Gregorio Valles es un ícono de la radiodifusión larense. Durante décadas ha gozado de una fiel audiencia que acompaña su trabajo lleno de calidad y profesionalismo. Los larenses recibimos el año con él. Son verdaderamente increíbles los niveles de audiencia que registra. Es una voz que fue creciendo hasta imponer un estilo único. Desde hace treinta y tres años forma parte de la organización Cardenales de Lara. En aquellos tiempos el equipo estaba lleno de sinsabores. Muchas derrotas en las instancias decisivas crearon una aureola de ser una oncena fracasada. Por ende, el fanático era de los que menos apoyaba en la liga. Iba al estadio como cargando una cruz de una maldición eterna. Poco animaba en realidad, siempre pensando que estábamos condenados a la fatalidad. La organización entendió que era necesario enfrentar la dificultad con audacia. Fue así como se fueron atacando las áreas que presentaban debilidad. Un equipo para competir en esta liga debía contar con nativos de calidad. Una buena importación similar a la que siempre se tuvo. La pregunta surgió en las sesudas mesas de análisis: ¿Cómo hacemos para que el fanático en el estadio se involucre? Así surgió la espectacular animación de Gregorio Valles, un joven con gamas de volar. Con gran pasión tomó el testigo para transformar la conformidad en senda victoriosa. Con su versatilidad fue haciendo del recinto beisbolero un verdadero espectáculo. La adrenalina que trasmitió hizo posible el milagro de hacer del aficionado larense en el estadio un puntal en el respaldo al equipo. Desde su caseta sus ocurrencias y creatividad iban llenando el espacio. Los Cardenales de Lara consiguieron al fin la adhesión fervorosa que requería. Fue tal el acierto que la gente dejaba sus problemas en la calle para llenarse de alegría en su estadio. Un encuentro mágico, una interacción única, un elixir de la emoción, cuando Gregorio Valles desbordaba con su animación. El rival sentía intimidación al ver las tribunas aupando sin cesar a su equipo.
Ese vuelo se inició hace treinta y tres años. Sigue siendo una columna del equipo. Es un caso único en el área del Caribe con este estilo tan peculiar. Ir al Antonio Herrera Gutiérrez es sentir una fiesta en el corazón. Las tribunas llenas de jolgorio. Un apoyo entusiasta que agita la voz de Gregorio Valles. El clímax de la emoción cuando Cardenales de Lara logra la victoria en su nido. La fiesta sacude el alma hasta más no poder. El ambiente se llena de un frenesí que se abraza con los aficionados. Gracias Gregorio por haber contribuido en estos años en donde los campeonatos llegaron. Eres un orgullo para todo el pueblo larense que ha hecho de ti un emblema. Que prosiga el vuelo triunfal de una carrera exitosa.
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