Antier Juana, quien es mi acompañante desde hace años, me preguntó que era eso de «ISIQUIBO» que decían a cada momento por televisión. Procuré resumir el tema de manera simplificada. Le respondí que un país de Europa llamado Inglaterra, se las había arreglado para quitarnos parte de nuestro territorio que se llamaba Esequibo. Con la pregunta de Juana, quien cuando no está pegada al celular lo está del televisor, llegué a la conclusión de que el régimen que se ha gastado una millonada en promover la votación en el referendo consultivo de hoy domingo 3 diciembre, no ha tenido mucho éxito en hacerlo entender por los potenciales sufragantes que desconocen los intríngulis de la controversia.
Existe una profesión relacionada con la publicidad política, comercial o de lo que sea, y es la de creativo. Como en todos los casos, suele haberlos muy buenos, regulares y malos. Voy a referirme a la única cuña guyanesa que he visto circular por las redes. Empieza con su himno nacional y los protagonistas son niños que hablan del amor por su país, formado por tres «condados» de los cuales uno es el Esequibo. Un niño dice que Venezuela sabe que la controversia sobre el Esequibo es «over» o sea terminada. Otra niña dice que el Esequibo es muy rico en recursos naturales. Después todos gritan: «Venezuela, mantén tus manos fuera del Esequibo que es nuestro futuro».
Si yo no fuera venezolana, si no estuviera absolutamente convencida de que el Esequibo es nuestro y que nos fue arrebatado mediante trapacerías diplomáticas y jurídicas, creería en la fuerza expresiva de esos jovencitos guyaneses entusiastas y patriotas que defienden con el alma su pequeño país. Pero como soy venezolana tengo derecho a formular públicamente algunas preguntas una de las cuales comienza por los creativos que el régimen contrató para hacer la campaña que debería motivar a millones de nacionales a ejercer su voto refrendario.
Una de las cuñas con las que nos agobian día y noche es la de una voz masculina lánguida, desangelada, sin alma, estreñida, que nos dice que votemos porque el Esequibo es nuestro.
Una de las peores: un hombre joven y como se dice coloquialmente «maiceaito», duerme en la misma cama con un anciano vestido al estilo dieciochesco. El más joven le arranca la cobija al anciano mientras le dice algo así como «te quieres quedar con lo mío, el Esequibo es nuestro». Es imposible no sentir simpatía y hasta lástima por el anciano violentamente despojado de la cobija. No se está robando el Esequibo, solamente arropándose porque tiene frío.
La de Yulimar Rojas en la Gran Sabana, entre tepuyes y con la vista del Salto Ángel es como paisaje, hermosa. Pero uno se pregunta, ¿y es que Guyana también nos quiere arrebatar esas prodigiosas tierras? Lo mismo sucede con otra pieza publicitaria que insiste en que Los Roques, Morrocoy y no sé cuántos otros lugares paradisíacos, son nuestros. Como si estuviéramos al borde de una invasión extranjera dispuesta a despojarnos de toda la geografía nacional. Y dígame aquella en la que se oye a lo lejos una música indefinible. No es clásica –faltaba más– ni joropo, rock, bolero o reggaetón. Enseguida una voz en off dice «esta música es nuestra y el Esequibo también».
Así las cosas es imperativo preguntarse cuántos y cuántas Juanas están hoy –preguntándose a su vez– qué es el Esequibo, qué es lo que deben votar, que significan las 5 preguntas y si en realidad sus votos sirven para algo o «con que se come eso del Esequibo.» No hay que ser ignorante del tema para hacerse la misma pregunta sobre la pertinencia, necesidad y resultados del referendo. Imaginemos que 10 millones de venezolanos entienden la histórica diatriba y salen corriendo a hacer largas colas, no para el «borrón y cuenta nueva» de Corpoelec, sino para reafirmar que el Esequibo es nuestro, ¿y luego qué?.
Porque en el caso de la última jornada electoral que vivimos el 22 de octubre, último sabemos que los 2.253.825 votos obtenidos por la candidata María Corina Machado, la convirtieron en virtual ganadora de la elección presidencial en 2024. Claro, además de la inhabilitación, el Tribunal Supremo de Justicia decidió ejercer una maniobra de taumaturgia para desaparecer ese impecable acto electoral y sus resultados. Eso mismo, sin necesidad de tanto rebusque tramposo, es lo que ocurrirá en la práctica con los resultados del referendo sobre el Esequibo.
Claro que el Esequibo es nuestro, podemos gritarlo, proclamarlo, ponerle música, arrebatarle la cobija al anciano clon de Francisco de Miranda y el mundo dirá en inglés, idioma oficial de Guyana ¿So what?
Abogada, parlamentaria de la democracia – @Paugamus