Ramón Guillermo Aveledo: Trastorno narcisista

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A Bernardo Reinfeld, in memoriam.

El pasado 10 de octubre fue el Día Mundial de la Salud Mental, para llamar nuestra atención a un tema de interés permanente.

Detengámonos un instante en eso, es bueno para todos. No tengo el conocimiento ni aquí el espacio para hacerlo en detalle, pero quiero animarlos a hacerlo. Por lo pronto, como modesta contribución, personal y venezolana, a su comprensión, va una pequeña muestra. Les transcribo lo leído en el Breviario de Criterios Diagnósticos, ese librito plata y azul en la gaveta de todos los psiquiatras, acerca del narcisismo. No sin advertirles que como trastorno de la personalidad, se trata de un patrón duradero, permanente de experiencias internas y conductuales que se desvían marcadamente de las expectativas individuales culturales de adaptación. Es inflexible, estable y conduce a producir sufrimiento a su alrededor. Hay quince trastornos reunidos en cuatro grupos. En el de aquellos dramáticos-erráticos con problemas interpersonales, además del histriónico (gregario), el antisocial (fanfarrón), encontramos al narcisista o ególatra. Su patrón general de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía, lo indican cinco o más de los siguientes ítems:

(1) Grandioso sentido de auto importancia (exagera logros y capacidades, espera ser reconocido como superior sin unos logros proporcionados). (2) Preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios. (3) Se cree “especial” o único y que sólo puede ser comprendido por o puede relacionarse con otras personas (o instituciones) que son especiales o de alto status. (4) Exige una admiración excesiva. (5) Es muy pretencioso, por ejemplo, expectativas irrazonables de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan automáticamente sus expectativas. (6) Es interpersonalmente explotador, por ejemplo, saca provecho de los demás para alcanzar sus propias metas. (7) Carece de empatía: es reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás. (8) Frecuentemente envidia a los demás y cree que los demás le envidian. (9) Presenta comportamientos o actitudes arrogantes o soberbios.

Todos conocemos a alguien más o menos así. Tal vez hasta exactamente así. La ayuda profesional es siempre un buen consejo. Puede ser reacio o reacia a aceptarla, pero comprensivos, insistamos. Y obviamente, conviene mantenerles lejos de posiciones de poder, por su bien y el de los demás.

 

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