Rafael Gallegos: La hora de la geopolítica del gas

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El gas dejó de ser la hermanita pobre del petróleo. Mientras éste tiende a decrecer en la mayoría de las proyecciones de las matrices energéticas a treinta o cuarenta años, el gas aumenta su importancia. Se estima que para el 2050 se incrementará desde 22 % hasta 27% como fuente primaria de energía.

Por otra parte, la Comunidad Europea lo considera energía limpia, a pesar de su efecto contaminante un poco menor que el del petróleo. Hay quienes plantean – a nuestro juicio exageradamente – que el petróleo fue el combustible del siglo XX y el gas lo será del sXXI.

Lo cierto es que el análisis de ambos combustibles se ha diferenciado. Ya no integran el mismo paquete. La geopolítica del petróleo es una cosa y la geopolítica del gas, otra. Aunque no hay que perder la perspectiva, ambos son componentes del paragua de la geopolítica de la energía.

La geopolítica del gas está vinculada al transporte, los yacimientos, y al suministro. Los países se concentran en controlar esos tres factores para poder disfrutar de un flujo de gas adecuado a sus necesidades. Analicémoslos:

Transporte… El gas se transporta por gasoductos, camiones y buques metaneros. Los dos primeros son para distancias más cortas. Mientras que los oleoductos pueden tener una longitud cercana a los diez kilómetros, los gasoductos más extensos apenas llegan a la quinta o sexta parte.

Para largos recorridos, el gas metano se transforma en gas natural licuado (GNL), mediante enfriamiento a -161,5 grados centígrados, y se transporta en barcos metaneros. Al llegar al destino es necesario regasificar ese metano licuado, para incorporarlo a los gasoductos locales.

Hay que destacar que el GNL ha contribuido significativamente a superar el localismo del mercado de gas, pues los metaneros, al igual que los buques petroleros, ya pueden satisfacer necesidades en cualquier parte del mundo.

Yacimientos… los más importantes yacimientos de gas – independientes de los grandes yacimientos de petróleo – están ubicados en Rusia, Irán, Qatar y Turkmenistán, países asiáticos. El quinto es Estados Unidos, que ha incrementado su reserva como efecto de la explotación del gas de lutita. Luego, en menor dimensión, continúan China, Venezuela y Arabia Saudita. Éste último, hiper gigante petrolero, apenas en octavo lugar en reservas de gas.

Es de destacar que en esa lista tan solo Estados Unidos y Venezuela pertenecen al mundo occidental. ¿Qué diría Huntington con su “Choque de civilizaciones”?

Por otra parte, Venezuela a pesar de su importante reserva de gas, no aparece entre los principales productores. Ello producto del lamentable desinfle de su industria petrolera.

Suministro… Una de cada cuatro unidades de fuente de energía primaria- in crescendo– proviene el gas natural.

Se utiliza de manera creciente en cocinas de hogares, industrias, electricidad y energía de los yacimientos de petróleo. En el norte del planeta su valor añadido se da por la calefacción en medio de terribles inviernos, donde la escasez de gas se puede convertir en un asunto de vida o muerte.

Geopolítica

Los países enfocan sus esfuerzos en controlar yacimientos y redes de transportes para garantizar el suministro de gas.

La invasión rusa a Ucrania significó un giro de 360 grados en la estrategia energética de Europa. Disminuir la dependencia del gas ruso se convirtió en lo prioritario.  El gas consumido por Europa era 65 % ruso. Por ello el primer aprendizaje post invasión, fue la búsqueda de nuevas fuentes de suministro de energía.

Con este conflicto Venezuela volvió a la palestra. El 24 de febrero fue la invasión y a comienzos de marzo estaba un representante de la Casa Blanca en Miraflores.

Los gasoductos Nord Stream 1 y 2, con capacidad de 10.000 millones pies cúbicos de gas (la producción de Venezuela es menos de 5.000) fueron inutilizados y no aparecen los culpables del hecho. Otros dos gasoductos, que atraviesan Bielorrusia y Ucrania, competan los tubos de gas desde Rusia hasta Europa.

Por su parte Rusia trata de compensar el gas que ya no exporta a Europa por la guerra, con China; pero por ahora su capacidad de incremento de exportaciones es limitada. Están a la espera de activar un gasoducto “El Poder de Siberia”, que antes del 2030 podrá transportar unos 5.000 millones de pies cúbicos diarios a China.

En el mar de China oriental hay importantes reservas de gas que se han disputado por años Japón y China. Hoy se han puesto de acuerdo para la explotación conjunta.

En el mar que baña a Israel se producen casi mil millones de pies cúbicos de gas diarios, destinados a satisfacer el 60 % de las necesidades de Israel. Sus gasoductos, al igual que los de Nord Stream, han sido averiados y no permiten enviar el gas hasta tierra, escasez que se agudiza con el conflicto Israel – Gaza. Y muchos de los países que pueden constituirse en sustitutos en el suministro de gas, quieren o embargar energéticamente, o simplemente desaparecer del mapa, a Israel.

En el mundo, sobre todo hacia el oriente, hay múltiples proyectos de construcción de gasoductos. Igualmente se acelera la de receptores de metaneros para gasificar el GNL en este novedoso proceso de mundialización del mercado del gas.

Estados Unidos, con el gas de lutita ha multiplicado su producción de GNL y juega a ser un importante surtidor en Europa, y por supuesto en Israel.

Se prevé que el consumo de gas aumentará en 40 % para el año 2040. Para Argentina se estima un gran crecimiento en la oferta de gas en los próximos años, debido al procedente de la lutita.

Como se observa el mundo del gas natural es dinámico y está en pleno crecimiento. Además, tiene un tono altamente explosivo. Su geopolítica genera conflictos, negociaciones, alianzas, inversiones, construcción de gasoductos y metaneros, búsqueda de nuevas fuentes.

No es exagerado afirmar que con el gas se juega la sobrevivencia de muchos países.

¿Y Venezuela?

Venezuela posee las reservas de gas más altas de América Latina. Aunque hay que destacar que el 80 % de estas corresponden a gas asociado.

En nuestro Mar Caribe, tiende a materializarse la presencia de ENI, Repsol, así como de Shell en Trinidad y Tobago (TT). Esta presencia es dependiente de los recovecos que tome el conflicto político venezolano y el cambio de sanciones por democracia.

En nuestro Caribe se estima una producción en corto plazo de más de 2,4 miles millones de pies cúbicos diarios de gas (y seis mil a largo plazo), que en buena parte serán licuados (GNL), y exportados.

Está cercana – ya hay un Acuerdo – la asociación entre Venezuela, y Trinidad y Tobago (TT), que consiste en producción en el campo Dragón y su exportación a TT para transformarlo en GNL.

Adicionalmente, en el territorio venezolano hay grandes oportunidades de negocio en líneas de gas doméstico, electricidad, petroquímica (no hay que olvidar que es el petróleo del futuro), siderurgia, aluminio y una serie de industrias venezolanas, así como en transporte en diversas modalidades. Igualmente, en exploración y producción. El gas muestra un mundo de oportunidades como combustible y como insumo que es imperativo aprovechar.

Si Pdvsa se recuperara, la producción de gas en unos seis años se estima que superaría los 10.000 millones de pies cúbicos diarios, que bien utilizados pueden generar empleos, tecnologías, y divisas que mejorarían significativamente la calidad de vida.

Venezuela es petrolífera… y es gasífera. Y el mundo está esperando nuestro gas. ¿Nos seguiremos quedando atrás como lamentablemente se ha hecho costumbre, o explotaremos nuestro potencial?

Ya basta de que nos sigamos comportando como unos limosneros sentados en un barril.

PD: ¿Y quién le pone el cascabel al gato con los más de dos mil millones de pies cúbicos diarios que se queman en el oriente de Venezuela por falta de gerencia? Equivalen a unos doscientos o trescientos mil barriles por día de petróleo.

¡Hasta cuando!

 

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