El sexo entre Sapiens y Denisovanos nos adaptó al frío pero también afectó nuestra salud mental

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La interacción entre las dos especies humanas en Asia hace 60.000 años ha transmitido una modificación genética que ha llegado hasta nuestros días

Los antiguos Homo Sapiens abandonaron África en masa por primera vez hace unos 60.000 años. Su destino era Eurasia, un territorio que ya estaba habitado por otras especies humanas. Las interacciones entre los distintos grupos no tardaron en llegar. Se enfrentaron por los recursos, se traspasaron enfermedades e incluso tuvieron hijos en común.

Los antiguos Homo Sapiens abandonaron África en masa por primera vez hace unos 60.000 años. Su destino era Eurasia, un territorio que ya estaba habitado por otras especies humanas. Las interacciones entre los distintos grupos no tardaron en llegar. Se enfrentaron por los recursos, se traspasaron enfermedades e incluso tuvieron hijos en común.

Los extintos Denisovanos fueron una de esas poblaciones de humanos antiguos que se mezclaron con los sapiens. Fueron precisamente sus genes los que habrían ayudado a los humanos modernos a adaptarse al frío. Pero también pueden ser la causa de nuestra propensión a la esquizofrenia y otros trastornos de salud mental

Alteración de la regulación del zinc

Investigadores del Instituto de Biología Evolutiva de la Universitat Pompeu Fabra se han centrado en una alteración en la regulación del zinc, un elemento que transporta información del exterior hacia las células y que influye en la excitabilidad del sistema nervioso.

Según explican en un artículo publicado en la revista PLOS Genetics, existe una variante particular de un gen llamado SLC30A9 que llegó a los Homo Sapiens procedente de los Denisovanos y se extendió por todo el mundo, excepto en África. Este gen codifica una proteína llamada ZnT9, que transporta zinc a través de las membranas celulares.

A través del análisis genómico, hemos observado que la modificación observada proviene de nuestro mestizaje con humanos arcaicos en el pasado, posiblemente los Denisovanos, explicó Ana Roca-Umbert, autora principal de estudio, en un comunicado.

Aparentemente, el cambio fue beneficioso y demostró ser una ventaja para los humanos. Como consecuencia, se seleccionó esta variación y ha llegado a las poblaciones actuales, añade el coautor Jorge García-Calleja.

Los denisovanas

Los denisovanos vivieron en Asia hace miles de años.

La variante no aparece en el genoma de los neandertales, por lo que se descarta a esta especie como fuente del gen. Al mismo tiempo, los investigadores descubrieron que los genomas africanos modernos suelen contener una variante más antigua de SLC30A9 que es anterior a la introducción del alelo Denisovano.

Para examinar cómo la modificación afecta nuestra fisiología, el equipo de expertos introdujo el ADN en células de riñón embrionario humano y observó que alteraba la cantidad de zinc que ingresaba a estructuras celulares clave como las mitocondrias y el retículo endoplásmico.

Los Homo Sapiens

Los Homo Sapiens salieron en masa de África por primera vez hace unos 60.000 años 

Esto, a su vez, provocó cambios en el metabolismo mitocondrial, previniendo la sobrecarga de zinc y transmitiendo una ganancia de función general. De ahí que la variante genética heredada de los Denisovanos puede haber ayudado al antiguo Homo sapiens a hacer frente al clima hostil y adaptarse mejor al frío.

Sin embargo, debido a que los desequilibrios de zinc pueden causar trastornos neurológicos, es posible que el código genético que nuestros antepasados adquirieron al relacionarse con otras especies humanas también haya dejado una huella en nuestra salud mental.

Efecto secundario negativo

Los autores del estudio escriben que este efecto secundario negativo se sabe que está asociado con una mayor susceptibilidad a varios trastornos neuropsiquiátricos que incluyen afecciones como la anorexia nerviosa, el trastorno de hiperactividad, el trastorno del espectro autista, el trastorno bipolar, la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo y la esquizofrenia.

El zinc, oligoelemento esencial para la salud humana, es un mensajero importante que traslada tanto información del exterior hacia dentro de las células como entre distintos compartimentos celulares. Su carencia provoca alteraciones de crecimiento, neurológicas e inmunitarias, aunque su regulación aún está poco estudiada por la falta de herramientas moleculares para seguir su flujo, señalan los científicos.

El equipo apunta que, probablemente, esta es la adaptación genética denisovana de mayor alcance geográfico descubierta hasta el momento. Existe, por ejemplo, una variante en el gen EPAS1 heredada de los denisovanos que permite la adaptación a la vida en altitud, pero se encuentra sólo en tibetanos. Sin embargo, en nuestro caso el impacto se extiende a todas las poblaciones fuera de África, concluyen.

La Vanguardia de España

 

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