Neuro Villalobos: La revolución como fetiche y la revancha de los poderosos

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La mentira permanente es degradante, es el instrumento favorito de los mediocres y viles para intentar imponer sus ideas. Neuro J. Villalobos Rincón.

Por ahora podemos vislumbrar, desde el punto de vista conceptual, dos grandes amenazas para la humanidad: la revolución como fetiche y la revancha de los poderosos, tal como se presentan con su carga de ilusiones, mentiras  y peligros. Para una acción revolucionaria, se requiere no un líder carismático, porque el carisma -nos dice Peter Drucker- es en realidad la perdición de los líderes ya que esta característica los convence de su infalibilidad y los vuelve inflexibles. En su lugar se necesita un liderazgo transformador que es el que convierte a sus seguidores en líderes, y a éstos los convierte en agentes de cambio.

Las revoluciones imponen cambios acelerados de carácter violento en las estructuras económicas, sociales y políticas de un Estado o Nación. Todas las conocidas hasta ahora han derivado en supresión de la libertad y han sido regadas con mucha sangre inocente, y ese,  necesariamente, es el costo de imponer modelos  con una visión sectaria, fanática o idealista, en aras de una pretendida igualdad contraria al derecho natural de toda persona a ser distinta y de vivir en libertad.

Las revoluciones por esencia no son democráticas, la caricatura de la que se ha querido imponer en Venezuela, mucho menos, ya que el Estado de Derecho ha sido reemplazado por el derecho del Estado a decidir sobre el conjunto de relaciones sociales y el comportamiento de los individuos viviendo en sociedad,o eliminando los espacios de libertad en función de un interés colectivo que se abrogan las camarillas y bandas de delincuentes que se creen dueños del poder y de la nación entera.

La revolución se convierte, por imposición, en un fetiche, que debe ser venerado como un ídolo, disfrazando el despreciable culto a la personalidad de quienes se consideran con derecho a disponer, disfrutar y destruirlo todo, para, sobre los escombros, construir una nueva sociedad utópica y crear un hombre nuevo, cuyos valores se centran en una cosa, en nuestro caso, llamada Socialismo del siglo XXI, que si bien pudo ser un método importante de análisis para entender la lógica de funcionamiento del sistema capitalista, en la práctica lo que propone es eliminar la propiedad privada sobre los medios de producción, la dictadura del proletariado y la utilización de los mecanismos del Estado, así como su poder coercitivo, como instrumentos de transición hacia una sociedad comunista, comparable por los fetichistas del “socioabismo” , con el paraíso terrenal.

Invocando una supuesta igualdad entre los miembros de una sociedad, el Estado invade todos los espacios de la vida social y personal desde el punto de vista material y hasta espiritual, ya que considera que la religión, cualquiera que sea su orientación, es alienante y a los sacerdotes los considera unos diablos con sotanas.

Además del fetichismo revolucionario, tenemos que estar alertas ante la evolución del poder que parece no tener banderas de izquierda ni de derecha, el signo no parece tener importancia frente a los intereses de quienes han venido accediendo al poder político y al poder económico, tal como nos advierte Moisés Naim quien visualiza al poder como una nueva forma maligna que se constituye en nuestro nuevo enemigo que amenaza nuestra libertad, nuestra prosperidad y hasta nuestra supervivencia como sociedades democráticas.

“Parece como si el poder político hubiera estudiado todos los métodos concebidos por las sociedades libres durante siglos para dominarlos, y después, contraatacar” . Es lo que él llama “La Revancha de los Poderosos” en la era que denomina las 3P: Populismo, Popularización y la Posverdad. En cualquier caso, la acumulación de riquezas pasa a manos de la nueva clase dirigente y el pueblo será conducido por el camino de la servidumbre.

Esto es lo que hay que evitar dentro de las tareas urgentes que el presente y el futuro nos deparan ya que de nada sirve gritar como Shakespeare en su obra la Divina Comedia: “El mundo está desquiciado, vaya faena, haber nacido yo para tener que arreglarlo”. sino nos unimos todos los venezolanos para salir del régimen y tratar de aminorar los peligros que se ciernen sobre la humanidad frente a esas dañinas amenazas.

nevillarin@gmail.com

 

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