Los días de Navidad y Año Nuevo son propicios para el encuentro con familiares y amigos, el descanso y la reflexión. Trataré de descansar y reflexionar junto a nuestros seres queridos: familiares, amigos y compañeros de lucha, con la mente y el corazón puestos en el sentir profundo de nuestro pueblo empobrecido y traicionado.
Como lo hemos dicho y reiterado, “Venezuela sufre una tragedia histórica”, profunda y extendida, esparcida por el mundo en más de 7,5 millones de venezolanas y venezolanos emigrados; con cerca de 5 millones de adultos mayores arrojados al desamparo, la enfermedad y la muerte prematura; niños desnutridos y víctimas de un sistema educativo altamente deteriorado; jóvenes oprimidos por las tentaciones de los vicios, la corrupción y la desesperanza; trabajadores arruinados, sin salarios dignos ni derechos efectivos a condiciones de vida con justicia social.
Privatización delictiva
Nuestro país sufre un anárquico y acelerado proceso de privatización delictiva, cobijado por el abuso de poder, la corrupción y el desmadre de los cauces legales y constitucionales. La pudrición del Sistema de Justicia corroe a la sociedad toda, haciendo nugatorios los preceptos constitucionales y los marcos legales vigentes (en letra muerta).
El mundo político es prisionero de la corrupción y la politiquería, mayoritariamente adoptadas como elementos falsamente idóneos del desempeño público, hasta el asco. Esta grave dolencia lo impacta todo, lo condiciona y prácticamente lo pudre todo. No advertirlo es la peor ingenuidad y suma irresponsabilidad.
Así no es posible el indispensable desarrollo armónico de la sociedad venezolana. Una mayoría determinante del pueblo venezolano debe reaccionar frente a este caos de destrucción profunda del potencial de desarrollo económico y social de cualquier país. La muy conocida dirigencia política se agotó casi irremediablemente: sus mejores exponentes son lo que son, mercachifles de la politiquería y el servilismo. Dan pena ajena, junto a sus testaferros y patrocinadores sedientos de viciadas contrataciones públicas para el expolió del erario y la acumulación asquerosa de riquezas provenientes del delito. El regreso “triunfal” del delincuente internacional Alex Saab, recibido en el palacio de gobierno como “héroe” nacional, lo describe todo, especialmente la indignidad de la familia presidencial enervada por delincuentes y testaferros.
Estos pensamientos y angustias motivan la reflexión profunda, a quienes aborrecemos la pudrición reinante en esta Venezuela del siglo XXI, cuyo primer cuarto de siglo lo hemos perdido irremediablemente, a manos de dos bandos irresponsables que hoy pretenden reinstalar la nefasta polarización que ha arruinado a nuestro país.
Les invito a descansar y reflexionar en paz espiritual y con ánimo suficiente para el compromiso de cambio verdadero hacia la reconstrucción integral de Venezuela. Más de los mismos mercachifles de la politiquería, es la peor opción.
¡Feliz Navidad y próspero Año Nuevo!