Luis Fuenmayor Toro: El intercambio de prisioneros

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Se acaba de producir un nuevo intercambio de prisioneros entre los gobiernos de Venezuela y Estados Unidos. No es el primero que se da; ha habido otros. Quizás es el más numeroso de los ocurridos y de nuevo ha desatado una serie de comentarios en los que se mezclan las consideraciones políticas con todo tipo de opiniones, que van desde las burlas y los chistes hasta cuestiones morales y éticas, en todo de acuerdo con el escenario polarizado que seguiremos sin abandonar aparentemente por mucho tiempo. Esto nos motiva a tratar de hacer una exposición menos afectiva de los hechos, sin que esto signifique que no haya componentes subjetivos en el análisis.

Es claro que la negociación fue entre ambos gobiernos, por lo que la participación de la oposición de la Plataforma Unitaria fue secundaria y no determinante. Biden y Maduro son quienes en definitiva deciden. Tan evidente es esta situación, que María Corina Machado asiste al Tribunal Supremo para solicitar el amparo cautelar acordado, sólo después de recibir la recomendación estadounidense. La participación de la oposición tuvo que ver sólo con la escogencia de los venezolanos excarcelados. Sabía, como el resto de los venezolanos, que el gobierno solicitaría la liberación de Alex Saab, pues lo ha venido exigiendo desde siempre y no ha escatimado esfuerzos en ese sentido: lo hizo venezolano, lo graduó de diplomático y lo convirtió en negociador político.

Alex Saab es canjeado por 10 estadounidenses encarcelados, dentro de los cuales se encontraba un delincuente confeso prófugo de la justicia norteamericana. A este grupo de excarcelados se une un grupo de venezolanos, que se encontraban en distintas cárceles, la mayoría con acusaciones absurdas e ilegales de ésas que usan los comodines de “conspiración”, “asociación para delinquir”, la “incitación al odio” y cosas por el estilo, lo que no niega la existencia de militantes políticos de cierto nivel, que hayan estado en algunas actividades más allá de las legalmente permitidas. Es en la escogencia de estos excarcelados donde se supone debe haber participado la oposición negociadora, incluso los más extremistas.

La indignación y rechazo de algunos por la existencia de la realidad señalada es entendible, pero en el caso de los políticos opositores negociadores es injustificable y luce como demagógica y manipuladora. Los mismos políticos en general no tienen por qué asombrarse de nada. Se debe entender que son negociaciones entre dos sectores enfrentados y que cada uno buscará obtener los mayores beneficios para sus posiciones futuras. Y hay que convencerse que los dos únicos negociadores que tienen cosas para negociar son el gobierno venezolano el estadounidense, razón por la cual la oposición de la PUD, junto con Voluntad Popular y María Corina, casi son meros espectadores.

Las recientes declaraciones de Biden pretenden demostrar ante sus electores que las negociaciones con Maduro han sido exitosas: dice “Estamos asegurándonos que el régimen venezolano cumpla con sus compromisos. Han anunciado una hoja de ruta electoral, acordada por los partidos de la oposición, para unas elecciones presidenciales competitivas en 2024. Se trata de un paso adelante positivo e importante. Y hoy están liberando a veinte presos políticos, además de los cinco liberados anteriormente. Continuaremos monitoreando esto de cerca y tomaremos las medidas apropiadas si es necesario. Apoyamos la democracia en Venezuela y las aspiraciones del pueblo venezolano”. Más demagógico, imposible.

Y en ese mismo sentido son las declaraciones de Maduro, explicando a sus seguidores los triunfos habidos con la liberación de Alex Saab, nuevo prócer venezolano, al que incorporan en las negociaciones como una fórmula pública de rebajar a la oposición que hoy negocia y ganar puntos electoralmente. La diferencia con Biden es que Maduro saca provecho electoral del acuerdo y además ha obtenido una suavización de las sanciones, que le permiten mayores ingresos futuros. Biden y Maduro están actuando en función de las elecciones que deben afrontar en 2024, que son lo más importante que toman en consideración. La democracia, la libertad y las elecciones competitivas es retórica gringa, y la soberanía, la Venezuela potencia y la mejor democracia del mundo, retórica criolla.

 

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