La soberanía no se negocia, se defiende. José de San Martín.
Nadie en su sano juicio podría negar que quien pega primero, pega dos veces ahora que en Venezuela estas últimas semanas, el tema desde que el Sol sale hasta que se oculta, es el reclamo del territorio Esequibo en el que nuestros vecinos guyaneses a la calladita han avanzado desde hace años ante el descuido, olvido y poco interés que la Revolución del Siglo XXI ha tenido con este tema de soberanía, que ahora con el agua al cuello tratan de hacer en poco tiempo lo dejado de lado y llaman a votar en un referéndum consultivo, previsto para este domingo 3 de diciembre.
Es una realidad evidente que la estrategia usada por el gobierno de Guyana de pegar primero, tiene la virtud a su favor de hacernos aparecer en la escena internacional que el desencuentro territorial es una lucha entre David y Goliat. Ellos, personificando a David, son el país pequeño, débil, indefenso y desamparado enfrentándose al nuestro, grande, todopoderoso, agresor y expansionista. Y por si a alguien le queda alguna duda que no es así, el otro paso de arrogancia y desafío dado por las autoridades de la ex-colonia inglesa, fue la acción usurpadora llevada a cabo un par de semanas atrás, cuando el presidente, Irfaan Alí, izó la bandera guyanesa en un cerro de la serranía Pacaraima, a escasa distancia de la línea fronteriza de la zona en reclamación.
Vale decir que Irfaan Alí y su gobierno obviamente poco o nada les interesa lo contemplado en el Acuerdo de Ginebra, firmado en 1966, porque la evidencia histórica venezolana echaría por tierra cualquier aspiración de posesión del territorio en litigio de parte de Guyana. No obstante, en la instancia de la Corte Internacional de Justicia, CIJ, estarían centradas sus esperanzas a partir de la existencia de un precedente a su favor cuando a principios del año que está por terminal, ese tribunal adscrito a la ONU, favoreció a esa nación al rechazar reparos de Venezuela contra el “Laudo Arbitral de 1899” que es el que quieren aplicarle a nuestra nación.
Es preciso recordar que el Laudo Arbitral de París del 3 de octubre de 1899 fue “favorable al Reino Unido al adjudicarle el territorio denominado por Venezuela como Guayana Esequiba de 159.500 km², al oeste del río Esequibo”, a ese imperio europeo de la época que “fijó los límites del despojo territorial contra Venezuela, porque hubo un fraude liderado entre el imperio británico y Estados Unidos. Una sentencia que se hizo sin representación de Venezuela”. En palabras muy criollas fue algo así como pagarse y darse el vuelto.
Mientras que el Acuerdo de Ginebra firmado 56 años atrás, año 1966, tiene su antecedente cuatro años antes de su nacimiento, cuando a partir del proceso de descolonización británico en el Caribe, durante el gobierno del expresidente Raúl Leoni, siendo Canciller de Venezuela, Ignacio Irribarren Borjes, nuestro país reactivó la reclamación del territorio despojado en una maniobra entre pícaros. Así tenemos que luego de dialogar, negociar e insistir, sin que cediécemos a “malos consejeros” oportunistas caribeños, el 17 de febrero de 1966, “Venezuela, Gran Bretaña y la Guayana Británica, que con la independencia adquirió el nombre de Guyana, firmaron el Acuerdo de Ginebra”. Es cuando “a partir de esa fecha la reclamación venezolana sobre el Territorio Esequibo, tiene como marco jurídico y político fundamental ese tratado”.
Una verdad es cierta, existe, está ahí y divide el criterio de algunos especialistas en Derecho Internacional y otros expertos conocedores del tema territorial. Unos afirman que hay que hacer valer lo contemplado en el Acuerdo de Ginebra. Otros piensan que debe ser a través de la Corte Internacional de Justicia, CIJ, la vía para resolver la diferencia entre ambos países. Mientras tanto, la ausencia, omisión y desconocimiento de responsabilidades no exime de culpas a lo dejado de hacer, a lo olvidado, lo no realizado o no hecho hasta el día de hoy de parte del gobierno venezolano. Son 24 años de gestión del oficialismo, tiempo durante el cual los venezolanos no hemos conocido de la A a la Z cuales han sido las diligencias agotadas en la búsqueda de una solución para ambas partes.
Cabe en la actual circunstancia decir que el tiempo perdido hasta los Santos lo lloran. Perder el tiempo en ganar adeptos caribeños durante buena parte de la actual gestión oficial de abanderar, dirigir y tener un protagonismo internacional nos ha costado tiempo y mucho dinero. ¿Valió la pena ese esfuerzo de enamorar a los países de la Comunidad del Caribe, CARICOM, buscando votos o posiciones de liderazgo en organismos internacionales como la OEA, ONU o Países No Alineados? Creo que no. Esas naciones del CARICOM han sido receptoras de trato preferencial y consideraciones económicas de la chequera venezolana. ¿De qué lado están hoy?. Si excepción, respaldando a Guyana.
En tanto, la administración de Georgetown a la cabeza del presidente Irfaan Alí, lo que no ha perdido es tiempo. Es desde 2015 cuando comienza a saberse del descubrimiento y otorgamiento de concesiones de exploración petrolera en áreas de la Zona en Reclamación que han resultado ser excelentes yacimientos. La Exxomobil tiene el monopolio de las concesiones para explotar petróleo en tierra y en la fachada Atlántica dentro del área territorial despojada. Su papel de financista persigue impedir cualquier arreglo que los saque del juego. Esa verdad no es un secreto. Además, otras empresas mineras, petroleras y forestales frotan sus manos por el otorgamiento de licencias para el procesamiento de los ricos recursos naturales del Esequibo. Lo lamentable es que la OEA y la ONU con su silencio avalan el abuso guyanés.
No me molesta que pueda ser calificado de guerrerista. No lo soy. No creo que la confrontación violenta trae soluciones, sino que como uno más de miles de venezolanos deploro haber visto en la redes sociales al Presidente de Guyana y a militares de ese país, izar su bandera en nuestro territorio que es como permitirle a algún vecino entrar a nuestra casa a disponer en tierra ajena. Lamento mucho que a nuestros militares, demasiado politizados y beligerantes, desde hace mucho tiempo los tengan más ocupados en otras tareas que estar donde, a la hora y en el momento donde deben estar, dándole cumplimiento a hacer respetar la soberanía territorial que es un mandato de la Constitución Bolivariana de Venezuela. En pocas palabras lo que es igual no es trampa
Por último, existe en muchos venezolanos el dilema, desapego, a salir a votar o no el próximo domingo. Respeto la decisión ciudadana de cada quien. No obstante, en mi caso, votaré algunas o las cinco preguntas. Leer bien, analizar y evaluar es lo prudente. Lo haré por un principio de conciencia y de defensa integral del territorio llamado Venezuela donde nací. No fascinado ni engañado por un eslogan, video o mensaje que vemos en un medio de comunicación o espacio de propaganda oficial. Ojalá no sea tarde, pero la responsabilidad es compartida en la defensa del territorio que nos pertenece a todos. Los errores, el olvido y el tiempo perdido pertenecen al gobierno, no a los venezolanos. ¡Amanecerá y Veremos!