Alex Vallenilla: En Barbados no hubo ningún acuerdo

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Entre las decisiones que tomaron las diversas facciones políticas en Venezuela, destaca haberse lanzado a los brazos de la «comunidad internacional». Ahora, dependen de ello. Aunque desde cada bando, se vende la idea de que están con los mejores “aliados”. Por un lado, el chavismo-madurismo, en el eje chino-ruso. Por el otro, la oposición de la Plataforma Unitaria, en el dominio occidental. Pero en este segundo bando con divisiones.

El pasado mes de octubre, previo a las elecciones primarias que organizó un sector de opositores, se produjo un evento no esperado por muchos: la firma del «acuerdo» en Barbados.

Se trata de un «acuerdo», que en el fondo no es tal, o dista mucho de serlo. Pero para efectos formales o más bien discursivos, así se le llama. Se puede percibir más claramente como una imposición. En la práctica, es una salida que encontraron en Washington, como parte de la resolución de la situación que surgió, debido a la geopolítica. Veamos.

Movimiento de piezas

El estallido de la crisis en el Medio Oriente, trajo algunos cambios o más bien un giro en Washington. La Casa Blanca movió piezas, entre estas, una facción de la oposición con la cual se entendió desde 2019, a raíz de la auto proclamación de Juan Guaidó como «presidente interino». Estos factores tuvieron bajo su control activos venezolanos en el extranjero y cuantiosos fondos para «ayuda humanitaria». Esos incentivos fueron suficientes para que cuando Washington así lo requiriera, obedezcan como recientemente ocurrió en Barbados.

Para la Casa Blanca, la crisis del Medio Oriente es necesaria y clave para sus intereses. Pero eso tiene un precio y es que, al no haber paz en esa región, la volatilidad del precio del petróleo aumenta y con esta, los riesgos. Es así como el petrodólar, es posible. No es una casualidad que los arquitectos del mundo occidental en la década de los 70, que todavía están vivos, hoy están dando lecciones. Fue en 1971 cuando surge el petrodólar, en aquella era del poderoso secretario de seguridad nacional de Richard Nixon, Henry Kissinger.

Así que, al entregar licencias al gobierno de Maduro, tras el «acuerdo», Washington trata de compensar. Sin embargo, en vista de la situación de la industria petrolera venezolana, se puede estimar que se trata de un proceso de largo plazo. Es decir, hay en desarrollo una nueva configuración global y Venezuela es una pieza fundamental.

Un señor de 100 años reordena todo

Antes de continuar con el tema del «acuerdo» hay que hacer un paréntesis. La semana pasada explicaba que Washington necesariamente tiene que recurrir a la configuración del mundo en que Venezuela es uno de los más importantes suplidores de petróleo. La reciente visita del presidente de China, Xi Jinping a Estado Unidos, pareciera ir en esa dirección.

China intentó acercar a Arabia Saudita e Irán en una mesa de negociaciones para la paz en el Medio Oriente. Sin embargo, debido a la guerra que se desata entre Israel y Hamás, esa posibilidad pareciera alejarse. Para Washington, es preferible que el Medio Oriente se mantenga encendido y buscar acuerdos mínimos con China. Una distensión con los chinos, puede generar perturbaciones entre chinos y rusos. El pasado mes de julio, Henry Kissinger, de 100 años de edad, viajó a Beijing y se reunió con el presidente chino.

Siendo secretario de seguridad nacional, en 1972, Kissinger también viajó en secreto a China. El autor del libro “China”, demostró enormes habilidades diplomáticas en ese entonces. Pudo arreglar un encuentro entre los presidentes Richard Nixon y Mao Zedong. Para esa época, Washington comprendió que el apoyo que China brindaba a Vietnam en esa guerra, era una enorme debilidad en Asia, para los norteamericanos. La salida de las tropas de Estados Unidos de Vietnam, fue un triunfo diplomático de los republicanos, que trajo como consecuencias reconocer a China y que entrara a la ONU. Esto evitó que, en la época de la Guerra Fría, los rusos y chinos terminaran aliados. Pero los demócratas, con la actual política de sanciones, en este tiempo, finalmente produjeron lo contrario. Kissinger, respetado en China, pudo arreglar el encuentro de Joe Biden y Xi Jinping, recientemente realizado en San Francisco.

En aquella histórica reunión, Mao le dijo a Nixon, que llegaba a acuerdos con los republicanos y que, si los demócratas ganaban, China buscaría conversaciones con estos también.

Los tontos útiles

Con el «acuerdo», la Casa Blanca, tiene una coartada perfecta ante el Congreso y ante los republicanos. Estos últimos le reclamaron al presidente Joe Biden sobre el alivio de las sanciones a Venezuela y a Pdvsa. La respuesta es sencilla: «fue un acuerdo entre el gobierno y la oposición venezolanos».

Lo anterior indica que la oposición venezolana, esa que se agrupa en los partidos políticos tradicionales y que obedece a Washington, no tiene autonomía.

En el gobierno de Nicolás Maduro, tienen un poco más claro que Washington no va a retirar las sanciones. En ese largo plazo que ahora se avecina, solamente habrá licencias, unas más, otras menos, hasta que quizá las circunstancias cambien. Sin embargo, las sanciones no fueron suficientes para sacarlo del poder. Con las licencias, seguirá la retórica y tendrá ahora mayores ventajas.

Con respecto a la escisión que ha surgido recientemente en la oposición, en torno a las elecciones primarias. El factor que resultó triunfador, no forma parte formal de este «acuerdo», porque no firmó. Sin embargo, resulta útil para Washington como otra de las tantas amenazas qué tienen sobre Maduro, acusado de diversos crímenes y delitos, lo que lo obliga también a negociar en condiciones desfavorables. Además, para la retórica norteamericana, frente a los republicanos, también funciona.

Se inició nuevamente una política de micrófonos. Maduro echa mano al tema del Esequibo que le interesa tanto a Washington. Y los norteamericanos lanzan de nuevo la narrativa de que “todas las sanciones siguen sobre la mesa”, en esta ocasión con la excusa de las inhabilitaciones políticas. Para China resulta bueno que Pdvsa surta petróleo a Estados Unidos nuevamente, ya que funciona como una válvula de escape y quita presiones en Asia.

Para el próximo año, se comenzarán a ver los primeros resultados, de esta nueva distensión entre Joe Biden y Xi Jinping, sobre todo, lo que harán en Venezuela.

@alexvallenilla

 

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