Hoy, 15 de enero, se celebra el Día del Educador. No es cualquier cosa. Es una fecha que reivindica una de las más sagradas profesiones en la sociedad. Implica no solo instruir en conocimiento ni dotar de herramientas al individuo, sino en formarlo en valores ciudadanos para que pueda enfrentar con éxito los permanentes desafíos de la vida.
En lo personal, al educador lo prefiero llamar maestro. Es una condición que va más allá de enseñar en el aula de clase y que es digno de admiración. El maestro es fuente inagotable de sabiduría, humildad y valentía, cuya conducta es ejemplo para inspirar a sus alumnos y a la sociedad entera.
El gran pedagogo venezolano Luis Beltrán Prieto Figueroa fue uno de ellos. No solo educó sino que incursionó en la política para desplegar su acción de lucha por el magisterio y mantuvo una conducta decorosa que lo hizo merecedor de ser llamado maestro.
Por eso es importante resaltar este día en que se rinde un reconocimiento a esos hombres y mujeres que ejercen el apostolado de formar y, en las circunstancias económicas actuales, han tomado las calles para exigir sus derechos a mejores condiciones de vida. Es una titánica lucha que se libra para reivindicar el ejercicio docente en nuestro país.
La educación es la propia vida de la persona. Significa llevar luz donde hay tinieblas. El maestro inculca valores para forjar la personalidad del ser con la convivencia y la democracia. Asume una actitud transformadora de la realidad para apostar al bienestar social y progreso económico.
No es casual que los regímenes autocráticos, como el presente en Venezuela, le teman a la educación. No les interesa tener ciudadanos bien formados sino mantenerlo en la ignorancia para manipularlos. El momento es propició para seguir en la dura misión de educar y luchar por las reivindicaciones a la que tienen derecho todos los que ejercen esa loable profesión. ¡Felicitaciones a todos los maestros en su día!
Politólogo y profesor universitario
