*Toda la región iberoamericana espera el desenlace de este drama político
*Una vigorosa postura ciudadana frente a la crisis, como la que parece estar desarrollándose, puede ayudar a nuestras sociedades latinoamericanas a re-encontrar los caminos de la dignidad
¿Cuál ha sido nuestra historia?
Los pueblos latinoamericanos, con contadas excepciones de estadistas a lo Betancourt, Frondizi, Lleras Camargo y Cardoso tienen más de cien años en las garras de populistas, demagogos y tiranuelos de múltiples tendencias ideológicas: Trujillo, Gómez, Somoza, Daniel Ortega y su arpía, Chávez, Maduro, Bolsonaro, Lula, Petro, Perón, Cristina Fernández, Fulgencio Batista, los dos Castros. Ha sido un desfile inacabable de líderes vergonzosos quienes han logrado imponer sus voluntades a los pueblos, a pesar de que casi todos han sido mediocres, incultos, primitivos y de corta visión. Ninguno ha llegado a dominar gracias a su brillantez intelectual y solo unos pocos han sido realmente carismáticos.
Parecen haber salido de montoneras signadas por la mediocridad, dotados, eso sí, de cierta audacia y de una ambición de poder que los ha llevado a dominar a las masas bajo el signo del macho alfa.
A esta historia ha ayudado nuestra lasitud, esa preferencia por el chinchorro y las bananas que, para nuestro desagrado, caricaturizaba Hollywood en películas que nos mostraban flojos, solo pensando en el mañana. Esa lasitud se ha traducido en bajos niveles de participación ciudadana sobre las decisiones fundamentales que una sociedad debe tomar en conjunto. Paradójicamente – una vez montado el tiranuelo en el poder debido a la apatía colectiva – comenzaba la queja colectiva por nuestra mala suerte, la búsqueda de los culpables por habernos llevado a esta situación, sin querer aceptar que la responsabilidad era nuestra.
Así estamos hoy en Venezuela, actualmente con algunos rasgos esperanzadores de redención debido a la tenacidad de una líder como María Corina Machado, quien ha surgido como la voz del país digno frente a la corrupta dictadura chavista. Su postura decidida le ha dado alas al sector del país que no se ha arrodillado frente al régimen.
Lo que sucede en España
Lo que está sucediendo en España puede ser de gran ejemplo para nosotros en Venezuela y de invalorable refuerzo para recuperar nuestra brújula moral. En ese país, con el cual nos sentimos tan íntimamente identificados, un jefe de gobierno, Pedro Sánchez, perdedor en las últimas elecciones, ha logrado formar un nuevo gobierno llevando a cabo un arreglo ignominioso con los separatistas catalanes, cuyo jefe está buscado por la justicia y fuera del país. Ello le ha permitido lograr los siete votos que necesitaba para establecerse en el poder. Esta jugada de ínfima calidad moral le ha servido a Sánchez para permanecer en el gobierno ya que, de acuerdo con la constitución española, el Rey de España no tiene otra alternativa que poner su firma aprobatoria a esa maniobra inmoral.
Frente a esta situación la ciudadanía española se ha puesto de pie. Cientos de miles de españoles marchan indignados en todas las ciudades de España, protestando contra esta maniobra que representa una bofetada para los españoles creyentes en la democracia y en la honestidad.
Lo que ha hecho Pedro Sánchez es un acto criminal, -desvergonzado y a plena luz – sin esconder su ambición de poder. Su actitud plantea un desafío a muerte contra la democracia española y está comenzando a encontrar su respuesta.
Lo que finalmente suceda en España incidirá vigorosamente sobre lo que sucederá en Venezuela y en otros países iberoamericanos en los cuales se han asentado regímenes indignos.
Razones aún más poderosas de las que le asisten a los españoles tenemos nosotros en Venezuela para rebelarnos cívicamente en contra del régimen que nos acogota. Primero Hugo Chávez y luego Nicolás Maduro han arruinado al país. Disfrutando del mayor ingreso de nuestra historia han dilapidado, robado y entregado a sus amigotes en todo el planeta el dinero que era de los venezolanos y, para rematar, se endeudaron en unos $150.000 millones adicionales que han llevado al país a la insolvencia. En 23 años esta pandilla de homínidos nos llevó del nivel de Chile y Uruguay al nivel de Haití y las naciones más atrasadas del África.
Nuestra esperanza es que la reacción cívica española pueda mostrarle a los timoratos líderes políticos y empresariales nuestros que el camino de nuestra libertad y democracia no pasa por las genuflexiones y las sonrisitas en Miraflores o Barbados sino por la calle, por la masiva protesta ciudadana decidida a salir de su pesadilla.