En un mundo cada vez más complejo y desafiante, es fundamental recordar que la política no debería ser un mero juego de poder y estrategia, sino más bien, una disciplina dedicada a mejorar la vida de las personas que conforman nuestra sociedad. Desde que arribé a la política siempre he propugnado que, alcanzar el poder no debe ser visto como como un fin en sí mismo. El poder debe representar un vehículo para servir a los ciudadanos y como tal, debe colocar al ser humano en el centro de la política circunstancia fundamental para lograr una sociedad más justa, equitativa y próspera.
Pienso y defiendo la tesis de que, la esencia de cualquier sistema político debe radicar en el reconocimiento y la promoción de los valores humanos fundamentales: la dignidad, la igualdad, la libertad y el respeto. Al poner al ser humano en el centro de estos procesos, se refleja el compromiso de garantizar que todas las personas, independientemente de su origen, género, raza o creencias, sean tratadas con equidad y justicia.
El objetivo primordial de la política debería ser lograr el bienestar y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. Esto implica abordar cuestiones esenciales como la atención médica, la educación, la vivienda, el empleo y la alimentación. Un enfoque centrado en el ser humano se traduce en la implementación de políticas que busquen fortalecer el acceso a estos derechos básicos para todos los miembros de la sociedad.
Es bien sabido que el ser humano y su entorno están inextricablemente vinculados, por eso la política debe reconocer y abordar la interdependencia entre el bienestar humano y el medio ambiente. La promoción de un desarrollo sostenible se convierte así en una prioridad para garantizar que las futuras generaciones también puedan disfrutar de un planeta habitable y próspero.
La política debe empoderar a los ciudadanos y promover una participación activa de ellos en el proceso político. Una democracia verdadera no puede existir sin la participación informada y activa de la población en la toma de decisiones. Fomentar el diálogo, la transparencia y la inclusión social son pilares para construir una política que represente verdaderamente los intereses de todos.
Reitero, la política no solo debe ser una lucha por el poder, sino también una herramienta para resolver los problemas y necesidades de la gente, por tal motivo, los dirigentes políticos deben ser empáticos y comprender las diversas realidades de la población. Los políticos empáticos buscan ponerse en el lugar del ciudadano que demanda atención en múltiples áreas, al hacerlo, es más probable que se promuevan soluciones justas y equitativas para todos.
El ser humano como centro de la política, juega un papel crucial en tiempos de crisis y desafíos globales, como pandemias, cambio climático, desastres naturales y conflictos internacionales. Abordar estos problemas exige una cooperación efectiva y una comprensión de que la solución radica en lograr el bienestar colectivo, alejado de los intereses individuales o partidistas.
Colocar al ser humano como centro de la política es fundamental para construir una sociedad más justa, equitativa y sostenible, para ello, la actividad política debe servir como correa de transmisión de las necesidades y demandas de los ciudadanos hasta los centros de solución de ellas, ya que, estas instancias decisorias, generalmente, se encuentran localizadas en los distintos niveles de gobierno.
En conclusión, concebir al ser humano como el eje central de la política, nos permite promover los valores humanos, mejorar el bienestar de la población, proteger el medio ambiente, fomentar la participación ciudadana y abordar los desafíos globales con empatía y solidaridad. Solo mediante un enfoque humano, la política podrá cumplir su verdadero propósito: servir al bien común y construir un mejor futuro para todos.
Coordinador Nacional del Movimiento Político GENTE – Noelalvarez10@gmail.com