“Todos los nudos llegan al peine”, así solían decir en la Cumaná de mi tiempo. Era una frase demasiado usual, tanto que ella aparecía en cualquier conversación, sin importar el nivel de las personas que en ella participasen. Se le utilizaba para llamar a tener paciencia y esperar que “la mano divina de Dios” y hasta del mercado, pusiese las cosas en su sitio. Todo misterio habrá de aclararse y los culpables aparecerán y hasta “algún día comprenderás cuánto hice a tu favor”.
“Espérate, las cosas tomarán su nivel y todo terminará como hemos creído, pues el cansancio debilita y quien ahora se cree vencedor, le llegará el momento de ser vencido por quien espera con paciencia”.
Pero también se dice, más estando en navidades, “a cada cochino gordo le llega su sábado” y Guaidó, sin duda, la vida le volvió un cochino gordo en la concepción más ordinaria de la calificación.
Juan Guaidó, inició su carrera política, pese era estudiante de una universidad prestigiosa, de esas a las cuales no entra cualquiera, enseñando las nalgas. En una de aquellas frecuentes manifestaciones, llenas de violencia, mal gusto y ridículas imitaciones, como aquello de “las “manitas blancas”, copiado de las llamadas “revoluciones de colores” del mundo europeo, de entre los alumnos de esa universidad elitista, un grupo de estudiantes del género masculino, supongo, lo que no es una exageración ni mal pensamiento, pues el odio obnubila, hace perder la sensatez, con la anuencia hasta de las autoridades académicas, optaron por posar para la prensa, habiéndose bajado los pantalones, exhibiendo las nalgas; uso esta palabra porque decir los glúteos no sería la mejor narrativa. Y esa imagen, en los medios, tuvo gran aceptación. Tanto que la difundieron por el mundo, quizás como uno de los grandes aciertos y aportes de la imaginación de ese sector de la vida política venezolana a la cultura universal y las luchas de los “inconformes”. Era, eso se pensó, como la última, definitiva y contundente bomba y hasta propuesta, ya que “las manitas blancas”, para nada habían servido, y eran como muy inocentes y hasta cursis, para acabar, según decían y dicen, “con la dictadura que había y hay en Venezuela”.
Guaidó, en esa foto, tuvo el cuidado o quizás la audacia necesaria para hacerse conocer, pues fue el único que pudo exponer al lente de las cámaras, sus nalgas descubiertas y su rostro sonriente. Los demás no tuvieron, por lo menos la necesaria audacia para identificarse, les embargó el pudor. Las demás nalgas y sus poseedores quedaron en el anonimato. Pues hasta unas nalgas femeninas, por muy bellas que sean, no asociadas a un rostro, no proyectan a quien ellas poseen.
En efecto, no mucho tiempo después, aquel nada talentoso joven, llegó a ser diputado apoyado en sus nalgas. Aunque en verdad no fueron sólo sus nalgas las que le llevaron rápidamente a aquel rol, sino su audacia, ajena a remilgos y esos habituales impedimentos morales que, en la mayoría, hasta entre probados delincuentes, predominan.
Faltándole talento y cultura, como es por demás evidente, Guaidó se sirvió de sus nalgas y su cara, no por la belleza de las mismas, sino por la simple asociación. Y aquello le hizo líder en medio de un mundo que de esto carecía y donde más valen los gestos, violentos y hasta impúdicos, sin importar en qué consistan, basta el atrevimiento.
Los frecuentes errores y como repetidos a velocidad descomunal de una dirigencia opositora que, como una máquina ferroviaria se va descarrilando en la vía, que se ha mantenido dando traspiés sólo por el apoyo prestado de Estados Unidos, cuyo gobierno tenía como objetivo deshacerse de Chávez y crear aquí algo a su gusto, y nada mejor para eso que contar con quienes sólo buscaban poder, dinero, pusieron al entonces diputado, por circunstancias imprevistas, en las que su hacer nada aportó, sólo le bastó estar justamente parado en el sitio donde descarriló el tren. Allí le encontraron parado.
Llegado el momento, previo acuerdo de designar nuevo presidente de la AN, derecho que le correspondía a VP, su partido, el mismo de Leopoldo López, estando, por mera formalidad, en una lista de quinto, le correspondió el cargo, pues desde el primero hasta el cuarto estaban presos o fuera del país, eludiendo los cargos levantados por el Estado contra ellos. Le correspondió aquel rol de manera inesperada e impensada, como cuando él posó para los reporteros enseñando las nalgas y dejando ver su cara. Cara y nalgas vinculadas, para que el público no tuviese dudas.
Todo eso, como hemos dicho, aconteció con el apoyo y aceptación de EEUU que buscaba, no a través de estos aliados carente de sensatez y sólo buenos para bochinches, guarimbas, violencia y ridiculeces, sino por medio de algo que no habían podido organizar y hasta un evento inesperado, explosivo como aquel del “Caracazo”. Y estando en eso, como una muestra más de la demencia, surgió la pantomima de la “presidencia interina”.
En ella hizo lo que todo el mundo conoce, entregó Citgo y hasta Monómeros; EEUU, a cambio de la primera, le entregó recursos o mejor cifras en dólares difíciles de contar, pues quien se ponga en eso, terminaría cansado y sin saber cuánto hubo. Lo mismo hizo con dinero del pueblo venezolano, de los que el gobierno USA pudo disponer valiéndose de las sanciones, depositado en diversos bancos. Entre sus aliados iniciales, “cansados” de aquello o de esperar les pusieran en la lista, surgieron inconformidad y denuncias. Eso sí, hay que ser justos, Leopoldo López, hasta ahora, no se ha manifestado inconforme con su suplente y hay quienes cuidaron el verbo, se alejaron cuando vieron la figura en descenso y privada de los recursos ilimitados que antes tuvo.
EEUU se cansó de una “presidencia interina” por demás costosa e inútil. Además, las relaciones entre EEUU y el gobierno de Venezuela comenzaron a cambiar. Fedecámaras, que, por lo menos que recuerde, nunca apareció asociada la presidencia interina, pese la existencia de esta, empezó a tomar las riendas en el manejo de la búsqueda del cambio de esas relaciones. Y lentamente, en veces de manera imperceptible, aun en los tiempos de Trump, comenzaron a producirse los cambios. Y el gobierno de Biden, ya sin remilgos, tomó el control de lo político.
Y le llegó la hora a la “presidencia interina” que empezó a estorbar ese proceso. USA o la Casa Blanca, no cansada, sino convencida que lo que buscaba venía por otro lado, de donde menos antes lo había esperado, y tomando en cuenta que lo que interesa puede lograrse por otros medios y “gente nueva”, cuyas habilidades, talentos y competencia le sirvan para entender lo entendible sin exhibir en público sus nalgas.
Entonces a Gaudio le mandaron a parar, sólo estaba produciendo demasiados gastos, los suyos, de sus allegados, su corte y hasta de una lista de diputados que de nada “útil” se ocupaban.
De repente y ligado al avance de las conversaciones y acuerdos entre el gobierno de EEUU y de Venezuela, donde pareciera surgir un nuevo orden, dadas las necesidades urgentes de ambas partes y habiendo comprendido que no hay tantos motivos para seguir como veníamos, optan por el intercambio de presos. Comienzan a levantarse sanciones y se hacen planes para que lo que aquí tenemos y allá necesitan viaje y produzca beneficios a ambas partes, sin que medien acciones costosas, en el más amplio sentido de la palabra, contando hasta con la inversión antes asustada.
Y esto produce nuevos cambios en la forma de mirar el paisaje. El peligro que antes se avizoraba, de cualquiera de las partes, empieza a diluirse, se esfuma, solo quedan barreras morales y ciertas de carácter político, como esa relativa a las habilitaciones y las candidaturas. Pero EEUU ya sabe, que para lograr lo de ahora, lo inmediato y hasta para el futuro, sólo le basta cambiar de actitud y quitar lo que estorbe.
Y hablando de lo que estorbe, de repente, sale en los medios, no una noticia inesperada, sino más bien una que sabíamos habría de llegar, sólo que no cuándo. Esperábamos fuera más tarde. Medios de prensa de Estados Unidos, “dieron a conocer este sábado que el Buró Federal de Investigaciones (FBI) de los Estados Unidos investiga el destino de millonarios fondos que la Casa Blanca aprobó por concepto de ayuda humanitaria para el “gobierno” del autoproclamado presidente venezolano, Juan Guaidó”.
Por malversación el FBI investiga a colaboradores de Juan Guaidó
Pese la información pone como objetivo de la investigación a un personaje al parecer desconocido, de esos que trabajan en las sombras y no exponen sus nalgas al público, pone en evidencia que, el fracaso y demasiado costoso experimento de la presidencia interina, donde los dineros que el gobierno USA nos había congelado o confiscado, dicho así por no dejar de ser, aunque sea de vez en cuando, demasiado formal, comienza a tomar un rumbo, no diría que inesperado, dado que en el camino empezaban a aparecer las señales hasta demasiado vistosas, anunciando que las relaciones entre ambos gobiernos, aunque sea de manera paulatina y engorrosa, comenzaban a cambiar.
Y el gobierno de Estados Unidos, comienza, todo tiene su inicio, a poner a Guaidó bajo la mira. Porque “todos los nudos llegan al peine” y cada cosa tiene su tiempo. Se prenden las alarmas en espacios donde antes no sonaban, mientras del lado opuesto, los acuerdos avanzan sin mucho ruido ni aspavientos, tanto que hay quienes nada escuchan ni miran. “A cada cochino, le llega”. Una habilitación pudiera cambiarse por un gesto que a alguien inhabilite. Al general Noriega, el panameño, pese los servicios prestados, llegado el momento le pasaron factura y le inhabilitaron de manera perpetua.