Luis Fuenmayor Toro: Feliz año y los santos inocentes

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Dos celebraciones muy cercanas, tanto temporalmente como en otros aspectos de la vida de las sociedades, la venezolana en particular. Celebramos la navidad y celebramos el año nuevo, pero al mismo tiempo celebramos el día de los inocentes, lo cual hacemos de una manera muy particular, en la que el engaño del ser humano y la burla y las bromas hacia los engañados pasan a ser los protagonistas de la celebración. Y esto pese a que el origen del Día de los inocentes está basado en un supuesto hecho bíblico muy trágico, pues se trató del asesinato de niños menores de 2 años, ordenado por Herodes El Grande, en un intento por eliminar a Jesús, el Mesías, que se suponía había nacido en ese lapso. Matando a todos los niños, que son los seres más inocentes que existen, se pensaba acabar con una amenaza futura para los poderosos.

Lo curioso ahora es que el desarrollo de la conmemoración ha perdido su carácter religioso para convertirse en una suerte de juego, de bromas y de burlas, de distracción en la relación con nuestros semejantes. Se trata entonces de hacer creer a alguien, en un momento o por poco tiempo, en algún hecho insólito o extravagante, aprovechándose de su ingenuidad o candidez, para luego, casi inmediatamente, traerlo de nuevo a la realidad diciéndolo que “cayó por inocente”. El ocurrente despliega la suficiente agilidad mental e inventiva para hacerse creer, para ser tomado en serio, y luego disfruta, junto con los espectadores del evento, del engaño realizado y de la credulidad del afectado. Éste fue víctima de la broma por ser una persona inocente, sin malicia, inexperta, crédula e incauta.

Para otros participantes de esta tradición, las contradicciones entre la realidad y los deseos son la primera cuestión que sobresale el día de los inocentes. Así, el mundial “feliz año” de la media noche del 31 de diciembre, es contradictorio, en el caso venezolano, con la trágica situación que se vive hoy en Venezuela. Con salarios de hambre, con una inflación que se ha hecho rutinaria, sin instituciones de salud ni educativas que den respuesta a las ingentes necesidades de la gente, sin empleo, sin seguridad personal ni social, con las familias divididas por la emigración de nuestros compatriotas, bajo la amenaza permanente de ser víctimas de funcionarios policiales y judiciales, hablar de un feliz año nuevo 2024, sin duda ninguna luce como una burla, como un cinismo desmedido, y si el mismo viene del gobierno, pues mucho más, pues es éste el principal causante de la infelicidad reinante.

Los venezolanos han caído por inocentes muchas veces y en distintos momentos de su historia. Cayeron por inocentes cuando se votó por Carlos Andrés Pérez para hacerlo Presidente por segunda vez, de lo cual nos percatamos casi inmediatamente y estallamos el 27 de febrero. Y nuevamente caímos por inocentes con Caldera II, así como en las elecciones de 1998, al votar por un militar desconocido, que se presentó como un Mesías, pero no tardó en demostrar su insinceridad. Y volvieron a caer al elegir a Maduro, al respaldar a Guaidó, al atender los llamados a una insurrección juvenil con piedras y pañuelos sobre la cara, al creer que los gringos invadirían para sacar a Maduro. Nuevamente se preparan entusiastamente para volver a caer por inocentes con María Corina, pese a que sus consignas son las mismas que las que los hizo caer durante todas estas dos últimas décadas.

Es como decirle “feliz año” a los ucranianos conducidos por Zelenski, o a los bombardeados de Líbano y de Sira, o a los niños africanos que trabajan obligadamente y pierden su niñez y sus vidas trabajando en las minas, para enriquecer a determinados grupos de privilegiados del mundo desarrollado. O desearles un feliz año a los palestinos de Gaza, cuyos niños y mujeres, embarazadas muchas de ellas, son asesinadas impunemente en vivo y en directo por la entidad sionista genocida que llaman Israel, que al igual que Herodes El Grande, busca y elimina a sus enemigos futuros en los vientres de sus madres y en sus hijos recién nacidos y sus infantes y adolescentes, quienes llevan más de 70 años, desde mucho antes de la existencia de Hamás, siendo víctimas, ellos sí de un verdadero holocausto puesto en marcha ante el mundo entero.

 

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