A cada segundo, se crean miles de tecnologías en el mundo, también se ha incorporado la inteligencia artificial, lo que hace que quienes no tengan su aparato productivo integrado a una adecuación tecnológica permanente no tendrán oportunidad de competir en los mercados nacionales e internacionales.
En el caso de Venezuela es dramático el alejamiento y el aislamiento del mundo globalizado y tecnológico, lo cual es una situación derivada de las políticas gubernamentales iniciadas con las expropiaciones y confiscaciones de empresas productivas. Por ejemplo, en Guayana, tuvimos una experiencia exitosa con la privatización de la Siderúrgica del Orinoco SIDOR por el Consorcio Amazonia. Esa factoría fue en su momento estelar fue la primera productora de acero del mercado andino y la cuarta de Latinoamérica; luego de estatizada la empresa pasó de una producción de 4 millones 3000 mil Toneladas de acero producidas en el año 2007 (En manos privadas) a 0 producción en el año 2019, en manos del socialismo del siglo XXI. Asimismo, cuando el Gobierno se apropió de las fábricas de cemento estas, dentro de su sistema de distribución de los productos tenían unos circuitos productivos mundiales como la mexicana Cemex y la francesa Lafarge, en un sistema de alianzas estratégicas. En estas empresas, los avances en tecnología y procesos eran continuos, lo cual les permitía competir en calidad y oportunidad a todos los niveles. Luego de ser estatizadas, comenzaron a deteriorarse y a dejar de actualizarse, y el resultado 15 años después es que las plantas que aún funcionan lo hacen a un 5% o 10% de su capacidad instalada. En este caso nadie puede culpar al fulano bloqueo de esa circunstancia, pues toda la materia es extraída del subsuelo nacional, así como lo es el principal insumo, el energético.
Algo parecido pasó con la fábrica de envases de vidrios cuando dejó de pertenecer a Owens-Illinois. En este último caso, por cierto, hasta las maquinarias utilizadas son producidas por el propio grupo, y hay un mejoramiento continuo de sus diseños y eficiencia, como también ocurrió con la fábrica de tubos de SIDOR. Lo ocurrido con la industria en materia de rezago tecnológico es impresionante, nuestra industria petrolera ha estado ausente de los avances tecnológicos de los últimos 20 años. Pdvsa pasó de ser una empresa de prestigio y respetada mundialmente a una empresa maula, no paga sus cuentas, y las fallas e incendios han estado a la orden del día diezmando la infraestructura.
Hay una realidad. Habiendo perdido 20 años de actualización tecnológica, el país tiene la oportunidad de adaptarse a las tecnologías de última generación de una sola vez. Acción solo posible con un cambio de gobierno. Con el actual régimen hemos retrocedido a principios del siglo XX, de continuar pisaremos el umbral del siglo XIX.
Economista – Subsecretario General Nacional de Democracia Renovadora