Alicia Álamo Bartolomé: Tsunami

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Coherencia y perseverancia son dos virtudes humanas imprescindible para alcanzar nuestras metas, para triunfar en la vida, para cumplir con la misión para la cual Dios nos trajo a este mundo. San Juan Pablo II hablaba mucho de coherencia porque veía cómo se diluían propósitos y acciones por la incoherencia de los líderes que debían llevarlas adelante. ¡Dígame ahora! Uno se asombra de la calidad civil y humana de los candidatos presidenciales en países de primera línea en el mundo, ejemplos de democracia, con millones y millones de habitantes, pero parece que no han podido encontrar sino un par de mediocres e incoherentes candidatos a la presidencia. Ser y hacer caracterizan a la persona humana en toda su dignidad. No se puede ser de una manera y actuar de otra. La integridad de vida es una carta aval. Falta en muchos de los líderes políticos actuales.

La perseverancia es la otra virtud para llegar a la meta. Ningún camino valioso es fácil, en política, ciencia, arte, apostolado o deporte. La lucha constante, larga, ardua, sin solución de continuidad, es el pan nuestro de cada día para el candidato a ser alguien y realizar sus sueños en la ruta que escogió. Sin perseverancia Cristóbal Colón no hubiera descubierto a América, ni Simón Bolívar hubiera sido El Libertador, ni Anjezë Gonxhe Bojaxhiu, Santa Teresa de Calcuta. La perseverancia es una virtud que fortalece al débil, se aferra a la esperanza, desanda lo andado y vuelve a empezar, no se deja vencer por el frascaso sino que éste estimula para empezar de nuevo. La perseverancia es fe en lo que se hace.

Si hay alguien entre nosotros que sea prototipo de coherencia y perseverancia, esa es la candidata de la Oposición para las elecciones presidenciales en 2024: María Corina Machado. Acaba de ganar, con abrumadora mayoría, esta primera candidatura, el 22 de octubre de 2023. Curiosamente, este es el Día del Deporte en Venezuela, porque hace 82 años, el equipo de béisbol venezolano ganó el Campeonat Mundial de Béisbol Anmateur, en La Habana, primer triunfo deportivo venezolano fuera de nuesrras fronteras. Si aquella tarde de octubre de 1941, todo nuestro pueblo exhultaba, después de seguir, anhelante, toda la serie por radio; ahora, con el mismo anhelo popular y espontáneo, hemos seguido, por los medios disponibles no en manos del gobierno -las redes sociales- las peripecias de la elección de María Corina, hoy por hoy, la Candidata del Pueblo. Ganó este puesto, frente a los que se lo esquivaban llamándola “burguesita” y nariz levantada, a fuerza de eso, coherencia y perseverancia. Jamás ha cambiado su discurso sobre lo que cree y es mejor para Venezuela, lo robusteció, lo aclaró para las mentalidades menos dotadas, sin abandonar su fuerza, que es la coherencia. Nunca se amedrentó ante las dificultades: le cerraban una vía, cogía otra; le clausuraban un local, daba su mitin en la calle, le impedían ir en avión, en automóvil, iba en moto, caballo o a pie. Siempre presente en todas sus citas con el pueblo. Éste la entendió y le abrió todas las vías. Un triunfo de la perseverancia.

Hoy por hoy, María Corina Machado es la indiscutible líder número uno de Venezuela. Los viejos políticos, bajen la cabeza y acéptenlo. Atrás sus viejos métodos, sus viejas componendas. Una oleada renovadora sacude nuestra política. Si no la aceptan, se verán más fósiles. Lo que deben hacer es ponerse a las órdenes de la nueva fuerza y si no los quieren por temor al pasado -lo cual es muy probable-, acatar que el paso del tiempo es inexorable, el retiro se impone, dejando siempre la puerta a la opinión por experiencia de vida. En su momento, ésta puede ser muy útil para quien se estrena en política.

Casi no conozco personalmente a María Corina Machado. Me le he acercado alguna vez para decirle que soy tía de una buena amiga y compañera suya de carrera universitaria -ambas son ingenieros industriales, graduadas en la UCAB- y me ha recibido con mucha deferencia, como buena política. Ella comunica simpatía y alegría. Todo líder político trata de ser simpático, pero la alegría es algo espontáneo, no se puede inventar. María Corina es auténtica. Espero que no nos defraude.

La responsabilidad que ha caído sobre los hombros de esta mujer es muy grande. Si llega a la presidencia de la república, no se le puede felicitar, sería más propio presentarle condolencias. Encuentra un país en bancarrota. Ella lo sabe y por eso la apoyamos, por su valor. Aquí no hay nada sano. Este régimen de forajidos destruyó la producción agropecuaria, la industria, la industria petrolera, la educación, la sanidad, la seguridad, la economía. Y no por ineptos -aunque lo son- sino a propósito, para tener a un pueblo sometido por el hambre. Ese es su triunfo.

Pero no contaban con lo que se les viene encima. Esta ola impetuosa, arrolladora que acabará con el mal para imponer el bien. Tempestad que arrasa. Huracán que decapita los árboles carcomidos. Torbellino que enrosca el polvo en el viento. Este gigantesco tsunami venezolano: ¡María Corina Machado!

 

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