Ezequiel Querales Viloria: Ese algo… Que se nos va con la vida…

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Imagino que todos hemos sentido en algún momento, esa extraña sensación de movilidad en nuestras vidas, de una, a otra incertidumbre. Algo que apenas percibimos esfumándose, lentamente. Y que cuando tratamos de definirla, se nos pierden las palabras.

A partir de entonces, solemos apelar al fascinante recurso de la imaginación, de la meditación, de la recordación, de buscar ayuda con el alter ego. Ese imponente y sabio YO existencial, que nunca nos abandona. Que nos hace muecas desde los rincones. Ese algo tan real, que actúa como la razón predilecta del subconsciente, del que solo sabemos, que siempre estará allí, aguardando, listo para activarse.

Cierto es, que cada quien vive y valora la vida, a su real y particular manera. La define y le pone el sello personal, con los sentimientos de amor y odio, valor y temor, grandezas y pobrezas, que arranca de su árbol genealógico y tronco familiar. De ese algo tan sutil.

En tan íntima valoración, debemos adicionar el hábitat natural donde nacimos, crecimos, echamos raíces. O en todo caso, donde nos instalamos posteriormente, para darle continuidad a nuestras vidas. Es el determinante medio ambiente, que se presenta, con su ineludible influencia social, económica, política, sicológica, cultural, religiosa, idiomática, territorial, para completar ese algo tan característico, que queda sembrado con su emblema particular, en nuestra vanidad y orgullo existencial.

Toda una meditación doméstica, íntima, (nada metódica ni científica) repetida infinidad de veces, en otras épocas, otros lugares, con otras voces, otras palabras, otros hechos, e idiomas, otros significados y connotaciones. Pues convenimos con los estudiosos de la semiología lingüística, que jamás significará lo mismo, el concepto de vida, libertad o felicidad, (para citar solo tres), que se tenía hace dos mil, o quinientos años, a la valoración o empatía, asignada en la actualidad, como pretenden hacerlo ahora, algunos politiqueros de oficio, de uña en el rabo, dirían otros.

Desafortunadamente, habitan entre nosotros, los típicos cretinos de pensamiento, (capaces de derribar la estatua de Cristóbal Colón, culparlo de invasor, y de haber traído las desgracias a estas tierras). Que suelen hablarnos, de los pueblos oprimidos de la antigüedad, o edad media, cuando sabemos, que para la época, lo  lo esencial, era luchar contra las hordas salvajes  y la inclemente naturaleza, para poder subsistir.  Eran la forma de existencia, en mundo totalmente distinto, pero infinitamente creativo. Y tal vez, muy feliz.

Convengo con el eximio poeta y escritor Heinrich Karl Bukowski, mejor conocido como Charles Bukowski, nacido en Alemania y nacionalizado estadounidense, cuando sugiere que “la verdadera felicidad puede residir en el cansancio y en la aceptación de las inevitables fatigas de la vida”. Cuando proclama, “que la vida puede ser más rica y satisfactoria cuando se enfrenta de frente, sin adornos ni ilusiones”. (…). Cuando buscamos sin encontrarlo, “ese algo tan vital, tan sublime, que se nos va con la vida”, añado yo.

ezzevil34@gmail.com

 

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