Alexander Cambero: El Bolívar de mi escuela

Compartir

 

Cuando llegué por primera vez a la escuela estaba él. Mi padre nos había enseñado a querer al prócer. El Libertador Simón Bolívar, estaba en un cuadro grande en la primera sección educativa en donde estuve. Desde el tercer pupitre de la segunda fila lo observaba. Con apenas siete años ya conocía algunas cosas de su gesta emancipadora, me imaginé su espada desperdigando adversarios con la fuerza inconmensurable de la libertad. Imaginaba que cuando se hablaba de historia, su rostro mostraba cierta solemnidad, las matemáticas le fruncían el ceño, pero cuando el castellano reinaba en el salón resplandecían sus dotes de excelso escritor. La imaginación del niño Cambero, versión Alexander, siempre andaba tratando de comprender cosas que me aproximaron al héroe. En el recreo lo notaba un tanto distante, como analizando nuevos encuentros.

El grupo Escolar Juan Manuel Álamo

La escuela con aires de casa grande era también su campo de batalla. Aquí su lucha no era en contra de la corona española, lo que perseguían nuestros maestros estaba atado a darnos las herramientas necesarias para amar a la patria. Que toda la epopeya libertaria fuera una motivación para lograr ser mejores ciudadanos, sembrar en nosotros la semilla del patriotismo, que germinara en 600 alumnos; el fervor por una patria con una historia como pocas. Imaginémos al Libertador colocando el amor por Venezuela, en la tierra fértil del corazón de cada niño de entonces. La escuela se hizo la batalla más gloriosa, la de llevar luces al sueño de lograr ser dignos herederos de su impronta.

El genio

El gran maestro emancipador. Su espada rompió nudos de tiranías y sobre la floresta de pueblos agradecidos germinó la libertad; con su concurso nuestra América descubrió que éramos dueños de nuestro propio destino. Nos hicimos cielos despejados desde las cumbres hasta las serranías, construimos historias de pueblos alegóricos que forjaron leyendas de fantasmas y aparecidos, somos la esencia irreductible de un continente vibrante con rostros que son su legado.

 

Traducción »