Luisa Pernalete: Educar para la paz, obligación y urgencia

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La paz es un sueño en la tierra/ si se realizara fuera maravilla. Este verso de Jesús Rosas Marcano nos sirve para decir que la paz es una aspiración, en u mundo como el nuestro, con guerras en donde mueren tantos inocentes, y paz no es sólo ausencia de guerra, es mucho más.

En Venezuela no tenemos conflictos bélicos abiertos, pero si hay mucha violencia que deja víctimas fatales, mucha bala buscando un blanco, Y está también toda esa violencia contra niños, niñas y adolescentes, tanto en la escuela, como en e hogar, pues ha crecido la violencia intrafamiliar, entro otras causas, por mal manejo de las emociones y angustia por parte de los padres.

La escuela no es sólo para enseñar a leer, escribir, sacar cuentas, y trabajar con nuevas tecnologías. La escuela tiene una función muy importante que es la de enseñar a convivir, a respetar y que se hagan respetar, a ser solidarios, a cooperar en función del bien común. Enseñar a convivir, repetimos, es función de la escuela. Más en este contexto venezolano en donde el insulto, la descalificación, las amenazas, se han vuelto “normales”, cultura pues, y no son normales, toda violencia deja secuelas, pequeñas o grandes, pero tiene consecuencias.

Para educar para la paz, además de conocer el contexto nacional, familiar y del entorno escolar, se requiere voluntad – querer hacerlo -, herramientas, formación, de todo el personal, plan, pues aprender a convivir no es asunto de unas cuantas clases, es un eje transversal, y tiene también sus competencias que den ser trabajadas en el aula. También se necesita hacer equipos en la escuela, formar a los padres y representantes, para que no haya contradicción entre los mensajes que se dan en la escuela y los que los alumnos escuchan o ven en sus hogares. También se necesita paciencia y perseverancia.

Entre los “saberes” que se deben trabajar en aula, están lo que Segura Morales SJ, titula “pensamientos para la convivencia”. Dice este autor que son 5 estos pensamientos: el causal –para conocer porqué pasan las cosas; el consecuencial, para pensar antes de actuar, saber que nuestras acciones u omisiones tienen consecuencias; el alternativo, para saber que más se puede hacer en cada caso; el de la empatía, poderse poner en el puesto del otro; el medio fin, tener metas y fijarse pasos para lograrlas. (Segura, M. 2005, Enseñar a convivir no es tan difícil). Esto se hace con variadas estrategias.

También es necesario saber resolver los conflictos, las diferencias, de manera pacífica. A golpes, no se resuelven, la violencia siempre trae más violencia, lo decía Gandhi, pero eso se ve en la práctica. Responda usted ante un insulto con otro insulto, o “preguntando” al otro por “su mamá”, verá que el asunto se pone peor. Hay maneras de resolver los problemas por vías pacíficas, y eso se puede enseñar y se puede aprender. Por su puesto, los educadores son los primeros que deben saber cómo hacerlo, y ser coherentes, nada de gritos en plena clase.

También es importante tener ciertas habilidades sociales como saber saludar – se puede insultar con un saludo o se puede saludar para acercarse al otro, para expresar que es importante para uno -; saber pedir una ayuda, saber ofrecer una ayuda, saber excusarse cuando ha cometido un error, o perdió la paciencia, saber quejarse – esta es muy importante-… Saber perdonar… Todas eso se puede aprender y hay que enseñarlo en las escuelas, en los pasillos, en el patio de recreo, en la entrada y la salida, y, quiero insistir, hay que trabajarlo con los padres y representantes. Recuerden que esas reuniones no deben ser para estarse quejando de los alumnos, los hijos de ellos, deben ser formativas también.

No podemos dar un curso de “educación para la paz” en una columna, pero seguiremos tratando el tema.  Lo que si queremos reiterar es la importancia de no dejar de lado la función de la escuela de enseñar a convivir, Venezuela no puede ser un país lleno de violencia para nuestros niños, niñas y adolescentes, se abren heridas que no se cierran siempre y se respira por la herida, lo que se consigue entonces son espirales de violencia.

Y recordemos lo que dice una de las bienaventuranzas: Bienaventurados los que trabajan para la paz porque serán reconocidos como hijos de Dios. Mt. 5, 9. Todos los educadores, todos los padres y las madres deben comportarse como hijos de Dios.

 

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