Criminales en Ecuador.
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En casi 40 años el crimen en Ecuador pasó de tener una banda a más de 22 Según un informe oficial, las bandas criminales que operan en Ecuador se dividen en tres grupos: dos de estos dependen de los carteles mexicanos.
Más de USD 120 millones al año serían las ganancias que las bandas criminales ecuatorianas generan por sus operaciones ilícitas desde las cárceles. El dato fue incluido en el decreto ejecutivo con el que el presidente Daniel Noboa las declaró terroristas, el 9 de enero de 2024. Según esa orden ejecutiva, con la que se determinó la existencia de un conflicto armado interno, en Ecuador operarían al menos 22 bandas criminales que -debido a la violencia con la que actúan y sus objetivos- han dejado de ser crimen organizado para convertirse en terrorismo.
En la lista aparecen bandas que en los últimos años han tomado relevancia, como Lobos, Choneros, Tiguerones y Latin Kings. Pero, además, aparece un grupo de organizaciones criminales que son nuevas en el mapa del crimen nacional.
39 años de ‘evolución’
Según el reporte policial, la primera aparición de una banda criminal en Ecuador data de 1985. Se trata de los Queseros, una organización que se dedicaba a los robos en carreteras y operaba desde Santo Domingo hacia toda la costa.
A finales de los años 90 e inicios de los 2000, aparecieron los Choneros, bajo el liderazgo de Jorge Véliz España, conocido como ‘Teniente España’ o como ‘El Chonero’, ya que nació en el cantón manabita de Chone. La disputa criminal se tornó sangrienta cuando en 2005 los Queseros asesinaron a la esposa del ‘Teniente España’.
Pero, la batalla la ganaron los Choneros y sus rivales fueron exterminados con la modalidad del sicariato. También Veliz España fue asesinado. Por varios años, los Choneros se consolidaron como la banda criminal más poderosa del país, bajo el mando de Jorge Luis Zambrano, alias ‘Rasquiña’. Zambrano y otros cabecillas de la organización como ‘Fito’ fueron detenidos en 2011.
A los dos años escaparon de la cárcel de La Roca, en Guayaquil, pero casi de inmediato la Policía los recapturó. Con sus cabecillas en prisión, la banda, según InsightCrime, evolucionó hacia una banda carcelaria.
Desde las prisiones, los Choneros controlaban el mundo criminal y fueron creando un entramado de bandas más pequeñas, que operaban como sus brazos armados. Entre 2014 y 2020, aparecen Águilas, Fatales, AK47, Chone Killers, Tiguerones y Lobos.
Con ese poder, en las mismas prisiones, fueron eliminando a agrupaciones rivales, como es el caso de los Cubanos.
Al parecer todo estaba bajo control, pero en 2020 -tras recuperar su libertad- ‘Rasquiña’ fue asesinado en Manta. Esa muerte dejó un espacio de poder en el mundo criminal. Al interior de los Choneros, el liderato debía asumirlo Adolfo Macías Villamar, alias ‘Fito’, recientemente fugado de la Cárcel Regional del Guayas.
Pero, los líderes de las pequeñas bandas que antes fueron sus brazos armados también quisieron el poder. Con el financiamiento de Leandro Norero, Chone Killers, Tiguerones y Lobos se enfrentaron a sus antiguos aliados generando caos y miles de asesinatos en el país.
A finales de 2022, Norero y ‘Fito’ empezaron el camino para un pacto de paz que se habría concretado a inicios de 2023. Sin embargo, en ese acuerdo faltaron los Lobos, que es la banda que se mantiene en guerra y generando violencia
La atomización de las bandas
La proliferación del crimen organizado en Ecuador es un caso de estudio. La incursión del narcotráfico y sus delitos conexos en los últimos años ha provocado en el país una atomización criminal, que se ha caracterizado por una violencia extrema que ya es catalogada como terrorismo.
El 9 de enero de 2024, el presidente Daniel Noboa declaró al país en un conflicto armado interno, en el que los enemigos son 22 bandas que han sido catalogadas como terroristas. Pero, ¿cómo llegamos a este punto? El Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado concluyó, tras un estudio, que el punto central de esta crisis de seguridad es el modo en el que el narcotráfico ha evolucionado a nivel regional.
Hasta 2010, en Ecuador convivían grupos delictivos de tipo pandilla, que no tenían una participación activa en el crimen transnacional. Estas pequeñas bandas locales se dedicaban a actividades logísticas para el narco colombiano y mexicano, como el transporte y la provisión de insumos.
Pero mientras el flujo de cocaína se fue incrementando en el Océano Pacífico, las organizaciones internacionales y las bandas locales empezaron a generar alianzas. Estos acuerdos se atomizaron a finales de 2019, coincidiendo con el asesinato de ‘Rasquiña’.
Las bandas locales buscaron más espacio en el negocio del narcotráfico y otras economías criminales como el lavado de activos y el tráfico de armas. Por esta razón, y con el apoyo -principalmente- de los carteles mexicanos, empezaron una guerra llena de violencia.
Esta guerra se libró inicialmente en las cárceles del país, en las que -desde 2021- ha habido cerca de medio millar de presos asesinados. Pero, en el último año, la violencia también se ha volcado a las calles y ha afectado a la población civil, que ha sido víctima de atentados terroristas.
El presidente Daniel Noboa endurece el discurso y se apalanca en los militares
Después de dos jornadas violentas en el país y la declaratoria del conflicto armado interno, el presidente Daniel Noboa apostó por la experiencia y fuerza de los militares para retomar el control y la confianza ciudadana.
El gobierno del presidente Daniel Noboa enfrenta su primera crisis de seguridad, en un escenario que se ha caracterizado por el incremento de la violencia desde febrero de 2021. El epicentro son nuevamente las cárceles y los efectos han aterrorizado a todo el país.
Explosiones, vehículos incendiados, ataques armados, secuestros y amotinamientos, son algunos de los actos terroristas que se han registrado desde la madrugada del 9 de enero en, al menos, una decena de provincias.
Estas acciones forman parte de la reacción del crimen organizado a las medidas tomadas y anunciadas por el Gobierno, principalmente sobre el sistema penitenciario. Sin embargo, la respuesta del Ejecutivo no fue la usual.
El presidente Noboa ha mostrado una actitud más directa y firme frente a los ataques criminales. La declaratoria del conflicto armado interno, la clasificación de 22 bandas como agrupaciones terroristas y el específico uso del programa de recompensas son una muestra de ello.
Por primera vez en la historia reciente del país, las autoridades y el Primer Mandatario hablan frontalmente de guerra contra el crimen organizado y ponen ‘nombre y apellido’ al terrorismo. Y los principales voceros del Gobierno pasaron a ser los uniformados, las autoridades civiles quedaron en un segundo plano.
Inicialmente, después de un breve mensaje en redes sociales, el presidente Noboa dejó la vocería oficial en manos del secretario de Comunicación, Roberto Izurieta. Pero el esperado mensaje nocturno a la Nación lo dio el comandante de las Fuerzas Armadas, Jaime Vela.
El secretario Izurieta se dedicó a justificar las acciones del Gobierno y el comandante Vela explicó que los actos violentos son la muestra de que las decisiones gubernamentales están afectando a las bandas criminales.
Vela fue además el encargado de aclarar que los 22 grupos denominados como terroristas son ahora objetivos militares y que el Estado no va a retroceder ni a negociar, afirmando que los uniformados incluso darán la vida en defensa del futuro y presente del país.
Una nueva figura presidencial
Mientras tanto, el Primer Mandatario prefirió dejar de lado la comunicación protocolar y tradicional de los jefes de Estado.
Este 10 de enero, después de mucha expectativa, Noboa se presentó ante la ciudadanía a través de los micrófonos de Radio Canela, en Quito. La popular estación dirigida por el cantante y exalcalde de Quito, Jorge Yunda, fue el escenario donde Daniel Noboa se describió como el Presidente con huevos de avestruz y anunció que se acabaron los momentos de gobiernos tibios.
Ahí aceptó que el país está en guerra, en un conflicto armado no internacional, y aclaró que no cederá ni negociará con los terroristas. Defendió el opaco y criticado Plan Fénix de seguridad y afirmó que la ola de violencia es una respuesta a esa estrategia gubernamental. Según el Jefe de Estado, su plan de seguridad resultó exitoso, aunque apenas está empezando. Por lo que afirmó que ahora los grupos políticos se quieren trepar a la camioneta.
Pero insistió, como es usual, en que no revelará próximas acciones para no alertar a los terroristas. Ofrecen recompensas por información de 19 cabecillas de bandas terroristas El Mandatario también aprovechó la tarima para advertir a los jueces, fiscales, policías y militares que colaboren con estas organizaciones delincuenciales que serán considerados también como terroristas.
Lo que los convertiría por ende en objetivos militares, por asistir a terroristas. Desde que Noboa tomó la decisión de militarizar la seguridad interna, ha demostrado su confianza en los uniformados. Incluso retó a los líderes de las bandas criminales a que salgan a las calles y se enfrenten con las Fuerzas Armadas.
El Mandatario, de pocas palabras, dejó en claro que su gobierno tendrá ‘mano dura’ con la delincuencia y sus cómplices. Habló de la cacería de objetivos de alto valor, que no frenará la construcción de las nuevas cárceles y que no cederá a las demandas criminales.
Así mismo, adelantó que no se doblegará ante la presión por el secuestro de más de 130 agentes penitenciarios. El presidente Noboa fue claro en señalar que los militares se encargarán de esas operaciones, porque estamos en un estado de guerra.
Con su renovada actitud y reacciones frente a los acontecimientos, Noboa no solo se anotó puntos con la población, que aplaudía la llegada de los militares en distintos puntos del país. Según sus propias cifras, el 95% respalda el estado de excepción.
Si no también se aseguró la cooperación internacional de Estados Unidos, Rusia, Ucrania, Francia, Israel, Argentina, Colombia, Perú y otras naciones y organismos. Y logró que las otras fuerzas políticas le ofrezcan apoyo y empiecen a hablar de unidad nacional.
Al final de la tarde, fueron nuevamente las Fuerzas Armadas y la Policía los encargados de revelar los resultados de los primeros operativos en el país durante el miércoles 10 de enero: 329 presuntos terroristas detenidos y cinco abatidos.
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