Jesús Alberto Castillo: La política venezolana debe ser vista con realismo

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El mundo político es mágico y real a la vez, aunque hay que darle prioridad al segundo aspecto. A lo largo de la historia los grandes escritores usan su pluma para recrear imágenes y sacar personajes epopéyicos para reflejar de manera magistral, con su pluma, la amarga realidad que golpea a los mortales por decisiones de sus gobernantes.

En este fenómeno se entrelazan imaginación y vivencia pura que influyen en el ideario colectivo. Surgen así lo que algunos expertos denominan “representaciones sociales” que no son más que percepciones y prejuicios que cada persona se formula de un sujeto o una realidad determinada. La idea del “buen político” es no dejarse seducir por ese mundo mágico religioso, que nos apartan del verdadero problema.

Venezuela está cansada de ese realismo mágico que se le ha impregnado a la política. Se juega a exaltar lo fantasioso por encima de lo crudo. Se premia la mediocridad y no el talento en la política. Se juega con imaginarios sociales y figuras legendarias para otorgarlas a gobernantes y figuras políticas. Es puro mesianismo y caudillismo que se ha sembrado en el ADN de los venezolanos, tratando de ocultar el pensamiento lógico y racional a la hora de enfrentar una realidad problema.

A esto se añade la falta de preparación del dirigente político, o el que pretende denominarse como tal. No estamos haciendo mención de títulos académicos, sino a la disposición lectora del sujeto para conocer e intentar interpretar su mundo de vida para dar respuesta. La mayoría de los políticos no solo descuidan su formación sino que no les interesa que el pueblo se eduque. Eso sería una amenaza latente a sus intereses.  Pues, ellos ven en la política una fuente de ingreso, no un apostolado para servir.

Si en verdad queremos levantar de las cenizas a Venezuela, los dirigentes políticos debemos formarnos integralmente, en conocimiento y ética. Debemos, también, hablarle con la verdad a la gente, no actuar demagógicamente. Debemos mostrar preocupación por las generaciones futuras; por tanto, tenemos que tener una mente abierta, aceptar las diversas perspectivas y visualizar el devenir para tomar decisiones que permitan adelantarnos a esa situación.

El pueblo venezolano sigue hablando todos los días pero no cree en la dirigencia política actual, salvo casos excepcionales. Allí es donde se esconde el peligro porque pueden apostar por un mesías de nuevo, un salvador o salvadora que solo venda ilusiones y sea peor el remedio que la enfermedad.

Por eso es importante abordar la política con realidad, no con emocionalidad ni simbolismo mágico. Dialogar y reconciliarnos se hace vital entre nosotros, los que queremos un cambio significativo para Venezuela. Aprendamos a respetarnos y trabajar en equipo, no apostar a liderazgo individual. Seamos conscientes de este reto en estas horas que corren atropelladamente por el reloj de la historia. ¡Seamos realistas de una vez por todas!

Politólogo y profesor universitario

 

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