Teódulo López Meléndez: 2024, el año en la incubadora

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Si estuviésemos en Gaza diríamos que condenado por falta de electricidad para las incubadoras, pero aquí, aún, –entre el estallido de un transformador o de un inexplicado apagón- aparece con exigencias de nuevos contratos.

Si está en la incubadora podría presumirse prematuro, pero algún arriesgado dirá que allí fue concebido. Así, y allí, se va conformando el 2024 de los venezolanos, entre expectativas de elecciones de segundo semestre, es decir cuando ya gatee y reaparezcan los elementos de su herencia, esto es, cuando lo quieran inscribir en el registro civil y sacarle cédula y la burocracia se niegue a habilitar lo que inhabilitó porque le dio la gana.

El 2024 se anuncia con multiplicidad de madres y aquel rey picarón exclamará que vista la disputa hay que partirlo en dos, a ver si la verdadera exclama que lo prefiere vivo aunque se lo den a la que no es.

Sobre la incubadora saltarán unos cuantos entre proclamas negatorias de derecho a hacer testamento y elegir herederos, sumados a los que ya anunciaron que serán –tres o cuatro-  a como dé lugar y también los que se han quedado quietos ante la incubadora esperando que el 2024 saque las manitos y los elija como símbolo de plataformas unitarias.

Se necesitan pañales, dado que, al fin y al cabo, un bebé los necesita. También se requiere   alimento para todos los verdaderos protagonistas, desde educadores hasta jubilados, y medicinas para todos los desahuciados de un hospital donde no hay ni una curita.

Se requiere de los venezolanos todos ponerse a girar la manivela para que haya electricidad, para que el año de la incubadora nazca con sentido de cambio, de reordenamiento, de reconstrucción.

Aquí no vale quedarse mirando la incubadora y esperando que el feto siga evolución natural. Aquí hay que intervenir colectivamente y enseñarle al 2024 a caminar. Aquí hay que apurarse a empujarlo a hablar, a dejarle claro que no se le dejará pasar entre egoísmos, egos desaforados o desaciertos en la configuración de su nicho.

Tempus fugit, hay que recordar. Sobre la virtud del equilibrio reflexionó Aristóteles. Sobre la virtud del desprendimiento en aras del interés colectivo reclama el 2024 en la incubadora.

Ya hemos repetido mucho que al futuro no se le espera, se le crea.

@tlopezmelendez

 

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