José Grasso Vecchio: Hacia una economía global con baja inflación

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La economía mundial se vio sujeta a dos grandes impactos negativos en los años recientes: en primer lugar, la pandemia de Covid19 entre 2020 y 2022 y posteriormente el conflicto entre Rusia y Ucrania que incidió tanto en los precios de la energía como de los alimentos. Como consecuencia de la pandemia hubo dos fuerzas que propiciaron la inflación: por una parte, los gigantescos estímulos fiscales y monetarios otorgados por la gran mayoría de los países, especialmente Estado Unidos y por la otra la disrupción en la cadena de suministros la cual generó cuellos de botella en la provisión de bienes finales y materias primas que se tradujo en la caída de la oferta y consecuentemente en tensiones inflacionarias.

La aceleración de la inflación durante 2022 fue enfrentada con determinación por los bancos centrales, especialmente en EEUU y la Unión Europea con subidas significativas de las tasas de interés y otras medidas de restricción monetaria y como ejemplo de ello la tasa de interés que emplea la Reserva Federal como tasa referente pasó de 0,25% a comienzos de 2022 a un máximo de 5,25% actualmente y algo similar hizo el Banco Central Europeo.

La posterior disminución de los precios del petróleo y el efecto de las tasas de interés comenzaron a reflejarse después del pico inflacionario de junio de 2022 y el ritmo de aumento de los precios fue cediendo al punto que desde un 9% anual aquel mes, en octubre de 2023 las tasas de inflación en EEUU y la Unión Europea se situaron en 3,2% y 2,9%, respectivamente, su menor nivel en dos años y en China, contrariamente, se observa deflación, por cuanto en términos anuales los precios cayeron 0,2%. Esta situación de China ha prendido las alarmas de los analistas porque pudiese implicar un estancamiento de la economía china, la segunda más grande del mundo.

Las previsiones de crecimiento mundial y de inflación del FMI apuntan a una menor actividad económica y también una inflación mundial más baja, lo que evidentemente va a influir en las próximas acciones de los bancos centrales.

En medio de este contexto, la FAO (La Organización Mundial para Agricultura y la Alimentación de ONU, por su sigla en inglés) acaba de publicar su informe bianual donde da cuenta de una caída en los precios de los alimentos a nivel global, que en octubre de 2023 respecto a octubre de 2022 no fue cualquier caída. Así, el índice general de los precios de los principales alimentos disminuyó 11% en ese lapso y específicamente los de la carne lo hicieron en 3,3%, los de los cereales en 18% y los del aceite vegetal en 21%, influidos por mejores cosechas en dos grandes productores: EEUU y Brasil.

A ello se añade que entre diciembre de 2023 y octubre de 2022 los precios del petróleo han disminuido ligeramente, pero esa disminución es notoria en octubre y lo que ha transcurrido de noviembre de 2023. Todos estos hechos están creando un ambiente favorable para tasas de inflación más bajas y consecuentemente que los bancos centrales a partir de 2024 comiencen a reducir las tasas de interés porque ciertamente éstas están muy altas con relación a la inflación actual y la inflación esperada. De esta manera, con la inflación en declive los bancos centrales tendrán que hacer un manejo fino para que se mantenga el crecimiento económico. Estas son buenas noticias para la economía mundial, especialmente para las naciones importadoras de alimentos y petróleo y también para los endeudados que verán reducir el costo del servicio de la deuda externa.

@josegrasso

 

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