William Anseume: Hasta el Papa bendice las uniones del mismo sexo

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Unas horas antes, un orate venezolano había publicado un tuit en el que, siendo él supuestamente opositor y con marcas de liberalidad en la frente, le daba la razón al señor que ocupa la Fiscalía General de nuestra apaleada República, si es que todavía puede así llamarse, atacando ambos al alimón, juntitos, a la comunidad LGBTIQ+, especialmente venezolana, claro.

El Papa Francisco decidió bendecir la unión de personas del mismo sexo, sin llamarlo matrimonio, porque es esto un sacramento venerado como palabra por la iglesia. También a los divorciados piensa y actuará el Sumo Pontífice bendiciéndolos, cuando se hayan arrejuntado, rompiendo lazos que Dios unió. Pero esto último a la hipocresía generalizada le resulta menos costoso de aceptar aquí. Lo otro no.

No la pasará muy bien Francisquito, pues ya tiene respuestas de levantamientos de tradicionalistas eclesiásticos que se oponen pública y radicalmente a su mandato divino. Tal como lo afirma el architradicionalista padre Palmar al espetar sin freno que “La bendición de las parejas homosexuales es canonizar a Sodoma y Gomorra. Es como escupir con agua bendita el amor de Dios. El Papa Francisco debe abolirse esta medida Para evitar el cisma de la iglesia”.

Lo anterior lo señala al tomar por buena la posición de los obispos de Malawi, quienes se rebelan a las excentricidades de Roma. Como si a Francisco le interesara en algo la pequeñez en su comprensión sexual de Palmar o los mentados obispos que piensan que aún, como si alguna vez hubiera sido posible en la humanidad, existe, como sólo en el papel, la unión carnal y relacional de un hombre y una mujer, sin excepción posible. Da risa.

En cuanto a la posición del régimen venezolano expresada por uno de sus conspicuos representantes, no deja de verse el reflejo ruso. Por pura sumisión. Por pura entrega. Porque hasta en Cuba, como casi toda América Latina, el matrimonio o la unión legal entre parejas del mismo sexo ha sido establecida sin que eso signifique ningún peso para la sociedad; al contrario, es la apertura a la libertad y la felicidad esparcida a su ciudadanía, en respeto a los derechos humanos vinculados a la libertad sexual. Ya que en problemas de cama nadie se debe meter.

Falta mucho que rondar este tema, para que se termine de entender en esta Venezuela dirigida por retrógradas, quienes resultan aupados hasta por opositores que se la dan de radicales, respecto a las indispensables libertades individuales, en la escogencia de cómo y con quién se quiere vivir la vida y el sexo. Por eso la ONU recientemente emitió una reclamación pública, de nuevo, al régimen venezolano, para que se ponga al día con los DDHH sexuales. Pero ni el profesorcito, ni el agentico fiscal, ni el curita se percatan de la libertad, que igual funciona con o sin bendición, aunque se perciba y cueste la discriminación.

 

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