Dayana Cristina Duzoglou: Los cisnes negros que estremecen al mundo

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Nuestro destino se encuentra en un constante estado de reinvención, impulsado por la marea impredecible de los cisnes negros, donde las crisis no son meras excepciones, sino las escaleras hacia la evolución.

En la actualidad, el mundo se sumerge en un abismo de inestabilidad, incertidumbre y una volatilidad sin precedentes. Los últimos años han sido testigos de la proliferación de eventos inesperados, eventos cuyo impacto cuestiona nuestra capacidad de prever y comprender el futuro. Estos eventos, conocidos como “cisnes negros,” un término acuñado por el renombrado autor Nassim Nicholas Taleb, representan sucesos altamente improbables e impredecibles, pero que, cuando ocurren, desencadenan consecuencias de gran alcance.

Taleb describe a los “cisnes negros” como eventos que yacen más allá de nuestro horizonte de expectativas, desafiando nuestra capacidad incluso para imaginarlos. Estos eventos sorpresa abarcan desde crisis económicas inesperadas hasta situaciones como la pandemia del COVID-19, el conflicto entre Rusia y Ucrania, o el enfrentamiento entre Israel y Hamas.

Cada vez más expertos coinciden en que vivimos en la era de los cisnes negros. En la última década, hemos sido testigos de una sucesión de acontecimientos disruptivos a nivel global, desde la Primavera Árabe hasta el Brexit, pasando por desastres naturales como tsunamis y huracanes de magnitudes inusitadas. Como bien advierte Yuval Noah Harari, “la humanidad se enfrenta a desafíos inmensos, completamente nuevos e impredecibles” ante esta avalancha de lo inesperado (Harari, 2018).

Pero, ¿significa esto que los cisnes negros se han convertido en la nueva normalidad? ¿Estamos condenados a un futuro caracterizado por crisis constantes e imposibles de anticipar? Aquí trato de explorar en profundidad esta interrogante.

Definición de Cisnes Negros y su Impredecibilidad

El concepto de “cisne negro” fue acuñado por el pensador libanés-estadounidense Nassim Nicholas Taleb para referirse a eventos extremadamente raros e impredecibles, que tienen un impacto descomunal. Como explica Taleb, “se caracterizan por ser totalmente inesperados, fuera del reino de las regularidades. Nos hacemos conscientes de su posibilidad solo después de que ocurren” (Taleb, 2007).

Los cisnes negros se consideran sucesos estadísticamente improbables, incluso se les llega a considerar imposibles antes de que ocurran. Pero una vez que aparecen, su efecto es tan profundo que obliga a reescribir las teorías, modelos y paradigmas existentes. Algunos ejemplos históricos de cisnes negros son el surgimiento de internet, la caída del Muro de Berlín y los ataques del 9/11.

Aunque no existen estadísticas precisas, diversos análisis señalan que estos eventos extremos y disruptivos han incrementado su frecuencia en las últimas décadas. Factores como la integración global, la innovación tecnológica acelerada y el cambio climático explican en parte este aparente aumento en la aparición de cisnes negros.

Su creciente impredecibilidad genera gran volatilidad social, política y económica. Frente a este panorama, ningún ámbito queda inmune al impacto de anomalías cada vez más frecuentes en un mundo intrínsecamente propenso a la disrupción.

Ejemplos recientes de cisnes negros

En los últimos tiempos, el mundo ha presenciado varios sucesos que califican como cisnes negros debido a su carácter inesperado y sus consecuencias de gran alcance. Por ejemplo, nadie predijo la victoria de Donald Trump en las elecciones de EEUU en el 2016, un evento que sacudió el panorama político. Otro cisne negro reciente fue la guerra en Ucrania iniciada por Rusia en 2022, un conflicto imprevisto que desestabilizó el orden geopolítico.

También podemos mencionar eventos meteorológicos extremos exacerbados por el cambio climático, como olas de calor, incendios, huracanes e inundaciones catastróficas que han azotado distintas regiones en años recientes. Asimismo, varios colapsos financieros, como la crisis de las hipotecas subprime en 2008 y la quiebra de Lehman Brothers, sacudieron al sistema económico de manera imprevista.

Estos y otros sucesos muestran cómo los cisnes negros se han vuelto más recurrentes, generando gran volatilidad e incertidumbre en el mundo actual. Sus efectos pueden observarse en múltiples ámbitos, desde la geopolítica y la economía, hasta la sociedad y el medio ambiente.

La proliferación de cisnes negros: síntoma de un mundo en constante disrupción

La creciente frecuencia de eventos altamente improbables e impredecibles no es casual; refleja un cambio fundamental en las dinámicas del mundo moderno. Varios factores explican esta tendencia. La globalización acelerada aumenta la exposición a perturbaciones locales que se propagan a nivel global. En 1970, el comercio internacional representaba el 7% del PIB mundial; en 2018, superó el 30% (Banco Mundial). Además, la política se ha vuelto impredecible con líderes y movimientos disruptivos que aprovechan la polarización.

Hay que considerar también, la continua innovación tecnológica la cual provoca cambios sociales repentinos e irreversibles. En 1994, no había teléfonos inteligentes; en 2021, había unos 6,500 millones (BankMyCell).

Estos factores configuran una era de disrupción constante, donde la volatilidad y la inestabilidad son la norma. Frente a este panorama, la economía global, la geopolítica, las finanzas, la tecnología y la sociedad enfrentan la posibilidad de ser trastocados abruptamente por eventos impredecibles.

Impacto y consecuencias de los cisnes negros: estragos a nivel sistémico

La irrupción de sucesos improbables por definición tiene el efecto de un meteorito impactando sobre las estructuras establecidas. Los cisnes negros provocan ondas de choque que se propagan caóticamente, vulnerando los cimientos mismos de la realidad previa.

Sus estragos se dejan sentir con fuerza demoledora en múltiples ámbitos y ningún sistema resulta inmune a las sacudidas sísmicas de aquello que se creía imposible.

Más allá de sus costos materiales, los cisnes negros provocan un daño invisible pero profundo al sembrar la incertidumbre y la sensación de fragilidad e imprevisibilidad absoluta. Sociedades enteras sufren una suerte de colapso nervioso colectivo.

Se genera angustia ante un futuro que ha perdido toda lógica y, sin capacidad de pronosticar ni controlar su entorno, la humanidad sufre una regresión evolutiva hacia un estado de extrema vulnerabilidad, equivalente al de nuestros ancestros premodernos.

Ante este mundo convulso, sacudido por sorpresas que subvierten toda lógica, la humanidad requiere mutar para sobrevivir. Es imperante desarrollar la capacidad colectiva de adaptarnos ágilmente y absorber los embates de lo inesperado. Esto se podría lograr asumiendo con lucidez los límites de nuestra capacidad predictiva y de control. El objetivo no puede ser pronosticar lo impronosticable, sino más bien desarrollar un estado mental de apertura permanente ante infinitas posibilidades, afinando al máximo la facultad de responder creativamente sobre la marcha, como los virtuosos del jazz.

Es crucial dejar atrás la obsoleta lógica de cadena causal linear para evolucionar hacia un pensamiento sistémico, holístico y multidimensional. En lugar de relaciones simples de causa-efecto, debemos cartografiar la compleja red de interacciones entre múltiples variables. Asimismo, la prospectiva y la imaginación de escenarios múltiples serán claves para reducir la turbulencia del porvenir.

El rol de la tecnología e inteligencia artificial en la predicción de cisnes negros: identificando señales débiles

Si bien los cisnes negros son por definición impredecibles, algunas innovaciones tecnológicas pueden ampliar modestamente el horizonte de eventos posibles y ayudar a identificar señales débiles y sutiles de perturbaciones por venir.

Por ejemplo, mediante machine learning, los sistemas de IA pueden detectar patrones anómalos en enormes volúmenes de datos en tiempo real. El análisis de redes sociales permite mapear cambios tempranos en las actitudes colectivas. Y la computación cuántica abre la puerta para modelar la complejidad del mundo real de modo más preciso.

Asimismo, en países como China el uso extensivo de la vigilancia digital y el control social busca crear modelos predictivos del comportamiento humano para anticipar desde crímenes hasta radicalización política. Si bien esto genera grandes riesgos éticos, demuestra el potencial de estas tecnologías.

Claro está que ningún sistema puede aspirar a predecir cisnes negros en sí mismos, dados los límites epistemológicos que ello implica. Sim embargo pueden ayudar a prepararnos y responder mejor, al ampliar nuestra percepción de riesgos e interconexiones. Un delicado equilibrio entre innovación tecnológica y prudencia humanista será clave para potenciar los beneficios de la IA evitando efectos contraproducentes.

Conclusión

La creciente frecuencia de eventos improbables e imprevistos en las últimas décadas apunta a una nueva realidad: la de un mundo intrínsecamente impredecible y fuera de control. Según un estudio, entre 2001 y 2018 hubo más de 120 eventos que califican como cisnes negros (PWC, 2020). Todo indica que estos fenómenos erráticos se han incorporado a la nueva normalidad del siglo XXI.

Ante este panorama de inestabilidad creciente, urge reconfigurar nuestras instituciones y formas de organización para desarrollar una capacidad antifrágil, es decir, que no solo resista los embates del cambio, sino que mejore y se fortalezca frente a ellos. Necesitamos sociedades creativas y resilientes capaces de evolucionar y florecer en medio de la incertidumbre.

No hay recetas mágicas ante la impredictibilidad radical del porvenir. Pero una actitud de apertura, humildad y disposición al cambio continuo permitirá navegar de la mejor manera posible esta nueva era dominada por cisnes negros y caracterizada por el reinado absoluto de lo inesperado. Estamos ante una encrucijada evolutiva mayúscula: o nos adaptamos al caos reinventándolo, o el caos se profundizará y nos devorará

@dduzoglou

 

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