Enrique Meléndez: El discurso del odio

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Aquí estamos como el caso del cuento, que relata Paulina Gamus en su último artículo, donde habla de un pueblo, donde no llovía, y así que el cura invitó a la población a salir a las calles, a rezarle a Dios, para que lloviera; a lo que todo el mundo le hizo caso, y en ese medio el único que salió con un paraguas fue un niño. Es decir, lo único que nos queda es la fe; tanto más cuando hay un gobierno, que se ha pronunciado, no a favor del pueblo palestino, en esta guerra Israel – Palestina, sino a favor de un grupo terrorista islámico, que ha llevado a cabo una acción, que ha indignado a la humanidad entera, sobre todo, porque se trata de un golpe bajo, en todo el sentido de la palabra: una bajeza; una masacre, como ha sido calificada. En efecto, en el mundo de hoy, donde han desaparecido las ideologías, está presente un espíritu maniqueo; el del bien y el del mal; es decir, hay una corriente de la humanidad, que se empeña en tener a la malignidad por razón; la escuela del diablo; vivir en las tinieblas: un eje representado por Rusia, Irán, Siria, Corea del Norte, Afganistán, China, Cuba, Nicaragua y Venezuela; cuyos regímenes de gobierno constituyen totalitarismos crueles y primitivos; donde ha desaparecido el estado de derecho, y priva la ley de la selva, esto es, del más fuerte; misóginos, en especial, Irán y Afganistán; de modo que aquí surge la pregunta: ¿qué se puede esperar de un gobierno, que se identifica con esta corriente?

Lo que decía Pascal: Dios es un sorteo. Aquí estamos en lo mismo, que es el sentido del artículo de la señora Gamus: María Corina Machado en las presentes circunstancias se trata de un sorteo; porque ese es el problema que se le plantea a Putin y compañía; cuya tesis política se basa en imponer dictaduras de viejo cuño; verdaderas barbaries, que se oponen a la corriente del progreso; que es lo que representa la señora Machado, y donde prevalece el culto al caudillo de turno; empezando por Putin, para terminar con Hugo Chávez, cuya adoración todavía perdura en las televisoras del Estado: vida y obra del “comandante eterno”: el Chávez de la epopeya; el Chávez lírico (pletórico, el hombre), además del Chávez trágico, que es el más patético de todos. Entre tanto Maduro es presentado como su mampostería. Pero ese es el Chávez, al que toda Venezuela ya está consciente, de que es el autor de la situación de miseria, en la que se debate; donde los niveles de pobreza de su sociedad llegan a más de 90%, si es que partimos del hecho, de que el sueldo mínimo ya apenas alcanza a dos dólares. Lo que explica, a ese respecto, el surgimiento del fenómeno político, que ha venido a configurar la señora Machado, sobre todo, porque se trata de una líder; que tiene arrinconado al gobierno, no sólo por su presencia en las calles en forma de reto público; que ha venido a significar una especie de insurrección pacífica al estilo del Gandhi, sino también por su verbo implacable; que cualquiera no se atrevería a utilizar, y que lo hizo hasta con el propio Hugo Chávez.

Obsérvese si no está presente en la conciencia de esta gente el espíritu siniestro; pues hace unos meses atrás me hice eco de una denuncia, que me llegó, en lo particular, acerca del médico anestesiólogo José Alberto Villegas, quien le salvó la vida a Jesús Hidrobo Amoroso, alias, “El Duque”; cuando le efectuaba un procedimiento de injerto de cabello; ya que al serle suministrada la dosis de anestesia, que se requería, en ese sentido, entró en coma; a consecuencia de una reacción, que experimentó su organismo al contacto de la anestesia con una sustancia, que había en su sangre, y que había ingerido durante una celebración, a la cual había asistido días atrás, y si no es porque Villegas cuenta con equipos diseñados, especialmente, para asistir al paciente a la hora de un estado de coma, como en el que cayó Hidrobo; sin haberle advertido, previamente, a éste que había estado en dicha celebración; lo que hubiera implicado una posposición de dicho procedimiento de injerto, a la espera de la debida desintoxicación. ¿Cómo paga el diablo? De inmediato, el señor Elvis Amoroso, padre de “El Duke”, siendo entonces Contralor General, acusó al médico, en cuestión, de intento de asesinato; en virtud de que su hijo a partir de allí permaneció por varios días en una clínica bajo estado de coma, y sigue preso Villegas; ya que cada vez que se convoca a una audiencia, para definir judicialmente su caso, el señor Amoroso exige estar presente; luego se tiene que levantar, porque el susodicho no comparece. ¿No es esta la justicia del yo “El Supremo”? Por algo se es presidente del CNE: el verdugo de las inhabilitaciones, se le dice en los bajos fondos, y si se trata de salvar la reputación de un hijo (cantante de salsa, el famoso Duke) se va a los extremos. ¿Las apariencias engañan?

Hay algo en lo que viene poniendo énfasis el gremio de abogados de este país: más del 90% de los jueces son transitorios. Esto significa que ellos dependen de la voluntad, de quien los ha llevado hasta allí; pues otra rana cantaría, si fueran electos por concursos de oposición; que es lo más opuesto a la libertad. En consecuencia, vivimos bajo un Estado de terror, y que se manifiesta en el hecho, de que en una forma sobrevenida se le aplica a la señora Machado la medida de inhabilitación; que yo la he llamado burocrática; si se toma en cuenta que fue anunciada, no por el señor Amoroso, entonces Contralor, sino por un funcionario de segunda línea y que, al final, terminó participando en el concurso, para ser rector del nuevo CNE. He allí el país de las nulidades engreídas y de las posiciones consagradas, como se viene diciendo desde el siglo XIX. ¿Qué nos queda? Apostar por la existencia de Dios, que es apoyar a la señora Machado.

 

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