con su frase “sembrar el petróleo”.
El 18 de octubre
Al llegar al poder el 18 de octubre de 1945, Betancourt comenzó a poner en práctica sus ideas referentes al negocio petrolero. Había hecho una maravillosa dupla con otro venezolano de primera: Juan Pablo Pérez Alfonzo (JPPA).
En 1943, JPPA fijó posición en referencia a la ley petrolera liderada por el presidente Isaías Medina Angarita. Planteó que en general estaba de acuerdo con ella; pero que se abstenía de emitir su voto aprobatorio (Cámara de Diputados), entre otros aspectos porque no se cobraban viejas deudas a las petroleras.
También Betancourt y JPPA se empeñaron en el llamado fifty – fifty, que consistía en dividir en partes iguales (50-50) los beneficios de las petroleras, entre el estado venezolano y las compañías. Aspecto este muy de avanzada que sirvió de estímulo reivindicatorio a los emergentes países árabes.
Otro aspecto petrolero en que se centró Betancourt fue en la política de “no más concesiones”. La dupla Betancourt – JPPA insistió en que las petroleras apenas habían explorado un mínimo de las gigantescas áreas otorgadas. Enemigos de estas políticas cuestionaron que se paralizaría la dinámica del negocio y que los capitales drenarían hacia otras zonas, como en efecto sucedió hacia los países árabes. Hay que hacer la aclaratoria que esto era inevitable, ya que esos países además de poseer las mayores – y mejores – reservas, generaban miles de barriles por cada pozo, mientras la productividad de los pozos venezolanos apenas llegaba en promedio a cientos de barriles.
La república civil
En 1959, luego del derrocamiento de Pérez Jiménez, el presidente Rómulo Betancourt nombró ministro de minas a JPPA. En una sorpresiva visión estratégica consideraron a los árabes como socios en la producción del petróleo, en lugar de calificarlos como competidores. Observaron que debían rivalizar no entre ellos, sino con las transnacionales que, bajo la figura de las Siete Hermanas, gobernaban a su antojo el negocio petrolero.
JPPA, junto al ministro de petróleo árabe Tariki, se convirtieron en los padres de la OPEP. Demás está decir que la OPEP es considerado el fenómeno geopolítico y económico más importante del siglo XX, y todavía juega un importante rol en lo que va de este siglo.
Producto del empeño en que los venezolanos incrementáramos nuestra participación en los ingresos y en la ejecución del negocio petrolero, en 1960 se creó la Corporación Venezolana de Petróleo (CVP).
Hay que aclarar que la política petrolera de Betancourt, era compartida con personalidades políticas como Rafael Caldera, Jóvito Villalba, importantes venezolanos de todas las áreas y en general, por los partidos democráticos.
Sin embargo, había tendencias divergentes. Una síntesis de las posiciones del pensamiento petrolero de la época la ofreció el debate JPPA- Uslar Pietri (AUP), moderado por Carlos Rangel, en 1964. JPPA dijo no más concesiones, AUP sí más concesiones. JPPA planteaba que lo importante eran los precios y el ingreso superior por barril y AUP planteaba maximizar la producción. JPPA esbozó su Efecto Venezuela y AUP expresó que no debería haber límites a las divisas que ingresaran al país.
¿Quién tuvo razón?… un apasionante tema.
En 1967, JPPA expuso lo que se puede denominar la estrategia petrolera de la democracia. Se sintetizó en el llamado Pentágono Petrolero, que mostraba cinco aristas: Creación de la OPEP, Fundación de CVP, Conservación de los Hidrocarburos, Participación razonable, y No Más Concesiones.
Fue una política de estado. Caldera, la otra referencia de poder de la época, estuvo de acuerdo. En su primer gobierno, creó los Contratos de Servicio en la búsqueda de capitales, así como las leyes de nacionalización del gas y de reversión.
Betancourt y la nacionalización
Las políticas de Betancourt desembocaron en la nacionalización del negocio petrolero. Ante el desacuerdo de la mayoría del estamento político, la alianza AD – Copei impuso el Artículo Quinto de la ley de nacionalización, una puertita que permitía inversiones internacionales y que fue muy útil para la futura apertura petrolera. Por ese artículo quinto, Betancourt tuvo una divergencia conceptual con JPPA, quien por ese motivo calificó a la nacionalización petrolera de “chucuta”.
En síntesis…
El estadista Rómulo Betancourt fue un timonel que, en medio de tormentas, orientó las estrategias petroleras entre la época de la “danza de concesiones” y la de una nacionalización a todas luces exitosa. Maximizar ingresos, participar en el negocio, industrialización y democracia a partir del petróleo, fueron los elementos fundamentales. Venezuela tuvo el mayor crecimiento del PIB del mundo entre los años treinta y los ochenta.
Lo que vendría después es harina de otro costal. Quedamos pendientes de profundizar el tema: Gómez y el petróleo, CAP y el petróleo, Chávez y el petróleo… Usted y su petróleo.
Tenemos que detallar nuestra historia petrolera para modernizar políticas y no repetir errores cuando llegue la hora de la resurrección del negocio.
Que llegará.