A los demonios no hay que creerles ni cuando dicen la verdad. Gabriel García Márquez.
Un verdadero cóctel nada etílico pero muy lleno de una combinación de temas del debate político diario, destilados de productos fermentados que no son de origen agrícola, sino ideológicos, estratégicos y patentados en Miraflores, persiguen minimizar, quebrar y evitar el éxito de las Primarias, provocando, digamos, una “cortina de humo” u “operación mareo” en la gente que desvíe su preocupación del vía crucis diario por los problemas eléctricos, carestía de la vida, míseros sueldos, salud pública, suministro de agua, combustibles, hambre, miseria y otros que logren más bien promover, despertar o exaltar un falso nacionalismo entre los venezolanos.
Eso ha comenzado a rodar en las redes sociales y en otros medios referido con el tema de celebrar un referéndum consultivo en el país acerca de la legítimidad venezolana sobre el Esequibo. Son 160 mil kilómetros cuadrados al oeste del río Esequibo. No hay otra explicación en la lógica política vistos algunos movimientos de parte del sector oficialista, cuando mueven piezas en el complicado tablero del ajedrez, donde saben que tiene asegurado un jaque mate en el momento de las elecciones en 2024. Enterados estamos y ellos también que los números en la calle no les favorecen. Eso lo saben de los resultados que arrojan los estudios de opinión a los que ellos, aunque lo nieguen, creen y le prestan mucha atención. No es un secreto que en política el mal desempeño, los errores, se pagan caros.
Similar certeza no es vieja y también es conocida en la oposición venezolana donde malos cálculos, equivocaciones, desaciertos, egoísmos, personalismo, culto a la antípolitica y divisiones han contribuido a prolongar la agonía de la gente y la permanencia del peor gobierno de la Venezuela contemporánea. No es casual que cuando el proceso de elecciones Primarias ha venido avanzando, sin negar la ausencia de dificultades, el CNE ofrezca ahora, muy diligentemente, la asesoría técnica que negó y calló cuando el 5 de junio de 2023, ni por cortesía, respondió a la Comisión Nacional de Primaria ese petitorio. Conocida la irritabilidad que conductas de ese organismo han provocado en la población, era poco probable que dicho ofrecimiento prosperara.
De hecho el ente electoral opositor hizo las consultas del caso con los 13 aspirantes, sus asesores técnicos y anunció este lunes que no habrá votación electrónica, tal como aspiraba en su mayoría la gente en sufragar manualmente el 22 de octubre. Lo importante de este capítulo es que esta decisión robustece la “confianza” que los venezolanos debemos tener en la Comisión Nacional de Primaria, integrada por gente honorable, seria, proba y responsable. Estamos obligados a creer, a unirnos o irnos otra vez por el barranco. No olvidemos ni seamos incautos que un nuevo escenario político el gobierno trata de posicionar buscando desempolvar, avivar y exaltar un falso nacionalismo. La Revolución del Siglo XXI está entrampada en su propio juego en eso del reclamo de un territorio que siempre ha pertenecido a Venezuela, teniendo el mejor aval en documentos irrebatibles como bien lo saben los hombres y mujeres que han dedicado su vida al estudio de la historia de nuestro país.
No en vano, por ejemplo, la lucha que El Libertador y su ejército libraron a sangre y fuego fue para liberar el territorio y sacar al imperio colonial Español. La diferencia en estos 24 años, período 1999-2023, es que la política exterior del país en el caso del Esequibo dejó de ser una prioridad y el tema fue dejado de lado, casi congelado, a partir del interés hegemónico, político e ideológico del chavismo en América Latina y el Caribe. Es triste que en el papel de reclamo del territorio a nuestro vecino ocupante, la Guyana inglesa, pasamos de la acción diplomática a la paralización en aras de mantener un protagonismo de buenos vecinos, sin mostrar los dientes y menos en parecernos a lo que dice una cita bíblica de David y Goliat. Eso de ser panas, chéveres y ganar amigos sería complementado con otras dádivas, entre ellas, poseer una chequera que caminó por América Latina entregando, regalando, recursos a otros países que nunca retornaron al tesoro nacional.
Craso error que nos puede costar recuperar un territorio rico en recursos mineros, forestales e hídricos. Ya son varias las explotaciones de hidrocarburos de empresas transnacionales que no hay que ser adivinos para saber de cual lado están a favor. Desde 2015, la Exxon Mobil explota ricos yacimientos en el territorio en disputa. Complacer, darle trato preferencial y hacerle amapuches a excolonias inglesas, francesas y holandesas, le propinó una mortal puñalada en tiempos del expresidente Chávez Frías, a nuestro reclamo territorial, solo por “amarrar” los votos de los miembros del Caricom —Caribbean Community and Common Market— para que Venezuela tomara fuerza en la Organización de Estados Americanos, OEA, confrontando a los gringos.
Ahora, paradójicamente, ese organismo de naciones “ratifica su apoyo incondicional a Guyana”. El Caricom no hace mucho procedió a pronunciarse y a dejar claro con quién está en esta controversia territorial. Aquí cabe la conseja que dice que “cría cuervos y te sacarán los ojos”. Sin embargo, guardando los extremos por no ser mi intención promover o auspiciar ningún tipo de apología, viene a mi mente que exaltar “falsos nacionalismos” no trae más que división, violencia y destrucción de los pueblos. Recordemos que entre 1976-1983, en la Argentina del procer José de San Martín, la junta militar que derrocó a María Estela Martínez de Perón, llevó a ese país hermano a una confrontación bélica con Gran Bretaña por la disputa territorial de las Islas Malvinas.
Un gobierno golpista que no salió de una eleccion democrática, llevó a un país a la quiebra total, terminando en el fracaso, derrotado y humillado al intentar avivar un “falso nacionalismo” que buscó desviar la atención de los argentinos sobre la megacrisis social que les golpeaba. Por eso no nos equivocamos cuando a diario decimos que el tiempo perdido hasta los Santos lo lloran. Es una realidad que ahora los del gobierno revolucionario parecen descubrir, cuando una disputa que lleva tiempo con nuestro vecino, nos coloca ahora a tener que tratar con una nación fortalecida, arrogante y productora de petróleo.
Ese recurso llamado por Juan Pablo Pérez Alfonzo el “excremento del Diablo”, dos décadas atrás nadie sospechaba que el Esequibo podría tenerlo, estando encima de un mar de petróleo. Eso en la geopolítica global tiene peso y gana favores en instancias de decisión internacionales. En resumen, no creo que existan aún venezolanos que continúen jugándole a seguír siendo masoquistas en extremo o demasiados confiados, sin darse cuenta que “la mentira tiene patas cortas” y la realidad del día a día continúa con su carga de problemas de servicios públicos que no pueden taparse como es imposible con un dedo tapar la luz del Sol. ¡Amanecerá y Veremos!