El solo imaginarlo convoca a la inmensa mayoría del país. Cuando salga finalmente de Miraflores -eso ocurrirá en 2024- los ciudadanos nos regocijaremos al ver cómo se cierra la etapa más oscura de nuestra historia. Un período en el que la democracia fue desvalijada por manos rufianes. La destrucción nacional generada por una hecatombe con aires de idealización igualitaria que buscaba la captura de la voluntad de incautos que todavía acarician el sueño totalitario. Esos románticos que siguen siendo cortejados por un planteamiento muerto. El socialismo es el mayor de los fracasos en la estadística de la realidad social. Quienes utilizaron esta receta terminaron quedando arruinados. Sin olvidar que perdieron su libertad y autonomía. Un secuestro con barrotes llenos de represión y muerte. La desgracia venezolana es responsabilidad del proceso revolucionario. Es este fraude cautivante el que se ha encargado de robarnos el futuro. Son los sepultureros de la riqueza venezolana. Un brutal desfalco que no pueden ocultar tras el esplendor de sus vidas de ensueño.
Nicolás Maduro lleva sobre sus espadas el repudio de un pueblo harto de su mandato. Pocas veces un personaje ha contado con semejantes niveles de rechazo absoluto. La tenebrosa performance de su gestión gubernamental es un arduo ejercicio para comprender cómo la riqueza venezolana fue dilapidada por un grupo de personas sin escrúpulos. Han hecho de la corrupción el combustible que enciende el motor choreto de una revolución intoxicada. La nación está hundida hasta los tuétanos por la acción de una ideología destinada a robarnos el futuro. Se han encargado de saquearlo todo. Las instituciones fueron secuestradas para ponerlas al servicio de sus tenebrosos propósitos. Una narrativa violenta y sacrílegamente corrompida que se ha inspirado en las peores aberraciones que puedan nacer de una mafia.
Que podamos salir democráticamente en el año 2024 con el liderazgo indiscutible de María Corina Machado es algo que llena de esperanzas a Venezuela. El esfuerzo será titánico, pero igualmente lleno de un compromiso con la libertad. Verlos salir del poder con el rostro apesadumbrado, entre la niebla de las lágrimas, es una escena que anhelamos, con un traje a la medida para ir a enfrentar a la justicia que espera desde hace mucho tiempo.
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