La asamblea podría ser el momento culminante del papado de Francisco y crear los fundamentos de un cambio duradero en asuntos como el matrimonio de los sacerdotes y las uniones entre personas del mismo sexo.
Incluso para una Iglesia católica plagada de terminología esotérica que por lo regular es difícil de comprender para quienes no están familiarizados con ella, el Sínodo por una Iglesia Sinodal a celebrarse este mes en el Vaticano ha resultado una autorreferencia de lo más confusa para muchos de los fieles comunes y corrientes. Se trata, en esencia, de un gran taller en el que líderes eclesiales y laicos explorarán cómo trabajar juntos para el bien de la Iglesia.
Estoy consciente de que hablar de un ‘sínodo sobre la sinodalidad’ puede parecer un tanto ininteligible, autorreferencial, demasiado técnico y muy poco interesante para el público en general, dijo el papa Francisco en agosto. Pero luego añadió que se trata de algo de verdad importante para la Iglesia.
Así que, ¿qué es exactamente esta asamblea que dura varios años y cuya siguiente fase se celebrará del 4 al 29 de octubre?
¿Qué es un sínodo?
Desde el Concilio Vaticano II de la década de 1960, convocado con el objetivo de abrir la Iglesia al mundo moderno, los obispos se han reunido con cierta regularidad, en el mismo espíritu de colegialidad de esa asamblea trascendental. Los encuentros se llaman sínodos y están hechos para dialogar sobre temas específicos y así ofrecer una mejor guía a la Iglesia.
Francisco ha convocado varios sínodos en los 10 años de su pontificado, centrados en temas como la familia, los jóvenes y la Iglesia en la región panamericana.
Después de hablar sobre los temas programados, los obispos preparan un documento y votan para aprobarlo y presentarlo al papa. Si el pontífice está conforme, puede adoptar el texto y reconocerlo como un documento papal o redactar su propio documento al concluir el sínodo, que en este caso concluirá en 2024.
Pero este sínodo es diferente. No se centra en un solo tema, sino que explora la práctica del trabajo sinodal, un proceso que el Vaticano explica con la frase “caminar juntos”.
En 2021, el Vaticano arrancó el proceso con iglesias locales de todo el mundo que respondieron una serie de preguntas para elaborar informes nacionales y, luego, continentales. En teoría, estos informes presentan una síntesis de los temas que los fieles de a pie consideran vitales.
¿Por qué es importante?
Esta asamblea que parece tener un velo misterioso y confidencial bien podría convertirse en la culminación del pontificado de Francisco. El sínodo abordará varios temas que solían ser tabú y podría dar como resultado varias reformas liberalizadoras, aunque nada garantiza que vaya a producir algo en realidad.
Para algunos observadores del Vaticano, el proceso de la reunión en sí representa el cambio que podría ser más transformador para la Iglesia, pues pone en práctica la visión del papa de jerarquía ascendente en una institución inclusiva y de colegialidad capaz de trastocar la jerarquía tradicional y forzar a los obispos a escuchar a su grey y trabajar con ella para dar una mejor respuesta a las necesidades modernas de su Iglesia global.
Una innovación que algunos consideran trascendental es que Francisco invitó a los laicos, incluidas mujeres, a participar y votar en la reunión como un medio para “desvincular de la ordenación la participación en el liderazgo de la Iglesia”, según explicó la hermana Natalie Becquart, subsecretaria del sínodo, en una entrevista realizada en 2022.
¿Quién participará?
En total, 365 personas tendrán derecho a voto en el sínodo y alrededor del 75 por ciento de ellas serán obispos, informó el 28 de septiembre Paolo Ruffini, prefecto de la oficina de comunicación del Vaticano. Cincuenta y cuatro mujeres tendrán derecho a voto. Francisco seleccionó de entre 140 candidatos destacados a los 70 laicos que participan activamente en iglesias locales y fueron presentados a su consideración.
Todos los participantes tendrán el mismo tiempo —hasta cuatro minutos— para compartir sus reflexiones durante el espacio de conversación en grupo celebrado a diario. Pero las opiniones difieren.
Se cree que el relator general del sínodo, el cardenal Jean-Claude Hollerich de Luxemburgo, uno de los asesores más cercanos de Francisco, es una voz firme a favor de temas liberales, y es quien se encargará de sintetizar la conclusión definitiva.
El cardenal Gerhard Müller, incansable defensor de la tradición y la doctrina católicas, ha advertido que el sínodo podría dar pie a una “toma de poder hostil” en la Iglesia.
Becquart —designada por Francisco para su cargo sinodal en 2021 y la primera mujer que ha ocupado ese cargo— es promotora de una mayor participación de las mujeres en la Iglesia: “La cuestión de las mujeres es un signo de los tiempos”, ha dicho.
James Martin, sacerdote jesuita que es un franco defensor de mayor inclusividad de la comunidad LGBTQ+ en la Iglesia, ha comentado que espera ser “una de las voces a favor de las personas LGBTQ” en el sínodo.
Por Jason Horowitz y Elisabetta Povoledo – New York TimesDW