El “23 de Enero de 1958” no es una fecha, un día, una jornada de lucha para celebrar acríticamente. La huida del dictador militarista, corrupto y torturador Marcos Pérez Jiménez fue un hito histórico de un proceso colectivo de resistencia, articulación política y decisión de cambio superador de un pueblo aletargado por la fuerza represiva, el engaño y la manipulación desde el poder arbitrario y autocrático.
Hay quienes han pretendido presentarlo como simple golpe palaciego “entre militares”. ¡Mienten!
Pérez Jiménez fue derrocado por sus propios errores y por las fuerzas articuladas de los dirigentes del Partido Comunista de Venezuela, Acción Democrática, Partido Socialcristiano Copei y Unión Republicana Democrática, en estrecha (y secreta,) relación con los diversos sectores de la sociedad, desde las Fuerzas Armadas hasta la Iglesia Católica, pasando por los movimientos sindicales y estudiantiles, empresarios, maestros, periodistas y sectores sociales con aspiraciones democráticas y de justicia social. Constituyeron la Junta Patriótica encabezada por Guillermo García Ponce (PCV), Silvestre Ortiz Bucaram (AD), Enrique Aristiguieta Gramcko (COPEI) y Fabricio Ojeda (URD), quien la presidió en la etapa final 1957/1958.
El proceso democratizador venezolano no paró desde aquel despertar de 1936, luego de la muerte del dictador militarista, corrupto y torturador Juan Vicente Gómez, acaecida en diciembre de 1935. La joven y estudiantil “Generación del 28” (1928) sembró caminos de lucha con ánimo futurista, valentía, vigor ético y sapiencia. El trienio 1945/1948 dejó huella con la Constitución de 1947 en medio de una inédita discusión pública y parlamentaria, que abrió expectativas democráticas reales, lamentablemente abortadas con el derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos, abonado por la intolerancia y la inmadurez política reinantes.
El homicidio accidental del coronel Carlos Delgado Chabaud (Nov/1950) y el fraude en la elección constituyente del 30 noviembre de 1952, dieron paso a la entronización de Pérez Jiménez en Miraflores, con su política de terror represivo, hasta que a pesar de la estricta censura de medios, asesinatos, encarcelamientos y torturas, los acontecimientos de 1957 y 1958 pusieron fin al oprobioso régimen militar.
La historia son hechos concretos ocurridos, que nadie puede alterar ni, menos, reinterpretar para mezquina manipulación politiquera, como suele ocurrir.
Varios eventos de especial importancia fueron catalizando la lucha en 1957:
(I) Carta Pastoral del 1° de mayo del arzobispo Rafael Arias Blanco, leída en todas las iglesias de Venezuela: “Una inmensa masa de nuestro pueblo está viviendo en condiciones que no se pueden calificar de humanas”.
(II) Manifestación estudiantil contra la dictadura desde la Universidad Central de Venezuela, del 21 de noviembre. Después declarado “Día del Estudiante Venezolano”.
(III) Derrotado el plebiscito de la dictadura, 15 de diciembre.
Esos y muchos otros acontecimientos desembocaron en 1958:
(I) Alzamiento de oficiales de la Aviación Militar, encabezados por el coronel Hugo Trejo. 1ro. de enero.
(II) Huelga de la prensa, 20 y 21 de enero.
(III) Huelga general contra la dictadura, 21 de enero.
(IV) Huida del dictador Marcos Pérez Jiménez, madrugada del 23 de enero.
Conmemoramos esos hechos históricos protagonizados por miles de venezolanos y venezolanas, dentro y fuera de Venezuela. Debo resaltar la valía ética y moral de todos los dirigentes de los mencionados partidos políticos: no había entre sus filas, sinvergüenzas depredadores y saltimbanquis como abundan hoy en nuestro país de polítiquería y corrupción, verdadera plaga que obstruye la lucha por la reconstrucción integral de la patria.
Hoy, el mejor homenaje a todos ellos -luchadores y luchadoras por la democracia, la justicia social y el desarrollo independiente y armónico de Venezuela- es romper con los carroñeros que asfixian y empobrecen a nuestro pueblo, han destruido la economía nacional y desnaturalizado la institucionalidad pública constitucional.
Honrar a quienes fraguaron el triunfo popular del 23 de Enero de 1958, impone levantar banderas de dignidad, honradez, solidaridad y fraternidad para servir mejor a Venezuela y acompañar al pueblo en sus luchas por sus derechos políticos, sociales, económicos y culturales, para una vida mejor.
Honro a mis padres, que lucharon contra la dictadura junto a millares de hombres y mujeres ejemplares de diversas generaciones y distintos sectores políticos, ideológicos y sociales.
¡Honremos la memoria de todos ell@s!