La elección de María Corina Machado en las primarias abre una nueva etapa en la política nacional. Nos enfrentamos a un mes de definiciones bajo un ultimátum del gobierno norteamericano. y nos proyectamos hacia unas elecciones presidenciales que, en el mejor de los casos, no meterá en otra cohabitación con el castrochavismo.
Las primarias fueron una fiesta cívica que mostró el lado positivo de este bello país. Mostró que hay mucha, pero mucha “gente de bien”, como decía mi abuela, dispuesta a dar su aporte por una Venezuela mejor. Aquella Venezuela con la que soñamos antes y que muchos tratamos de construir, pero que “el lado obscuro de la fuerza”, que ya habitaba entre nosotros, o fue socavando sin que muchos lo notaran. Ese sueño, que no ha muerto, vuelve frente a nosotros en estos días.
Claro que el castrochavismo nos hamaquea para despertarnos del sueño, luego de darnos un poco de cuerda. Así, nos dejó disfrutar poco del acuerdo de Barbados que marcó una hoja de ruta que nos llevaría, si se cumple, a unas elecciones medianamente justas en 2024. Sí, “medianamente libres y justas”, no nos hagamos ilusiones, en las que podamos ejercer nuestro único poder, el del voto, y empujar para que una avalancha cívica haga trepidar y caer al régimen.
El otro contrapoder es EE.UU. con sus sanciones. Sin dudas, esas sanciones son la única fuerza que se opone a la que ejerce el régimen. Ellos tienen todo el aparato represivo y operativo de Estado y nosotros, la oposición, el poder del voto y las sanciones de los EEUU. Así de simple.
Ahora bien, ¿Por qué noviembre es clave?
Los del “lado obscuro” no dejaron mucho margen de felicidad luego de la firma del acuerdo. J. Rodríguez, el vengador, aseguró que todo lo firmado estará condicionado a las leyes venezolanas, que claro ellos interpretan, que nada de Misiones de Observación Electoral y lo más radical, que las inhabilitaciones no se levantarían, lo que incluye la de la candidata unitaria María Corina Machado.
Así las cosas, EE.UU. le lanzó rápidamente un ultimátum. En un comunicado del Secretario de Estado Antony Blinken, se dejó claro que antes que termine noviembre, Maduro deberá “definir un cronograma y un proceso específico para la reinstalación acelerada de todos” los candidatos en las próximas elecciones, incluidos “todos los que quieran postularse para presidente”, léase levantar las inhabilitaciones, y “comenzar la liberación de todos los ciudadanos estadounidenses y presos políticos venezolanos detenidos injustamente”. De lo contrario, las sanciones suspendidas serán reinstaladas.
Así, noviembre será un mes muy agitado donde los aliados de Maduro, en su coalición mafiosa, deberán evaluar si quieren disfrutar del pastel que se les brinda, arriesgando perder el poder ejecutivo, pero manteniendo todos los demás, o prefieren el status quo.
A los dueños del voto, es decir, a nosotros, nos queda esperar y aportar, en la medida de lo posible, argumentos y acciones que aseguren la unidad y favorezcan las elecciones de 2024. Las cuales en el mejor de los casos nos dará el control parcial de una parte del Estado: el Poder Ejecutivo. Es decir, viviremos otra cohabitación política con el chavismo. Ya lo hicimos cuando ganamos la Asamblea en 2015.
Hay que preparase evaluando nuestras fallas y aciertos, para avanzar. ¿Habremos aprendido¿, En fin, ¿Lo aguantaremos nosotros? ¿Lo aguantarán ellos? Y si no, ¿podrá darse una rebelión cívica? Así de complejo será nuestro futuro.