Maxim Ross: De 1984 al 2024 40 años después

Compartir

 

Con el solo conocimiento de que las instituciones armadas o policiales siguen estando allí con el mismo poder, aunque no actúen directamente.

En definitiva, esta descripción que traemos a colación intenta ayudar a entender los tiempos que vive el mundo y, muy especialmente, los que vive nuestro país donde paradójicamente coincide la “bonanza económica” que disfruta una minoría de la sociedad, con las muy precarias condiciones de la mayoría de la población, a lo que se suma la persistencia de un poder político prácticamente monopólico pero, cuyas expresiones se acercan mucho al “poder suave”. Esto es, han ido aprendiendo y es a eso a lo que hay que enfrentarse.

El débil político: la sociedad civil Tal como indicamos al inicio de estas notas esa disparidad entre el poder político en manos de los partidos políticos tradicionales y el de la sociedad civil, normalmente se focaliza en el hecho de que aquel poder se potencia a sí mismo, cuestión que es cierta, pero se descuida el grado de debilidad de la sociedad civil, esto es en una flagrante asimetría de poder entre ambos que, en nuestra opinión, está más del lado de la debilidad de esta, que en la fortaleza de aquel.

En otras palabras, si bien ese poder político, llamémoslo el convencional, se ha ido fortaleciendo lo ha logrado gracias al descuido y a la pérdida de influencia de la sociedad civil. Descuido, decimos, en tanto la causalidad ha sido puesta en la evolución de aquellos, sea fortaleciéndose o perdiendo poder y no en la situación de esta.

Nos explicamos: obsérvese que el diagnostico político está centrado en ese argumento de la crisis de la democracia occidental, focalizado en la pertinencia o no de los partidos y su adecuación a los problemas de la sociedad, en lugar de verlo como debilidades o inacción de esta frente a ellos. Podemos decir que la sociedad civil ha delegado, prácticamente casi todo, sino todo, en ellos, descuidando su propia capacidad para resolver sus propios problemas. Y este es, a nuestro juicio, donde hay que “poner la mira”, especialmente en el caso Venezuela.

El poder de la Gente y el poder de la Sociedad Civil Muchas veces se habla del “poder de la Gente” y, nosotros hemos defendió este concepto[7], pero en verdad, esa expresión tiene validez cuando ella se manifiesta en forma práctica, por ejemplo en un momento electoral, siendo este casi el único medio de hacerlo o mediante demostraciones de calle, más o menos amplias, pero el argumento que deseamos traer aquí, para enfrentar ese dominio del poder político que, anotamos, se ha venido transformando y renovando sus métodos, es que la sociedad civil, primero tiene que saber identificarlo y, segundo y no menos importante, es que tiene que tomar conciencia de su propio poder y que, ese “poder de la Gente”, anónimo como lo es, debe convertirse en una fuerza organizada para equiparar o balancear en su favor aquella asimetría de poder entre el mundo político y el de ella. No basta, pues, con ir a elecciones de vez en cuando, sean estas legitimas o ilegitimas, para enfrentarse a un poder que sabe cambiarse de “cara” muy sabiamente.

[1] No hay que olvidar el desencuentro entre la tesis de Fukuyama, en su vaticinio del predominio de las democracias occidentales, ahora ampliamente criticado y las tesis de Huntington sobre el choque de las civilizaciones, entre otras que intentaban predecir el futuro político.

[2] La actualidad española es una buena referencia de esta conducta, también lo que llevó a la elección de la Sra. Meloni en Italia, la controversia política en Inglaterra y, desde luego, lo que sucede cada día en los Estados Unidos.

[3] Hayek, Solzhenitsyn, Pasternak y tanto otros.

 

Traducción »