Abajo parchetes. Ya está bueno de ofrecer soluciones parciales a problemas sistémicos. No basta la buena voluntad, ni del gobierno – ¿supuesto negado? -, ni de los empresarios, para encaminar a Venezuela hacia la prosperidad.
Ya está bueno de tocar el suiche y que no aparezca la luz, de voltear la llave y que siga seca la tubería, de abrir la nevera vacía, de la impotencia de los padres ante el hambre de los hijos. Ya está bueno de hospitales enfermos, de escuelas escuálidas, de hacer cola para echar gasolina, de los hijos y nietos abrazados por el friísimo Internet. Ya basta del museo del transporte en que se han convertido nuestras calles y autopistas.
¿Recuerda cuándo año tras año los concesionarios ofrecían carros del año con amplias condiciones de pago?, ¿o cuando los jóvenes podían comprar su vivienda con un préstamo bancario? O sin ir muy lejos, ¿recuerda cuando usted tenía dos o tres tarjetas de crédito en los bolsillos? Pues todo eso, se acabó.
Y se acabó “en revolución”. Si no fuera por esta tragedia rutinaria en que nos hemos convertido, daría risa aquella frase del ícono comunista Ernesto Che Guevara: “cuando lo extraordinario se hace cotidiano, estamos en presencia de la revolución”. Pues ya lo extraordinario se ha hecho cotidiano: la inflación de tres dígitos, el 90 % de pobreza, el mínimo poder adquisitivo… O sea, estamos en “revolución”.
Solucionática
Todo el mundo habla de problemática; pero nadie lo hace de solucionática. Y es imperativo que en Venezuela pensemos en buscar soluciones. Es decir, en el conjunto de soluciones necesarias para resolver los problemas.
Lo primero que hay que tener claro es olvidar las soluciones aisladas e inconexas que tan solo provocan salticos, que ilusionan mucho y arreglan poco.
El problema de Venezuela va mucho más allá de la suspensión o no de sanciones. Es político y es sistémico, por lo que la solución es política y es sistémica. La escasez de agua no se arregla con camiones cisternas o con mesas de agua, sino con ejecución de proyectos que vayan desde la fuente de agua hasta el consumidor. Para minimizar o eliminar los cortes de luz hay que reparar las turbinas del Guri y de otras represas, las plantas eléctricas, los sistemas de transmisión, producir gas suficiente. Para satisfacer la demanda de gasolina y gasoil, no basta con arreglos parciales en las refinerías que funcionan hoy y se dañan mañana, hay que rediseñar una nueva industria petrolera. El aumento significativo de los indigentes ingresos no se logra con bonos de la patria que ni
Reingeniería para Venezuela
Venezuela es un caso modelo para aplicar reingeniería. Estamos muy lejos de cumplir los objetivos como país, por lo que hacen faltos cambios de raíz.
Sin pretender agotar el tema ni los ítems, pero con el mensaje de buscar soluciones integrales para solucionar problemas integrales, proponemos los siguientes pasos:
– Cambio de modelo político: liberal, con gerencia social que se enrumbe a marginalidad cero, separación de poderes y… democracia.
– Seguridad Jurídica: que genere confianza en los inversionistas. Porque hacen falta miles de millones de dólares para recuperar las industrias petrolera, eléctrica, agua, telecomunicaciones, banca, servicios en general, infraestructura, etc.
– Descentralización: Ya está bueno de protectores, presupuestos para gobernadores amigos, centralización de administración de peajes, etc.
– Políticas de privatización, o por lo menos modelos de pingüe incorporación de capitales en petróleo, gas, electricidad, agua, telecomunicaciones, empresas de guayana.
– Devolución o privatización de los cientos de empresas y haciendas expropiadas.
– Gerencia Social: insistimos en marginalidad cero. Si no se supera la pobreza extrema, se le estarían prendiendo velas a otros mesías y a otras fatídicas “revoluciones”.
Seguramente faltan aspectos; pero insistimos, el concepto de reingeniería es fundamental: cambios de raíz.
Se trata de, parafraseando al gran poeta Aquiles Nazoa, liberar los poderes creativos del pueblo. Y agregamos, liberar también los poderes económicos, gerenciales, solidarios, sociales… y claro, democráticos.
Podría parecer una lumpia. Pero en esta situación tan cercana al fondo, el cambio o es radical… o es retroceso. Existe una ola de cambio que es necesario saber surfear. Como certeramente expresó Nelson Chiti La Roche en 1998, previo a la llegada del chavismo: el cambio viene, con nosotros, sin nosotros, o contra nosotros.
Usted escoge.