Rafael del Naranco: La tarea de buscar la vida 

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Nos consideramos agnósticos en materia de teosofía, hipnotismo, ocultismo, espiritismo y todos los ismos imaginables existentes en la Cábala y en sus ciencias ocultas.

No sabemos  nada de alquimia, del libro de Thot del  Antiguo Egipto,  del juego de naipes, y menos de la evolución oculta de la humanidad desde Pitágoras a los Hermetistas, hasta llegar al mundo de los Rosacruces y los Masones.

De todo ello, como de la muerte y el más allá, cerca de lo absoluto, creo conocer  únicamente lo que he podido ir leyendo, y aunque jamás miro un horóscopo ni he participado en juegos de manos y mente – tan es así, que ignoro completamente el significado y la pasión del  ajedrez –  coloco mi esperanza en el Cosmos en pos de la razón de mi insignificante existencia.

Carl Sagan, el  desaparecido profesor  de Astronomía, solía decir con raciocinio: “La vida busca a la vida, y eso no podemos evitarlo”. Y en eso está mi persona, como un pardillo asustado al borde de los misterios del Universo.

Las imperecederas preguntas  de nuestra existencia en la vida,  siguen clavadas en nuestra  entelequia esperando la gran respuesta siempre esperada:

¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Adónde vamos? Profundo silencio.

Existirá sin duda suficiente atino para explicar parte de la gran cosmología universal, pero la mayoría de nosotros seguimos en tinieblas. Algunas mentes   se enganchan a la fe y caminan menos tambaleantes.

En medio de esa inmensa disyuntiva hay algo incuestionable: de los enormes espacios galácticos hemos venido y hacia allí vamos, siendo un retorno anunciado,  al no  poseer otra aventura más colosal que andar esa ruta.

En el hipogeo de un faraón egipcio se pueden leer estas palabras escritas para la eternidad:

“La escalera del cielo ha sido desplegada para él,  y con ella puede ascender hasta el edén. Oh dioses, colocad vuestros brazos bajo el rey: levantadle, izadle hacia el cielo. ¡Hacia el cielo! ¡Hacia el cielo!”.

Y esas señales estimulan a todo hombre o mujer a mirar hacia el firmamento, esa proyectada  esperanza  que invita a  reposar en el     memorable descanso  de las anheladas  bienaventuranzas.

rnaranco@hotmail.com

 

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